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Las causas y manifestaciones de las convulsiones son numerosas, desde benignas hasta potencialmente mortales. Los precipitantes convulsivos incluyen fiebre, infecciones del sistema nervioso central, lesiones en la cabeza, anomalías cerebrales estructurales, hipoglucemia, anomalías electrolíticas, hipoxemia, exposición a toxinas, arritmias, trastornos metabólicos, infecciones congénitas y síndromes neurocutáneos.
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Las características clínicas de la actividad convulsiva dependen del área afectada del cerebro y pueden variar desde movimientos tónico-clónicos clásicos, hasta sutiles cambios de conducta; pueden ser generalizadas (con pérdida de conciencia) o parciales (con características focales motoras o de comportamiento). Los movimientos repetitivos rítmicos; la incontinencia intestinal o vesical; el estado posictal y la mordedura de la lengua son características muy propias de las convulsiones.
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Los cambios motores (tónicos o clónicos) pueden ser focales o generalizados, y las convulsiones pueden presentarse con atonía (pérdida repentina de tono o “crisis atónica”) en algunos grupos de edad. Las manifestaciones adicionales de convulsiones incluyen episodios de mirada fija (“ausencia”) o cambios en el estado mental o comportamiento que pueden ser complejos, como los automatismos (parpadeo, movimiento de andar en bicicleta o chasquido de los labios en los bebés), vocalizaciones o alucinaciones.
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Los signos clínicos asociados incluyen alteración en la disfunción autonómica, como midriasis, diaforesis, taquipnea o apnea, taquicardia, hipertensión y salivación, y somnolencia posictal. Los déficits focales transitorios pueden representar la parálisis de Todd después de una convulsión.
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DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
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El diagnóstico de trastorno convulsivo se basa, principalmente, en la historia clínica y el examen físico. La prueba de glucosa regular del paciente debe realizarse a todos los niños que están convulsionando o en estado posictal, aunque el estudio clínico debe orientar pruebas adicionales de laboratorio e imagenología. Las pruebas de detección de electrolitos no están indicadas en la mayoría de los casos de convulsiones infantiles, incluidas las convulsiones febriles simples o las convulsiones afebriles por primera vez, a menos que se indique lo contrario por la historia específica. En la tabla 76-1 se detalla la evaluación sugerida por la unidad de emergencia (UE) de los diferentes cuadros clínicos que presentan convulsiones.
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