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INTRODUCCIÓN

La cóclea y los órganos vestibulares dentro del oído interno detectan los sucesos mecánicos resultantes del sonido, las fuerzas gravitacionales y la aceleración rotacional. Esta vibración genera pequeñas oscilaciones en las moléculas del aire que, en su lugar, hacen que las moléculas adyacentes oscilen mientras el sonido se propaga lejos de su fuente. El sonido se denomina onda de presión debido a que cuando las moléculas de aire se aproximan entre ellas, la presión se incrementa (compresión), y en tanto se mueven para apartarse, la presión disminuye (rarefacción).

Un sonido se caracteriza por su frecuencia e intensidad. La frecuencia del sonido es el tono. La nota Do central en un piano tiene una frecuencia de 256 ciclos por segundo, mientras el Do alto (siete teclas blancas a la derecha) tiene una frecuencia de 512 ciclos por segundo (fig. 44-1). Las personas con audición normal pueden notar la diferencia entre dos sonidos cuya frecuencia difiere menos de 0.5%. Para apreciar qué tan pequeña es esta diferencia, se requiere sólo notar que el Do central difiere del Do bemol en más de 5%. La audición humana se limita a las ondas de sonido entre 20 y 20 000 Hz. Muchos otros mamíferos pueden escuchar el ultrasonido (mayor de 20 000 Hz) y algunos, como las ballenas, se acercan a superar los 100 000 Hz.

Figura 44-1.

Las ondas de presión del sonido se representan por las líneas concéntricas en avance que radian lejos de la fuente vibrante. La nota Do (C) media tiene una frecuencia de 256 ciclos por segundo, mientras la de Do alta (una octava más alta) tiene una frecuencia de 512 ciclos por segundo.

La intensidad de un sonido determina su fuerza sonora y refleja qué tan unidos se tornan los paquetes moleculares de aire durante la fase de compresión de una onda sonora. El oído puede detectar sonidos en los cuales la vibración del aire en la membrana timpánica es menor que el diámetro de una molécula de hidrógeno (esto es, menos de 0.24 nm). El oído mamífero tiene la habilidad de discriminar un amplio espectro de intensidades: más de 100 000 veces una diferencia en energía (120 dB).

Para maximizar la transferencia de energía sonora del ambiente lleno de aire al oído interno lleno de líquido, los animales terrestres evolucionaron sus oídos externos como recolectores de sonido y los oídos medios como amplificadores de fuerza mecánica (fig. 44-2).

Figura 44-2.

Anatomía del oído. El oído externo recolecta las ondas de presión sonora, como un embudo hacia la membrana timpánica. Los osículos del oído medio transmiten las ondas sonoras al oído interno (cóclea). El oído medio actúa para ajustar la diferencia de impedancia entre el aire del ambiente exterior y el líquido dentro de la cóclea. ...

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