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Las bases para la aplicación diagnóstica de pruebas de imagen en pacientes con CAD conocida o sospechada deben considerarse teniendo en cuenta la probabilidad de la enfermedad antes de la realización de pruebas, así como de las características específicas de las pruebas de imagen (sensibilidad y especificidad). En pacientes sintomáticos, la prevalencia de probabilidad de CAD antes de la prueba difiere en base al tipo de síntoma (angina típica, angina atípica, dolor torácico de origen no cardiaco) así como de la edad, sexo y factores de riesgo coronario. En un paciente individual, los resultados de las pruebas iniciales informan de la probabilidad de CAD después de la realización de pruebas. En pacientes sometidos a pruebas secuenciales (p. ej., ECG en tapiz rodante seguida de estudios de imagen con esfuerzo), la probabilidad de la enfermedad después de la realización de la primera prueba se transforma en la probabilidad de la enfermedad antes de la prueba para la segunda prueba. Sin importar la secuencia se esperaría obtener suficiente información para confirmar o descartar el diagnóstico de CAD; tal información permitirá una estratificación precisa del riesgo para guiar las decisiones terapéuticas.
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En el cuadro 236-3 se resumen las precisiones diagnósticas relativas de las modalidades de imagen cardiaca para el diagnóstico de CAD.
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Es importante resaltar que la gran mayoría de estudios, incluidos metaanálisis de precisión diagnóstica de modalidades de imagen cardiaca para el diagnóstico de CAD, fueron estudios pequeños, retrospectivos, realizados sólo en un centro hospitalario, que incluye predominantemente pacientes varones con prevalencia elevada de CAD (>50-60%). Estudios en múltiples centros hospitalarios que han valorado el desempeño de las modalidades individuales o que han comparado las diferentes modalidades han producido precisiones diagnósticas más modestas, lo que corresponde más estrechamente a la forma en que estas pruebas se desempeñan en la práctica.
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Ecocardiografía de esfuerzo
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La característica distintiva de la isquemia miocárdica durante la ecocardiografía de esfuerzo es el desarrollo de nuevas anomalías en el movimiento parietal regional y disminución del grosor sistólico de la pared (video 236-3). La ecocardiografía de esfuerzo puede realizarse en conjunto con ejercicio o administración de dobutamina; esta técnica es mejor para identificar anomalías inducibles en el movimiento parietal en segmentos con contractilidad previamente normal. En un paciente con anomalías de la cinética parietal en reposo, la especificidad de la ecocardiografía de esfuerzo se reduce y el deterioro de la función regional de un segmento previamente anormal podría reflejar deterioro de la función contráctil en casos de incremento de la tensión parietal más que nueva evidencia de isquemia inducible.
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Las ventajas de la ecocardiografía de esfuerzo sobre otras técnicas de imagen con esfuerzo incluyen su relativa buena precisión diagnóstica, la disponibilidad amplia, que no se utiliza radiación ionizante y un costo relativamente bajo. Las limitaciones de la ecocardiografía de esfuerzo incluyen: 1) las dificultades técnicas relacionadas con la obtención de imágenes en el esfuerzo máximo, por la hiperpnea durante el ejercicio y por el movimiento cardiaco, 2) el hecho de que puede observarse una recuperación rápida de la cinética parietal en casos de isquemia leve (en especial con enfermedad de un vaso, lo que limita su sensibilidad), 3) la dificultad para detectar isquemia residual en zonas infartadas por las anomalías de la cinética parietal en reposo, 4) una gran dependencia del operador para la obtención de datos ecocardiográfico y para el análisis de las imágenes y 5) el hecho de que las imágenes de alta calidad en que se observan todos los segmentos miocárdicos ocurre sólo en el 85% de los pacientes. Nuevas técnicas incluyen una segunda imagen armónica y el uso de medios de contraste intravenosos para mejorar la calidad de la imagen, pero sus efectos sobre la precisión diagnóstica no están bien documentados.
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Al igual que con las imágenes de perfusión nuclear, la ecocardiografía de esfuerzo a menudo se utiliza para estratificar el riesgo en pacientes con CAD conocida o sospechada. Una ecocardiografía de esfuerzo negativa se asocia con un excelente pronóstico y permite la identificación de pacientes con bajo riesgo. Por el contrario, el riesgo de eventos adversos se incrementa con la extensión y gravedad de las anomalías de la cinética parietal en la ecocardiografía de esfuerzo.
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Imágenes de esfuerzo con radioisótopos
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Los estudios de imagen de perfusión miocárdica con SPECT son la forma más común de pruebas de imagen de esfuerzo para la valoración de CAD. La presencia de un defecto reversible en la perfusión miocárdica es indicativa de isquemia (fig. 236-9, imagen de la izquierda), mientras que un defecto fijo de la perfusión por lo general refleja un infarto miocárdico previo (fig. 236-9, imagen de la derecha). Como se mencionó antes, la PET tiene ventajas en comparación con SPECT, pero es más costosa y no se encuentra ampliamente disponible, por tanto, se considera una tecnología emergente en la práctica clínica.
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Las imágenes de perfusión nuclear son otro método muy útil para el diagnóstico de CAD obstructiva, cuantificación de la magnitud de la isquemia miocárdica inducible, valoración de la extensión de la viabilidad de tejido y para guiar las opciones terapéuticas (selección de pacientes para revascularización). Una de las aplicaciones más útiles en la práctica clínica de las imágenes de perfusión con radioisótopos es para estratificación del riesgo. Está bien confirmado que los pacientes con SPECT o PET normal muestran una mediana de eventos cardiacos mayores de <1% al año. El riesgo de muerte e infarto miocárdico se incrementa de manera lineal con el incremento en la magnitud de las anomalías de perfusión, lo que refleja la extensión y gravedad de CAD.
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Pese al uso amplio y la aceptación clínica de las imágenes con radioisótopos en la valoración de CAD, una limitación reconocida de este método es que a menudo se detectan sólo territorios coronarios irrigados por arterias con las estenosis más graves. En consecuencia, es relativamente insensible para delinear con precisión la extensión de la CAD obstructiva detectada por medios angiográficos, en especial en casos de enfermedad de múltiples vasos. El uso de flujo sanguíneo miocárdico cuantitativo y la reserva de flujo coronario con PET pueden ayudar a mitigar estas limitaciones. En pacientes con isquemia "equilibrada" o carga difusa, las mediciones de reserva de flujo coronario descubren áreas del miocardio en riesgo que podrían pasarse por alto mediante la realización sólo de valoración relativa de perfusión miocárdica (fig. 236-10). En cambio, una reserva de flujo coronario normal se asocia con un valor predictivo negativo muy elevado para descartar CAD angiográfica de alto riesgo. Estas mediciones de reserva de flujo coronario también contribuyen a la estratificación del riesgo a través del espectro de cambios isquémicos, incluidos pacientes con perfusión miocárdica visualmente normal.
