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La sepsis generalmente se define como una infección sospechosa o confirmada con evidencia de inflamación sistémica. La sepsis grave es sepsis con evidencia de nueva disfunción orgánica que se cree es secundaria a la hipoperfusión tisular. El choque séptico está presente cuando ocurre una falla cardiovascular, reflejada por hipotensión persistente o la necesidad de vasopresores a pesar de la resucitación con líquido adecuado. La mayoría de los casos de sepsis son causados por bacterias gramnegativas y grampositivas; sin embargo, la sepsis es un síndrome clínico heterogéneo que puede ser causado por cualquier clase de microorganismo, incluyendo hongos, micobacterias, virus, rickettsias y protozoos. Los microorganismos más probables que causan sepsis varían según la exposición del paciente a microorganismos resistentes a los medicamentos (p. ej., debido a una hospitalización reciente u otra exposición relacionada con la atención médica) y el sitio anatómico específico de sospecha de infección. La neumonía, la infección intraabdominal, la infección del tracto urinario y las infecciones de la piel o de los tejidos blandos son las más comunes que precipitan la sepsis.
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La presencia de sepsis puede ser evidente en la presentación inicial de un paciente críticamente enfermo. En algunos casos, sin embargo, la sepsis puede ser un desafío para identificarla de manera temprana en la evaluación de un paciente. Signos vitales anormales como hipertermia o hipotermia, taquicardia, hipotensión y taquipnea pueden sugerir la sepsis como una posibilidad de diagnóstico en las circunstancias clínicas correctas. En particular, hasta 40% de los pacientes que se presentan con hipotensión indiferenciada se diagnostica más tarde con choque séptico cuando se identifica una fuente de infección a través de pruebas de diagnóstico.
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Tradicionalmente, la sepsis ha sido clasificada como un tipo de choque distributivo asociado a vasodilatación periférica, extremidades cálidas e incremento compensatorio del gasto cardiaco. Sin embargo, esto no refleja con precisión la presentación de todos los pacientes con sepsis. La combinación de la depleción de volumen intravascular y la miocardiopatía séptica también pueden manifestarse como choques “frío”, con perfusión periférica deteriorada y extremidades frías.
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Muchas anomalías diferentes son posibles con la sepsis grave, lo que refleja diferentes áreas de daño de órgano final. La sepsis grave es la principal causa de lesión pulmonar aguda y síndrome de dificultad respiratoria aguda (ARDS, acute respiratory distress syndrome).
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La inflamación secundaria extendida a la sepsis comúnmente afecta la función pulmonar incluso en ausencia de neumonía. La hipoxemia refractaria, disminución de la distensibilidad pulmonar y una radiografía de tórax que demuestran infiltrados alveolares pulmonares bilaterales se encuentran comúnmente con el ARDS. Las manifestaciones renales de sepsis grave incluyen insuficiencia renal con azoemia aguda, oliguria y anuria. La anomalía hepática más frecuente es ictericia colestásica y se asocia con la elevación en transaminasas, fosfatasa alcalina y/o bilirrubina. Los cambios hematológicos más frecuentes asociados con sepsis son neutropenia o neutrofilia, trombocitopenia y coagulación intravascular diseminada (DIC, disseminated ...