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La depresión en adultos mayores es un trastorno persistente o recurrente resultante del estrés psicosocial o de los efectos fisiológicos de la enfermedad y comúnmente se conoce como depresión tardía. Este problema psicológico es más común que la demencia y puede conducir a discapacidad, deterioro cognitivo, exacerbación de los problemas médicos, mayor uso de los servicios de salud e incremento del riesgo de caídas y suicidios. La presencia de la depresión complica el tratamiento de otros problemas fisiológicos. A diferencia de la demencia, la depresión es tratable y por lo tanto el diagnóstico es muy importante. Desafortunadamente, la depresión es severamente subreconocida y subtratada. Esta falta de identificación y tratamiento puede deberse a que los proveedores asumen que los signos y síntomas de la depresión son cambios normales de la edad y/o respuestas normales a eventos de la vida o problemas médicos.
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La vejez puede ser un tiempo de pérdida y esas pérdidas pueden desencadenar síntomas depresivos. Es difícil ser capaz de separar la verdadera depresión de la tristeza. Generalmente, la tristeza en respuesta a las pérdidas no debe sostenerse por más de 6 meses. Por ejemplo, un adulto mayor puede perder un cónyuge, un hogar y una mascota en un corto periodo de tiempo. Se necesita tiempo para ajustarse a estas pérdidas y experimentar sufrimiento. Cuando el individuo continúa experimentando sentimientos de tristeza y otros síntomas asociados con la depresión, deben plantearse preocupaciones acerca de la depresión.
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Las personas mayores pueden no presentarse con los síntomas típicos de la depresión, como el estado de ánimo deprimido o la tristeza. Por el contrario, pueden tener estos síntomas, pero no se quejan de ellos o admitir que existen. Sin embargo, pueden responder a preguntas enfocadas hacia si se sienten deprimidos o no. Por lo tanto, es importante preguntar directamente a las personas mayores acerca de la depresión usando breves herramientas de detección o incluso preguntándoles si se sienten deprimidos. Los signos y síntomas indicativos de depresión (p. ej., cambios en el apetito o el sueño), que forman parte de las herramientas comúnmente utilizadas para detectar depresión en adultos jóvenes, pueden no funcionar tan bien con las personas mayores porque están relacionados con síntomas de enfermedad física. Aunque puede ser un proceso de diagnóstico lento y difícil, es fundamental descartar problemas médicos (agudos o crónicos) antes de un diagnóstico definitivo de depresión. Incluso una vez que se identifica, la depresión a menudo no se trata debido a las preocupaciones sobre los efectos secundarios de los medicamentos asociados con los antidepresivos y la polifarmacia y la creencia de que la psicoterapia y otras intervenciones no farmacológicas no serán eficaces para las personas mayores. Aunque es apropiado preocuparse por los efectos secundarios de los fármacos, es importante apreciar que el tratamiento de la depresión puede mejorar drásticamente la calidad de vida de los adultos mayores.
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Clasificar las interrelaciones complejas entre los síntomas y los signos de ...