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IMÁGENES DE PERFUSIÓN HÍBRIDAS, CT Y NUCLEARES
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Como muchos de los equipos de medicina nuclear de generación más reciente integran CT y cámara gamma en el mismo portal de adquisición, es posible obtener y cuantificar el miocardio cicatrizado y obtener una cuantificación CAC a partir de un estudio de modalidad dual (SPECT/CT o PET/CT) (fig. 236-11). La razón para este método integrado se basa en el hecho de que el método para obtener imágenes de perfusión se diseñó para descubrir sólo la aterosclerosis que causa obstrucción. Por el contrario, la cuantificación CAC proporciona una medición cuantitativa de la extensión anatómica de la aterosclerosis. Esto proporciona una oportunidad para mejorar los modelos tradicionales para la valoración del riesgo utilizando sólo imágenes nucleares, en especial en pacientes sin CAD conocida.
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Las placas voluminosas son más propensas a calcificación; las lesiones estenóticas con frecuencia contienen grandes cantidades de calcio. Existe evidencia de que cuantificaciones altas de CAC por lo general pronostican una elevada probabilidad de CAD obstructiva; los datos disponibles apoyan el concepto de un fenómeno de umbral que controla estas relaciones (cuantificación de Agatston >400). A pesar de esto, dado el hecho de que las cuantificaciones de CAC son marcadores inespecíficos de CAD obstructiva, se debe tener precaución al utilizar esta información con base para la referencia de pacientes a angiografía coronaria, sobre todo en pacientes asintomáticos con pruebas de esfuerzo con riesgo bajo. Por el contrario, cuantificaciones CAC <400, en especial en pacientes asintomáticos con probabilidad intermedia a elevada de CAD y en aquellos individuos con angina típica podría ser menos eficaz para descartar CAD, en especial en varones sintomáticos jóvenes y mujeres que tienen aterosclerosis principalmente no calcificada (fig. 236-12).
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Como se revisó antes, la mejoría en la resolución temporal y espacial de los equipos de CT modernos con múltiples detectores ofrece un método singular sin penetración corporal para delinear la extensión y gravedad de la aterosclerosis coronaria. La sensibilidad extremadamente elevada de este método lo hace muy eficaz para descartar la presencia de CAD (valor predictivo negativo elevado) (cuadro 236-3). En casos de cuantificaciones elevadas de calcio coronario (p. ej., >400), la especificidad se reduce por el surgimiento de artefactos por el calcio que no permiten la valoración de la luz vascular con precisión. Dado el elevado valor predictivo negativo de la CTA, un estudio normal descarta de manera eficaz una CAD obstructiva y evita la necesidad de estudios adicionales. Como se comenta más adelante, esto puede ser bastante útil en pacientes con riesgo clínico bajo e intermedio que acuden al servicio de urgencias con dolor torácico. Sin embargo, la capacidad limitada de esta técnica para determinar la gravedad de la estenosis y predecir qué obstrucción limita el flujo puede hacer que un resultado anormal del estudio sea más difícil de interpretar, sobre todo en términos de la posible necesidad de una revascularización coronaria. Hay datos emergentes que sugieren que agregar valoraciones por CT de perfusión miocárdica de esfuerzo (similar a las pruebas de perfusión miocárdica de esfuerzo con CMR) (fig. 236-13, imagen superior) o el cálculo de la reserva de flujo fraccionada (denominada FFRCT) (fig. 236-13, imagen inferior) son útiles para definir la importancia hemodinámica de la estenosis anatómica. Sin embargo, no hay un uso clínico sistemático y continúa como una tecnología emergente.
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Al igual que con angiografía coronaria con penetración corporal, la valoración de la extensión de CAD por CTA puede proporcionar información útil para el pronóstico. En pacientes sin CAD obstructiva en la CTA se ha informado una tasa baja de eventos cardiacos a un año. Para pacientes con CAD obstructiva, el riesgo de eventos cardiacos adversos se incrementa de manera proporcional con la extensión de la CAD obstructiva detectada por angiografía. Hay nueva evidencia de que incluso la presencia de aterosclerosis no obstructiva aumenta el riesgo de incidentes cardiacos adversos.
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Aunque la CTA es útil en la valoración de la permeabilidad de los injertos de derivación, la valoración de las endoprótesis es un poco más difícil por la limitada resolución espacial de la CT y el diámetro de la endoprótesis (diámetros <3 mm se asocian con mayor número de visualización parcial de la luz vascular y estudios no diagnósticos); ambos factores contribuyen a los resultados clínicos limitados.
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La CMR valora la isquemia por CAD mediante la valoración de la perfusión miocárdica regional o el movimiento regional de la pared en reposo y durante el esfuerzo; esto último es análogo a la ecocardiografía con dobutamina. Los estudios de CMR con esfuerzo usan fármacos vasodilatadores o dobutamina. La perfusión miocárdica se valora al inyectar un bolo de GBCA seguido de la adquisición continua de datos conforme el medio de contraste pasa través de las cavidades cardiacas y hacia el miocardio. El déficit relativo de la perfusión se reconoce como regiones de señal de baja intensidad (color negro) en el miocardio (video 236-4). Varios minutos después de la inyección de GBCA, la imagen LGE permite detectar áreas brillantes de cicatriz miocárdica (blanca); esto compara las regiones con hipoperfusión e infarto para cuantificar la isquemia miocárdica (fig. 236-14).
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Con la mejor delineación de los márgenes endocárdicos, la CMR con dobutamina tiene mayor exactitud diagnóstica que la ecocardiografía con dobutamina para detectar la CAD, sobre todo en pacientes con una ventana acústica deficiente (cuadro 236-3). Las dosis altas de dobutamina conllevan el riesgo de arritmias ventriculares graves (casi 1%), aunque la mayoría de los casos puede prevenirse con la monitorización apropiada de los signos vitales y la función cinética regional. Las ventajas de la CMR de perfusión con esfuerzo sobre la SPECT incluyen su mayor resolución espacial, lo que permite detectar isquemia o infarto subendocárdicos que pueden pasar inadvertidos en la SPECT. Como con otras modalidades de imágenes, los estudios de CMR con esfuerzo pueden tener un valor pronóstico sólido. Un estudio CMR normal en pacientes con dolor torácico y riesgo intermedio anterior a la prueba se relaciona con una tasa anual <1% de muerte o infarto miocárdico.
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Selección de las estrategias de pruebas en pacientes sin CAD conocida
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Como se comentó antes, existen muchas opciones para la valoración de pacientes con sospecha de CAD que acuden con dolor torácico. Los aspectos críticos a responderse con la estrategia de pruebas incluyen: 1) ¿el dolor torácico refleja CAD obstructiva?; 2) ¿cuáles son los riesgos a corto y largo plazos?; 3) ¿cuáles son las necesidades del paciente a considerar para la revascularización?
