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CLASIFICACIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
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La mayoría de los adultos del mundo adquiere al menos una infección de transmisión sexual (STI, sexually transmitted infection) y en muchos persiste el riesgo de padecer complicaciones. Cada día, por ejemplo, se contraen más de un millón de STI en todo el mundo, lo cual coloca a muchas personas afectadas en riesgo de padecer consecuencias adversas de salud reproductiva y neoplasia. Algunas STI, como la sífilis, la gonorrea, la infección por el VIH, la hepatitis B y el chancro blando, a menudo surgen en redes sexuales sumamente interconectadas que se caracterizan por poseer altas tasas de cambio de pareja o tener múltiples parejas al mismo tiempo. Tales redes, por ejemplo, con frecuencia incluyen personas que practican comercio sexual, varones homosexuales e individuos involucrados en el uso de drogas ilícitas, en especial metanfetamina. Otras STI se distribuyen de manera más uniforme en todas las poblaciones; por ejemplo, las infecciones por clamidia, las infecciones genitales por el virus del papiloma humano (HPV) y el herpes genital pueden propagarse con rapidez incluso en poblaciones de riesgo relativamente bajo. Por último, los recursos tecnológicos modernos basados en la detección de ácido nucleico han acelerado la dilucidación del papel de la transmisión sexual en la propagación de algunos virus, incluidos el virus del Ébola y Zika, y han proporcionado nueva evidencia de transmisión sexual aparente de varias bacterias, incluida Neisseria meningitidis del grupo C y microorganismos anaerobios que causan vaginosis bacteriana (BV, bacterial vaginosis).
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En general, la tasa inicial de diseminación de cualquier STI dentro de una población es producto de tres factores: la tasa de contacto sexual de personas predispuestas con personas que la pueden infectar, la eficacia de la transmisión por exposición y la duración del periodo infeccioso en las personas infectadas. En consecuencia, los esfuerzos para prevenir y controlar las STI se deben encaminar a reducir la tasa de contacto sexual entre los individuos predispuestos y las personas infectadas (p. ej., mediante asesoramiento individual y esfuerzos por cambiar las normas de conducta sexual, así como por varias medidas de control de STI que ayudan a reducir la proporción de la población infectada) con el fin de disminuir la duración del periodo contagioso (mediante el diagnóstico oportuno y los tratamientos curativos o supresores) y reducir la eficacia de la transmisión (p. ej. con la promoción del uso del condón y de prácticas sexuales más seguras, el uso de vacunas efectivas y, en fecha más reciente, la circuncisión en el varón).
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En todas las sociedades, las STI son una de las enfermedades infecciosas más comunes. En la actualidad, las infecciones que se consideran de transmisión predominantemente sexual o cuyo contagio es con frecuencia por esta vía son por lo menos 40 microorganismos (cuadro 131-1). En los países en vías de desarrollo, donde habita tres cuartas partes de la población mundial y ocurre 90% de las STI, ciertos factores como el crecimiento ...