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En México se han logrado avances incuestionables en el campo de la salud, pero el trabajo científico adolece de falta de coordinación entre los investigadores y los tomadores de decisiones. En efecto, en muchas ocasiones la investigación se aprecia ineficiente, ya sea porque se encuentra desvinculada de los grandes problemas nacionales o porque sus resultados no se toman en cuenta para el diseño de políticas, con la consecuente falta de incorporación a los programas de atención médica. Asimismo, en las universidades no existe una vinculación entre pregrado y posgrado en las diferentes líneas de investigación, y tampoco hay integración de investigadores biomédicos, clínicos y epidemiólogos; además, la investigación en salud es escasa y subsisten problemas como falta de vinculación entre academia e industria que limitan la capacidad del país para entender las necesidades de la población (la ciencia y la sociedad tienen lazos indiscutibles e insolubles, pero en México éstos son casi invisibles; quizá porque están escondidos dentro del poco interés que la ciencia y la investigación científica despiertan en el ciudadano común). Es necesario incrementar la competitividad en el escenario internacional y desarrollar tecnologías que se traduzcan en mayores recursos para la salud y demás campos de la actividad socioeconómica.
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En ese sentido, resulta prioritario estimular la inversión de la industria y enfocar el trabajo de los científicos a mediano y largo plazo en la solución de problemas concretos, tal como lo señala el programa nacional de salud y, en especial, de tecnología.
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En la investigación en salud existen dos aspectos esenciales; en primer lugar, conocer cuáles son los principales problemas de salud en nuestro país y, en segundo lugar, saber cómo van a resolverse. Estos dos aspectos deben asociarse estrechamente a la problemática curricular de las universidades; para resolver los diferentes problemas que afronta la sociedad, el pregrado y el posgrado deben integrarse con la investigación.
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Los investigadores podrían cuestionarse acerca de qué es lo que deben investigar, ya que se enfrentan a dos situaciones decisivas muy importantes: una de ellas es que nuestra sociedad tiene unos problemas específicos de salud, y la otra es el aspecto personal de los investigadores en relación con el desarrollo científico. Existen universidades que permiten promover e impulsar ambos aspectos, pero otras no lo hacen y, lamentablemente, no se le da la importancia debida a la capacidad de los investigadores en este país. Por lo tanto, debería valorarse la capacidad de los mexicanos para contribuir de forma importante a la generación del conocimiento universal, compitiendo de esta manera a escala internacional.
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Los investigadores del interior del país se encuentran ante la situación de que ni la Secretaría de Salud, estatal o federal, ni el mismo Conacyt, a escala nacional, tienen una política de desarrollo de la investigación en salud en México y, por obvias razones, la problemática en salud a escala regional no se encuentra documentada.
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