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Para pacientes sintomáticos sin antecedente de CAD y con ECG normal o casi normal en reposo, que pueden realizar ejercicio, las guías de la American College of Cardiology/American Heart Association recomiendan una estrategia de pruebas de esfuerzo en banda sin fin (ETT, excersice treadmill testing) estándar, como la estrategia inicial de pruebas. Las guías sugieren que los pacientes clasificados con ETT de riesgo bajo (aquellos que logran más de 10 equivalentes metabólicos [MET] sin dolor torácico o cambios ECG) reciben al inicio tratamiento médico; aquellos con ETT de alto riesgo (p. ej., angina típica con depresión del segmento ST >2 mm en varias derivaciones, elevación del segmento ST durante el ejercicio, disminución de la presión arterial o arritmias ventriculares sostenidas) son enviados para angiografía coronaria.
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El uso de pruebas de esfuerzo en mujeres presenta dificultades que no se observan en varones, lo que refleja la diferencia en la baja prevalencia de CAD obstructiva en mujeres y la precisión diferente de las pruebas de esfuerzo en varones y mujeres. En comparación con los varones, la baja probabilidad de enfermedad antes de la prueba significa que más resultados serán positivos falsos. En algunos de estos pacientes, una ETT positiva puede reflejar la verdadera isquemia miocárdica causada por disfunción microvascular de las arterias coronarias (conocida como enfermedad microvascular). Además, la incapacidad de las mujeres para ejercitarse a la capacidad aeróbica máxima, la mayor prevalencia de prolapso de la válvula mitral y de enfermedad microvascular y otras razones más pueden contribuir a las diferencias con los varones. Las dificultades para utilizar pruebas de esfuerzo para el diagnóstico de CAD obstructiva en mujeres han llevado a especulaciones de que serían preferibles las imágenes de esfuerzo en comparación con las pruebas estándar de esfuerzo. Sin embargo, datos recientes del estudio clínico WOMEN sugieren que, en mujeres sintomáticas, de bajo riesgo, que pueden realizar ejercicio, la ETT estándar es muy eficaz como estrategia diagnóstica inicial en comparación con los estudios con radioisótopos de esfuerzo. De hecho, los resultados a dos años fueron similares con ambas estrategias diagnósticas; la opción con ETT primero generó costos 48% menores que las imágenes con radioisótopos durante el ejercicio.
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Los pacientes con riesgo intermedio a elevado después de ETT (p. ej., baja duración del ejercicio, dolor torácico, depresión del segmento ST o combinaciones de estos datos sin características de alto riesgo) a menudo necesitarán pruebas adicionales, ya sea en estudios de imagen con esfuerzo o angiografía coronaria por CT sin penetración corporal, para identificar con mayor precisión el riesgo clínico. Las estrategias más comunes de imagen con esfuerzo en pacientes con riesgo intermedio incluyen ecocardiografía de esfuerzo e imágenes con radioisótopos. En estos pacientes, las imágenes de esfuerzo con SPECT o con ecocardiografía han demostrado reclasificar con precisión a los pacientes que al inicio se clasificaron por ETT como riesgo bajo o alto (fig. 236-15). Siguiendo dicha estrategia en etapas de aplicación de ETT de bajo costo al inicio y reservar los estudios de imagen más costosos para refinar la estratificación del riesgo de pacientes inicialmente clasificados como riesgo intermedio por ETT es más rentable que aplicar imágenes anatómicas o de esfuerzo como prueba inicial de manera habitual.
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Se recomienda una estrategia de imágenes de esfuerzo como primer paso para pacientes incapaces de realizar ejercicio a una carga de trabajo adecuada o aquellos con ECG anormales en reposo (p. ej., hipertrofia ventricular izquierda con esfuerzo, bloqueo de rama izquierda del haz de His). Los documentos más recientes con respecto al uso apropiado de radioisótopos e imágenes por ecocardiografía también consideran que la estrategia de imagen puede ser un primer paso apropiado en pacientes con probabilidad intermedia a elevada de CAD (p. ej., diabéticos, alteración de la función renal) por incremento de la sensibilidad general para el diagnóstico de CAD y mejoría en la estratificación del riesgo. Si se consideran las aplicaciones clínicas potenciales de las modalidades de imagen, debe considerarse la evidencia que apoya la utilidad de la valoración de la isquemia en comparación con la anatomía. A partir de dicho análisis, una CTA normal es útil porque descarta de manera eficaz la presencia de CAD obstructiva y la necesidad de pruebas adicionales, define un riesgo clínico bajo y facilita la toma de decisiones terapéuticas con respecto al envío a angiografía coronaria. Por su precisión limitada para definir la gravedad de la estenosis y predecir la isquemia, los resultados de una CTA anormal son más difíciles de interpretar y de utilizar como base para definir la necesidad potencial de angiografía coronaria con penetración corporal y revascularización. En tales pacientes suelen ser necesarias las pruebas de esfuerzo con vigilancia para determinar la posible necesidad de revascularización (fig. 236-16).
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La justificación de las imágenes de esfuerzo en las estrategias de análisis se ha basado en la identificación de los pacientes que podrían beneficiarse de la revascularización por medio de estimaciones del miocardio en riesgo sin penetración corporal, más que de estenosis anatómicas identificadas por angiografía. Existe evidencia de que la sola presencia de isquemia moderada a grave identifica a pacientes con mejoría aparente de la supervivencia con revascularización. Los pacientes con isquemia leve o sin isquemia son elegibles para tratamiento médico óptimo. Las ventajas de este método incluyen evitar el cateterismo excesivo con los costos y riesgos relacionados y la posibilidad de realizar intervenciones innecesarias. La precisión diagnóstica aceptable de las pruebas de esfuerzo junto con su estratificación del riesgo y la capacidad de brindar información sobre la isquemia para identificar a pacientes que podrían beneficiarse de la revascularización sugiere la participación potencial como estrategia primaria de imagen en pacientes con probabilidad intermedia a elevada de CAD. Aunque los datos disponibles sugieren una exactitud diagnóstica similar con SPECT y ecocardiografía, pero mayor con PET y CMR, la elección de la estrategia depende de la disponibilidad y la experiencia locales.
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Selección de las pruebas en pacientes con CAD conocida
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El uso y selección de estrategias de análisis en pacientes sintomáticos con CAD confirmada (p. ej., antes de la angiografía, del infarto miocárdico y de la revascularización) difieren de la de los pacientes sin CAD previa. Aunque la ETT estándar es útil para diferenciar el dolor torácico de origen cardiaco o no cardiaco, el ECG durante el ejercicio tiene numerosas limitaciones después de infarto del miocardio y la revascularización (en especial después del injerto de derivación arterial coronaria). Estos pacientes con frecuencia tienen anomalías ECG en reposo. Además, existe la necesidad clínica de documentar la magnitud y localización de la isquemia para dirigir el tratamiento, en especial la posible necesidad de revascularización dirigida. En consecuencia, las pruebas de imagen se prefieren para la valoración de pacientes con CAD conocida.
