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RADIACIÓN SOLAR

La luz solar es la fuente más notable y evidente de bienestar en el ambiente. Entre los múltiples beneficios que aportan los rayos solares a la salud humana destacan su calor y su participación en la síntesis de vitamina D; sin embargo, la exposición aguda o crónica a los rayos del sol, también tiene consecuencias nocivas. Se han identificado pocos efectos de la exposición a la luz solar además de los que afectan la piel, pero la exposición a esa forma de energía constituye la causa principal de cáncer cutáneo en el ser humano y también puede tener efectos inmunodepresores.

La energía actínica que llega a la superficie de la Tierra se limita a los componentes de la franja ultravioleta (UV), de la luz visible y parte del espectro infrarrojo. El límite en el extremo corto de la radiación UV se sitúa en alrededor de 290 nm, lo que debe atribuirse más bien al ozono de la estratosfera (formado por radiación ionizante de fuerte carga energética), el cual impide que penetre a la superficie terrestre la radiación solar de menor longitud de onda que, por su mayor carga energética, puede resultar más dañina. Por tal razón, la preocupación por la desaparición de la capa de ozono ocasionada por la liberación de clorofluorocarbonos en la atmósfera ha obligado a concertar acuerdos internacionales encaminados a reducir la producción de esas sustancias químicas.

Las mediciones del flujo solar indican que hay variaciones regionales de hasta 20 veces en la cantidad de energía de 300 nm que alcanza la superficie de la Tierra. Esta variabilidad se relaciona en parte con efectos estacionales, con el recorrido de transmisión de la luz solar a través del ozono y del aire (aumento de 4% por cada 300 m de altitud), con la latitud (mayor intensidad a menor latitud) y con la cantidad de nubes, niebla y contaminación.

Los principales componentes del espectro de acción fotobiológica que pueden afectar la piel del ser humano son las longitudes de onda UV y visible comprendidas entre 290 y 700 nm. Además, las longitudes de onda >700 nm en el espectro infrarrojo emiten ante todo calor y, en determinadas circunstancias, pueden exacerbar los efectos patológicos de la energía de los espectros UV y visible.

La luz UV que alcanza al planeta representa <10% del total de la energía solar incidente, y se ha dividido de manera arbitraria en dos grandes sectores, luz UV-B y luz UV-A, que constituyen las longitudes de onda entre 290 y 400 nm. La longitud de onda de la luz UV-B está entre los 290 y 320 nm; esta parte del espectro fotobiológico es la más eficaz para producir eritema o enrojecimiento de la piel humana, y por eso a veces se denomina "espectro de quemadura solar". La luz UV-A incluye las longitudes de onda entre 320 y 400 nm y, en comparación con la ...

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