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Existen diferencias importantes en la eficacia de las pruebas de imagen en estos pacientes. Como se mencionó antes, la CTA coronaria tiene limitaciones en pacientes con antecedente de revascularización. La CTA proporciona visualización excelente del injerto de derivación, aunque la circulación original tiende a presentar calcificación intensa y en general no es buen objetivo para los estudios de imagen con CTA. De la misma forma, los artefactos por endoprótesis metálicas también limitan la aplicación de la CTA coronaria en pacientes con antecedente de intervención coronaria percutánea. Si está indicada una estrategia anatómica se prefiere el envío directo a angiografía con penetración corporal.
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Los métodos de imagen con esfuerzo son especialmente útiles y se prefieren en pacientes con síntomas de CAD corroborada. Al igual que en pacientes sin antecedentes de CAD, los estudios de imagen normales en pacientes con síntomas y CAD confirmada también identifican a un grupo de bajo riesgo. En aquellos con estudios de imagen de esfuerzo anormales, el grado de anormalidad se relaciona con el riesgo después de la realización de la prueba. Además, los métodos de imagen con esfuerzo pueden localizar y cuantificar la magnitud de la isquemia, con lo que se colabora a la planificación de los procedimientos de revascularización. Al igual que los pacientes con antecedente de CAD, la elección de las estrategias de imagen de esfuerzo depende de la disponibilidad y de la experiencia local.
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Consideraciones sobre las estrategias de pruebas en pacientes que acuden con dolor torácico al servicio de urgencias
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Aunque el dolor torácico agudo es una razón frecuente para acudir al servicio de urgencias, sólo pocos pacientes tienen síndrome coronario agudo (ACS, acute coronary syndrome). Las estrategias utilizadas en la valoración de estos pacientes incluyen biomarcadores cardiacos novedosos (p. ej., troponina sérica), pruebas tradicionales de esfuerzo (ETT) y estudios de imagen cardiaca sin penetración corporal. En general se acepta que el objetivo primario de esta valoración es descartar ACS y otras enfermedades graves más que la detección de CAD.
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La valoración sistemática del dolor torácico agudo en la mayor parte de los centros en Estados Unidos incluye la hospitalización en unidades de dolor torácico a fin de descartar ACS con el uso de ECG seriado y medición de biomarcadores cardiacos. En pacientes selectos pueden utilizarse pruebas de esfuerzo con o sin imagen para la estratificación adicional del riesgo. La ecocardiografía de esfuerzo y las imágenes con radioisótopos son los estudios de imagen utilizados más a menudo en estos pacientes. Los estudios de imagen de CMR de múltiples parámetros se han utilizado con éxito en pacientes con dolor torácico agudo (video 236-5). Por su capacidad para probar múltiples aspectos de la fisiología miocárdica, anatomía cardiaca e identificación de tejidos con imágenes de LGE, la CMR también es útil para diagnosticar enfermedades que simulan ACS (p. ej., miocarditis aguda, miocardiopatía de takotsubo, pericarditis) (fig. 236-17).
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Como se comentó antes, la CTA coronaria es una técnica de imagen rápida y precisa para descartar la presencia de CAD y también es apropiada para la valoración de pacientes con dolor torácico agudo (fig. 236-18). Cuatro estudios clínicos con asignación al azar demostraron la factibilidad, seguridad y exactitud de la CTA coronaria en el servicio de urgencias, comparada con la atención usual (que casi siempre incluye imágenes con esfuerzo). Los pacientes en estos estudios clínicos tuvieron riesgo clínico muy bajo. En general, no se informaron muertes y hubo muy pocos infartos del miocardio sin diferencias entre los grupos. No hubo diferencias en las visitas a los servicios de urgencias después del alta o en nuevas hospitalizaciones. Tales estudios demostraron disminución de la estancia hospitalaria con la CTA coronaria; la mayor parte de los casos, aunque no en todos, informó disminución del costo. Una observación de un metaanálisis reciente fue que, en comparación con la atención habitual, la mayoría de los pacientes asignados a CTA coronaria fueron sometidos a cateterismo cardiaco (6.3 en comparación con 8.4%, respectivamente) y revascularización (2.6 en comparación con 4.6%, respectivamente). El incremento relativo de la frecuencia en los envíos a cateterismo cardiaco y revascularización después de la CTA coronaria comparó las estrategias de imagen con esfuerzo que también se observan en pacientes con síndromes de dolor torácico estable.
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En conjunto, los datos disponibles sugieren claramente que no todos los pacientes que acuden con dolor torácico agudo requieren estudios de imagen especializados. Los pacientes con riesgo clínico muy bajo y resultados negativos en la medición de biomarcadores (en especial los análisis de troponina de alta sensibilidad) pueden ser clasificados con seguridad. El uso de estudios de imágenes en pacientes con riesgo intermedio debe considerarse con cuidado, sobre todo por los costos descritos antes.
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VALVULOPATÍA CARDIACA
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Las anomalías de cualquiera de las cuatro estructuras valvulares en el corazón pueden causar disfunción cardiaca importante, insuficiencia cardiaca o incluso la muerte. Se han utilizado ecocardiografía, CMR y CT cardiaca para valorar la valvulopatía cardiaca, aunque en general la ecocardiografía se considera la prueba de imagen a realizarse en primer lugar para dicha valoración. Además, la ecocardiografía es el método de detección más rentable para las valvulopatías cardiacas. En algunos casos, la CMR puede complementar la ecocardiografía cuando la ventana acústica ecocardiográfica es inadecuada, si es necesario cuantificar los datos del flujo sanguíneo con mayor precisión o proporcionar una valoración complementaria de las estructuras vasculares adyacentes que son relevantes para la valvulopatía.
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La ecocardiografía puede utilizarse para valorar lesiones de insuficiencia y de estenosis de cualquiera de las válvulas cardiacas. Las indicaciones típicas de ecocardiografía para valorar las valvulopatías cardiacas incluyen soplos cardiacos identificados en la exploración física, síntomas de disnea que podrían representar valvulopatía cardiaca, síncope o presíncope y exámenes preoperatorios en pacientes que se someterán a derivación cardiaca. Un estudio estándar de ecocardiografía debe incluir la valoración cuantitativa y cualitativa de todas las válvulas sin importar la indicación y debe servir como una prueba de detección adecuada para la valvulopatía significativa.
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Valoración de la estenosis aórtica
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Este trastorno es una de las formas más comunes de valvulopatía cardiaca; ocurre más a menudo por progresión gradual de la calcificación valvular en válvulas normales y con anomalías congénitas. La valoración de la estenosis aórtica se realiza más a menudo con ecocardiografía, aunque se han desarrollado técnicas para valoración cuantitativa de la estenosis aórtica con CMR; desde la década pasada cada vez se utilizan más a menudo. En general, la valoración ecocardiográfica inicia con la inspección visual de la válvula. Esto permite la valoración de la morfología valvular ya sea tricúspide, bicúspide o de otra variante, el grado de calcificación de las valvas y el desplazamiento de las mismas.
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La válvula aórtica normal consiste en tres valvas: la coronaria derecha, coronaria izquierda y la valva no coronaria. Las anomalías del desarrollo de las valvas son de las anomalías cardiacas congénitas más comunes, de las cuales la más frecuente es la válvula aórtica bicúspide, con dos valvas en lugar de tres (fig. 236-19). La válvula aórtica puede visualizarse en la ecocardiografía, aunque en ocasiones puede ser difícil de diferenciar una válvula aórtica bicúspide de sus variantes, incluida la presencia de una comisura vestigial (rafe). La válvula aórtica bicúspide, una de las anomalías congénitas más comunes, predispone a la estenosis y a la insuficiencia aórticas.
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El grado de estenosis aórtica se valora por el cálculo del gradiente de presión a través de la válvula y el área valvular. Los pacientes con estenosis aórtica moderada o grave por lo general tienen velocidades máximas instantáneas de 3.0 m/s y más elevadas; a menudo tienen más de 4.0 m/s, lo que corresponde a gradientes de presión de 36 y 64 mm Hg, de forma respectiva. Como los gradientes de presión a través de la válvula aórtica pueden subestimarse en pacientes con disfunción grave del LV, el cálculo del área valvular por el principio de continuidad es la técnica más precisa para valorar la gravedad de la estenosis. Sin embargo, la valoración de pacientes con estenosis aórtica de bajo flujo o bajo gradiente puede ser difícil y en ocasiones requiere pruebas de provocación como ecocardiografía con dobutamina. En tales casos es importante diferenciar si la válvula es capaz de abrirse aún más o si se comporta simplemente como una válvula estenótica por un bajo gradiente de presión.
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Áreas de válvula aórtica <1.0 cm2 se consideran lesiones graves, y áreas valvulares <0.6 cm2 se consideran críticas. Los pacientes con buena función ventricular izquierda a menudo pueden tolerar la estenosis aórtica grave por un periodo considerable, pero no deben utilizarse las áreas o gradientes valvulares solos si un paciente será sometido a cirugía de válvula aórtica, ya que ésta continúa como una decisión crítica.
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Algunos pacientes con estenosis aórtica aparente en realidad tienen obstrucción subvalvular o incluso supravalvular. La miocardiopatía hipertrófica representa la forma clásica de estenosis aórtica subvalvular, pero ésta suele diferenciarse con facilidad de la estenosis aórtica en la ecocardiografía, ya que puede observarse la abertura de las valvas durante la sístole. Las membranas subaórticas pueden comportarse de manera muy similar a la estenosis de las valvas aórticas; las membranas por sí mismas pueden ser muy delgadas y difíciles de observar, aunque la presencia de un soplo, un gradiente transvalvular en las valvas aórticas que parecen abrirse normalmente es muy sugestivo de la presencia de una membrana. La estenosis aórtica supravalvular también ocurre, aunque es extremadamente poco común.
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La aparición de la intervención de las válvulas aórticas a través de un catéter como opción terapéutica para pacientes con estenosis aórtica grave que no son elegibles para sustitución quirúrgica ha resultado una función clínica muy importante para las imágenes de múltiples modalidades. Las imágenes desempeñan una función crítica en la planificación antes del procedimiento, para la optimización de la implantación durante el procedimiento y para la vigilancia de estos pacientes. La CT desempeña una función importante para definir la elegibilidad para el sitio de acceso propuesto (CTA de la aorta y de las arterias iliacas) y para definir las relaciones anatómicas entre la válvula aórtica y la raíz aórtica, el LV y los orificios coronarios. La CT cardiaca y la TE también se han utilizado para definir el tamaño del dispositivo. Se utiliza la TE durante la implantación del dispositivo para asegurar la mejor compatibilidad entre la prótesis y el paciente, para valorar la posición y la función de la prótesis después de la implantación e identificar complicaciones inmediatas (p. ej., insuficiencia aórtica, fuga paravalvular por incompatibilidad entre el paciente y la prótesis). La ecocardiografía es la modalidad de imagen preferida para la vigilancia a largo plazo.
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Valoración de la insuficiencia aórtica
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La valoración de la insuficiencia aórtica requiere valoración cualitativa de la estructura de la válvula aórtica. La insuficiencia aórtica es una anomalía congénita común de dicha válvula, que más a menudo corresponde a una válvula aórtica bicúspide. La insuficiencia aórtica a menudo coexiste con estenosis aórtica; es común en pacientes con estenosis e insuficiencia aórtica grave. Las anomalías congénitas de las valvas aórticas, como la válvula aórtica bicúspide, son causas comunes de insuficiencia aórtica. La dilatación de la raíz aórtica, como ocurre en pacientes con hipertensión y otros trastornos en los cuales ocurre dilatación cardiaca, también puede ocasionar insuficiencia aórtica incluso cuando las valvas son intrínsecamente normales por coaptación inadecuada de las valvas. La dilatación de la raíz aórtica es común en pacientes con insuficiencia aórtica, como causa o como lesión coexistente; en estos pacientes deben medirse y vigilarse la raíz aórtica y aorta ascendente (fig. 236-20).
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Como la insuficiencia aórtica puede ocasionar dilatación del LV con el tiempo con reducción final de la función ventricular, la atención de pacientes con insuficiencia aórtica requiere valoración seriada del tamaño y función ventriculares. Los pacientes cuyos ventrículos se dilatan más allá de un diámetro telesistólico de 5.5 cm o aquellos con disminución de la LVEF por debajo de cifras normales, se encuentran en riesgo significativamente más alto de muerte o de insuficiencia cardiaca; estas mediciones a menudo se utilizan para decidir la necesidad de cirugía valvular. La cuantificación de la insuficiencia misma puede realizarse con varios métodos. La valoración visual semicuantitativa del ancho de un chorro de regurgitación y su profundidad con Doppler de flujo a color es el método más utilizado. El diámetro del chorro como razón del diámetro del infundíbulo ventricular izquierdo proximal a la válvula representa uno de los índices más fiables de gravedad; se correlaciona bien con la valoración angiográfica. De la misma forma, la vena contracta, que representa el diámetro más pequeño de flujo regurgitante al nivel de la válvula, puede utilizarse para valorar la gravedad de la insuficiencia aórtica. Otros métodos con Doppler incluyen la valoración de la semivida de presión con la tasa de reducción del gradiente de presiones entre la aorta y el LV, una medición de la gravedad de la insuficiencia aórtica, así como la valoración del flujo aórtico invertido en la aorta descendente. El volumen regurgitante puede calcularse al comparar el flujo a través de las válvulas aórtica y pulmonar, asumiendo que la válvula pulmonar sea suficiente.
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La CMR ofrece varias ventajas sobre la ecocardiografía en la valoración de la insuficiencia aórtica; puede ser más precisa que la ecocardiografía para valorar pequeños cambios en el tamaño con función cardiaca que ocurre con el tiempo en pacientes con insuficiencia aórtica. Además, las técnicas de CMR pueden ser muy precisas para cuantificar el volumen de regurgitación en pacientes con insuficiencia aórtica, una limitación conocida de la ecocardiografía; también pueden capturar imágenes tridimensionales del tamaño aórtico que en ocasiones son útiles para establecer la causa de la insuficiencia aórtica o para vigilar al paciente (fig. 236-21 y video 236-6).
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Valoración de la insuficiencia mitral
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La válvula mitral normal se compone de valvas anterior y posterior en una configuración en silla de montar (fig. 236-22). Las valvas están unidas a los músculos papilares a través de las cuerdas tendinosas insertadas en el lado ventricular de las valvas. La insuficiencia mitral puede ocurrir por anomalías en las valvas, en las estructuras de las cuerdas o de los ventrículos o en cualquier combinación de éstas (fig. 236-23).
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El prolapso de la válvula mitral, en el cual una de las valvas se desplaza por detrás del plano de la otra valva, puede ser causada por degeneración mixomatosa de las válvulas y redundancia de las valvas, rotura de las estructuras de las cuerdas por enfermedades degenerativas o bien, rotura o disfunción de los músculos papilares por infarto miocárdico. El chorro de insuficiencia puede visualizarse con Doppler de flujo a color. La velocidad del chorro de regurgitación depende del gradiente de presión entre las dos cavidades. Esta velocidad tiende a ser muy elevada en caso de lesiones con insuficiencia de lado izquierdo, lo que incluye las insuficiencias mitral y aórtica; esto ocasiona flujo turbulento en el estudio Doppler de flujo a color (fig. 236-23). El cálculo visual del Doppler de flujo a color suele ser suficiente para la valoración cualitativa de la gravedad del chorro de regurgitación, pero puede subestimar o sobreestimar de manera espectacular la gravedad del reflujo, en particular cuando el chorro de regurgitación es bastante excéntrico. Por tal razón, en general se recomienda la valoración cuantitativa, en especial cuando se toman decisiones clínicas con respecto a la intervención quirúrgica. El método del área de superficie de isovelocidad (PISA, isovelocity surface area) general se utiliza para la valoración cuantitativa de la gravedad de la insuficiencia mitral. Este método se basa en el cálculo de la velocidad de aceleración de flujo a una distancia específica proximal a la válvula con la suposición de que el flujo se acelera en hemiesferas concéntricas.
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Al igual que con la insuficiencia aórtica, la valoración de la estructura y función ventriculares también son parte integral de la valoración de la insuficiencia mitral. Aunque algunos pacientes tienen insuficiencia mitral por anomalías intrínsecas de la válvula misma, en otros la válvula puede estar relativamente normal pero la insuficiencia mitral puede ser secundaria a dilatación y remodelamiento del LV. La insuficiencia mitral denominada funcional en general es secundaria al desplazamiento apical de los músculos papilares en el ventrículo dilatado, lo que da origen a desplazamiento de las valvas de la válvula mitral hacia el vértice del corazón, lo que ocasiona mala coaptación durante la sístole con la insuficiencia mitral central relativa resultante. Este tipo de insuficiencia mitral puede diferenciarse de la valvulopatía mitral intrínseca; el procedimiento o tratamiento quirúrgico de estas alteraciones puede ser bastante diferente. El conocimiento de la causa de la insuficiencia mitral puede ser importante para la planificación de la cirugía de la válvula mitral. Además, los nuevos procedimientos para la valvulopatía mitral pueden diferir dependiendo de la causa.
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La dilatación ventricular es un factor pronóstico importante de los resultados en pacientes con insuficiencia mitral de cualquier causa. Es importante notar que, en un paciente con insuficiencia mitral significativa, una gran proporción de la sangre que se expulsa del LV con cada latido presentará regurgitación, con lo que se incrementa de forma artificial la fracción de expulsión. Así, una fracción de expulsión de 55% en un individuo con insuficiencia mitral grave en general representa una reducción sustancial de la función sistólica del miocardio.
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La CMR puede ser útil para valorar la insuficiencia mitral en un subgrupo de pacientes cuando es inadecuada la valoración ecocardiográfica. La CMR puede cuantificar de manera directa el volumen de regurgitación de una insuficiencia mitral o cuantificar de manera indirecta el volumen de regurgitación al medir la diferencia del volumen sistólico del LV y el flujo aórtico anterógrado.
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Valoración de la estenosis mitral
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La enfermedad mitral reumática es la causa más común de estenosis mitral, aunque ésta puede ser consecuencia de calcificaciones graves de las valvas mitrales; tiene un aspecto distinto caracterizado por fijación de la punta de las valvas y la flexibilidad relativa de las mismas, lo que ocasiona una deformación similar a un palo de hockey, en particular de la valva anterior (fig. 236-24). El estrechamiento del orificio mitral impide el flujo desde la aurícula izquierda hasta el LV, dando origen a incremento de la presión en la aurícula izquierda, que se transmite en sentido retrógrado hacia la vasculatura pulmonar y hacia las cavidades derechas del corazón. Cuando se sospecha estenosis mitral, la ecocardiografía es útil para determinar la causa (específicamente si es de origen traumático o no), para el cálculo de áreas valvulares y gradientes a través de la válvula, para valorar la aurícula izquierda, así como el tamaño y función del ventrículo derecho. La valoración del tamaño de la aurícula izquierda y del tamaño en función del ventrículo derecho es útil para establecer la gravedad de la estenosis mitral.
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INFARTO DEL MIOCARDIO E INSUFICIENCIA CARDIACA
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Utilidad de los estudios de imagen después de infarto miocárdico
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Tales estudios pueden ser en particular útiles en la vigilancia inmediata y a largo plazo de pacientes con infarto del miocardio. Como se explicó antes, las imágenes LGE por CMR son la mejor técnica para valorar la presencia o la magnitud de miocardio infartado. En un estudio multicéntrico reciente, las imágenes LGE con CMR identificaron con precisión la ubicación del infarto; detectaron infartos agudos y crónicos con una sensibilidad de 99 y 94%, respectivamente. Además, las regiones de obstrucción microvascular (no de reflujo) pueden observarse como áreas hipodensas con un centro de región brillante del infarto (fig. 236-25). La presencia de LGE y la obstrucción microvascular son marcadores de incremento del riesgo clínico.
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La ecocardiografía a menudo se utiliza para valorar la función miocárdica inmediatamente después de un infarto miocárdico, pero el aturdimiento miocárdico es común en etapas tempranas después del infarto del miocardio, sobre todo en pacientes sometidos a tratamiento de reperfusión. En estos pacientes, es común una recuperación parcial o completa de la función ventricular en varios días, de forma que el cálculo de la fracción de expulsión puede ser confuso. En pacientes con infarto del miocardio no complicado, los estudios de imagen en general pueden diferirse por varios días para que pueda realizarse una valoración más precisa de la función cardiaca, incluido el movimiento parietal regional (fig. 236-26).
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La ecocardiografía es el mejor método para la valoración de pacientes con sospecha de complicaciones mecánicas después del infarto del miocardio. Esto incluye la insuficiencia mitral como resultado de la disfunción con rotura de los músculos papilares, defectos del tabique ventricular o incluso rotura cardiaca. Un soplo sistólico intenso nuevo debe hacer surgir la sospecha de insuficiencia mitral grave o una comunicación interventricular. La rotura cardiaca a menudo es catastrófica, pero también pueden ocurrir roturas contenidas, conocidas como pseudoaneurismas; el diagnóstico y el tratamiento crítico inmediatos son la mejor forma para maximizar la supervivencia. La presencia de trombos en el espacio pericárdico después de infarto del miocardio debe hacer surgir la sospecha de rotura miocárdica, lo que representa una urgencia quirúrgica.
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Algunos pacientes muestran dilatación y disfunción progresiva del LV, conocida como remodelamiento cardiaco, después de infarto del miocardio. La valoración de la función cardiaca y el movimiento regional de la pared es útil en el periodo de vigilancia, por lo general entre uno y seis meses después del infarto. La persistencia de la disfunción sistólica del LV después del infarto se utiliza para determinar el tipo de tratamiento (p. ej., inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o antagonistas de los receptores de angiotensina, que típicamente se utilizan en pacientes con disfunción sistólica después de infarto del miocardio).
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En pacientes con infarto miocárdico agudo o subagudo, la investigación de la isquemia residual, de la viabilidad o de ambas en ocasiones es una cuestión clínica importante, sobre todo entre aquellos con síntomas recidivantes después de infarto miocárdico (fig. 236-27). Todas las técnicas de imagen cardiaca proporcionan información con respecto a la viabilidad miocárdica y la isquemia. Los datos disponibles sugieren que las imágenes por radioisótopos, en particular la PET, son muy sensibles, con un valor predictivo negativo más alto que la ecocardiografía con dobutamina. Por el contrario, la ecocardiografía con dobutamina tiende a asociarse con mayor especificidad y precisión predictiva positiva que los métodos de imagen con radioisótopos. La experiencia con CMR sugiere que ofrece precisión predictiva similar a la observada con la ecocardiografía con dobutamina.
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Utilidad de los estudios de imagen en la insuficiencia cardiaca de inicio reciente
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La ecocardiografía suele ser la prueba de primera línea en pacientes con insuficiencia cardiaca de inicio reciente. Como se revisó antes, esta prueba proporciona una valoración directa de la función ventricular y es útil en la diferenciación de pacientes con disminución de la fracción de expulsión de aquellos con conservación de la fracción de expulsión. Además, proporciona información estructural adicional lo que incluye la valoración de las válvulas, del miocardio y del pericardio.
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Aunque la angiografía coronaria se realiza a menudo en pacientes con disminución de la fracción de expulsión, la determinación de la causa de la insuficiencia cardiaca en un paciente individual puede ser difícil, incluso si hay CAD obstructiva en el estudio angiográfico. Además, los pacientes con insuficiencia cardiaca y sin CAD angiográfica pueden tener angina típica o anomalías de la cinética parietal regional en los estudios de imagen sin penetración corporal, mientras que los pacientes con CAD obstructiva angiográfica podrían no tener síntomas de angina o antecedente de infarto miocárdico. Así, la clasificación apropiada para cualquier paciente no siempre es clara; a menudo se requiere información complementaria de angiografía coronaria e imágenes sin penetración corporal. Los estudios de esfuerzo, ya sea con imágenes con radioisótopos o por ecocardiografía puede ser de utilidad para delimitar la extensión y gravedad de la isquemia miocárdica inducible y la viabilidad del miocardio. La CMR multiparamétrica puede ser bastante útil en el diagnóstico diferencial de las causas de insuficiencia cardiaca. Además de cuantificar el volumen y la función de los ventrículos derecho e izquierdo, la CMR puede proporcionar información con respecto a la isquemia y cicatrices miocárdicas. El patrón de LGE ayuda a diferenciar el infarto (que con frecuencia inicia en el subendocardio y afecta el territorio coronario) de otras formas de miocardiopatías infiltrativas o inflamatorias (que por lo general involucran las capas subepicárdicas y mesoepicárdicas sin seguir una distribución coronaria) (fig. 236-28). Además, puede valorar la presencia de edema miocárdico (p. ej., miocarditis) y cuantificar el depósito miocárdico de hierro que puede llevar a toxicidad cardiaca. La miocardiopatía infiltrativa como la amiloidosis por lo general tiene un patrón de miocardiopatía restrictiva (crecimiento auricular bilateral y engrosamiento de la pared biventricular). La CMR de pacientes con amiloidosis cardiaca a menudo también muestra un patrón característico de infiltración endocárdica difusa del ventrículo y aurícula izquierdos (fig. 236-28). La miocardiopatía hipertrófica tiene grados variables de incremento del grosor ventricular; a menudo se observa con obstrucción del infundíbulo ventricular y LGE intensa en regiones con hipertrofia notable (fig. 236-29). La CMR también puede cuantificar el contenido de hierro miocárdico en pacientes con riesgo de miocardiopatía por sobrecarga de hierro (video 236-7).
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Las imágenes metabólicas por PET tienen una función complementaria en la valoración de las miocardiopatías inflamatorias, sobre todo en la sarcoidosis, en la que la presencia de captación focal o difusa de glucosa ayuda a identificar regiones con inflamación activa. Además, en pacientes sometidos a tratamiento de inmunodepresión, a menudo se utiliza la PET para vigilar la respuesta al tratamiento (fig. 236-30). En pacientes con miocardiopatía isquémica, las imágenes con radioisótopos en general, y con PET en particular, se utilizan a menudo para cuantificar la presencia y extensión de la isquemia miocárdica y su viabilidad para colaborar en la toma de decisiones clínicas relacionadas con la revascularización miocárdica (fig. 236-26).
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VALORACIÓN DE LA FUNCIÓN CARDIACA EN PACIENTES SOMETIDOS A TRATAMIENTO POR CÁNCER
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Los tratamientos utilizados para el cáncer pueden tener efectos adversos en el aparato cardiovascular. Conforme la eficacia del tratamiento del cáncer y la supervivencia mejoran, muchos pacientes se presentan con efectos adversos tardíos por la quimioterapia, por la radioterapia o por ambas en la función cardiovascular. Así, la morbimortalidad por complicaciones cardiovasculares tardías pone en riesgo la mejoría inicial de la supervivencia del cáncer, sobre todo en niños y adultos jóvenes. La identificación y tratamiento oportunos de la lesión de las células miocárdicas son críticas para la aplicación exitosa de tratamientos preventivos, pero esto es difícil porque los efectos secundarios sobre la función cardiaca son manifestaciones relativamente tardías después de la exposición a antineoplásicos.
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El estándar aceptado para el diagnóstico clínico de la cardiotoxicidad se define como una reducción de >5% en la LVEF a <55% con síntomas de insuficiencia cardiaca o una disminución >10% en la LVEF <55% en pacientes asintomáticos. Así, las imágenes sin penetración corporal desempeñan una función importante en el diagnóstico y vigilancia de la toxicidad cardiaca en pacientes sometidos a tratamiento antineoplásico. La angiografía con radioisótopos ha sido la técnica de elección durante bastante tiempo. Sin embargo, en la actualidad la ecocardiografía desempeña una función importante en esta aplicación.
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Recientemente se han recomendado métodos de imagen más novedosos, incluyendo deformación de imágenes con ecocardiografía y fibrosis en las imágenes obtenidas con CMR. Estas técnicas han mostrado resultados promisorios en modelos experimentales en animales y seres humanos. Además, existen estudios de prueba de concepto en modelos en animales; éstos utilizan métodos de imagen molecular dirigidos a los mecanismos de toxicidad cardiaca (p. ej., apoptosis y tensión oxidativa), lo que en teoría podría proporcionar los signos más tempranos de los efectos fuera del objetivo de estos tratamientos. No obstante, a la fecha todas estas técnicas se consideran experimentales.
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ENFERMEDAD PERICÁRDICA
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El saco pericárdico fibroelástico que rodea el corazón está formado por una capa visceral o epicárdica y una capa parietal, con una cantidad por lo general pequeña de líquido pericárdico entre ambas capas. El pericardio suele ser bastante flexible, se desplaza con facilidad con el corazón durante la contracción y relajación. Las anomalías del pericardio pueden afectar la función cardiaca principalmente al afectar la capacidad de llenado cardiaco. La inflamación del pericardio puede ocasionar acumulación de líquido entre las dos capas o derrame pericárdico, que puede observarse por ecocardiografía, CMR o CT. Otras razones para la acumulación de líquido pericárdico incluyen infección, cáncer y hemorragia hacia el pericardio. Este último puede ser el resultado de una enfermedad incapacitante como traumatismos, rotura cardiaca, perforación durante un procedimiento cardiaco, cirugía cardiaca o disección de aorta con extensión al pericardio.
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La ecocardiografía sigue siendo la prueba inicial de elección para valorar las enfermedades pericárdicas, en especial los derrames (fig. 236-31). Además, la ecocardiografía es útil para valorar la fisiología constrictiva pericárdica, en la que un pericardio no distensible afecta el llenado cardiaco. La ubicación, tamaño y consecuencias fisiológicas de los derrames pericárdicos acumulados por lo general pueden determinarse con facilidad por ecocardiografía. Ocurre taponamiento pericárdico cuando se acumula suficiente líquido pericárdico, de forma tal que la presión intrapericárdica excede las presiones de llenado del corazón, por lo general del ventrículo derecho. El equilibrio entre la presión intrapericárdica y las presiones ventriculares es más importante que la cantidad de líquido acumulado. Las enfermedades en las cuales se acumula líquido pericárdico a lo largo de periodos prolongados, como se observa en el caso de derrames malignos, pueden ocasionar acumulaciones de grandes cantidades de líquido pericárdico sin los datos hemodinámicos clásicos relacionados con el taponamiento cardiaco. Por el contrario, la acumulación rápida, como la que ocurre por rotura o perforación cardiaca, puede ocasionar taponamiento fisiológico con derrames pequeños. En pacientes con sospecha de derrame pericárdico o taponamiento, por lo general puede realizarse ecocardiografía rápidamente, en la cabecera del paciente, incluso si el operador es inexperto. Puede medirse la distancia desde la capa visceral a la parietal del pericardio; cuando ésta es cercana a 1 cm se considera un derrame significativo. Los datos ecocardiográficos sugestivos de taponamiento incluyen colapso diastólico de la pared libre del ventrículo derecho, sugestiva de presiones pericárdicas que exceden las presiones de llenado del ventrículo derecho, así como la evidencia de variación en el flujo respiratorio con Doppler, que es el equivalente del estudio Doppler del pulso paradójico. Pese a los beneficios de la ecocardiografía en la sospecha de taponamiento pericárdico, el diagnóstico del mismo permanece como un diagnóstico clínico; otras características importantes, como la presión arterial del paciente en presencia de pulso paradójico, deben tomarse en consideración para elegir las opciones terapéuticas.
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La inflamación crónica del pericardio puede ocasionar engrosamiento y calcificación potencial del pericardio parietal, lo que ocasiona constricción pericárdica en la que puede haber afección grave de llenado diastólico. En tales casos, el llenado de los ventrículos se interrumpe súbitamente cuando el volumen de llenado ventricular se afecta por la constricción pericárdica. La valoración del grosor pericárdico en estos pacientes es significativa, pero es importante notar que casi uno de cada cinco pacientes con constricción pericárdica grave no tiene engrosamiento considerable del pericardio por estudios de imagen o al momento de la intervención quirúrgica. Así, la falta de engrosamiento del pericardio no descarta constricción pericárdica y los signos y síntomas del paciente, así como la evidencia fisiológica de constricción deben valorarse de forma independiente. La constricción pericárdica por lo general muestra cambios respiratorios notables en el flujo diastólico en la ecocardiografía Doppler, a diferencia de la miocardiopatía restrictiva, pero existe una superposición sustancial. La CT y CMR ofrecen una valoración tomográfica de la totalidad del corazón sobre el engrosamiento pericárdico y de otras anomalías en la constricción pericárdica (aumento de tamaño de las aurículas, venas cavas, derrame pleural pericárdico) (fig. 236-32 y video 236-8). La CMR ofrece información adicional de fibrosis pericárdica e inflamación mediante imágenes de LGE, así como evidencia de fisiología constrictiva (p. ej., concordancia de la relajación regional por adherencias miocárdicas, movimiento paradójico del tabique durante la maniobra de Valsalva).
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TUMORACIONES Y TROMBOS CARDIACOS
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Por lo general, la ecocardiografía es la modalidad que primero detecta una tumoración cardiaca, cuyo diagnóstico diferencial incluye trombos, tumores y vegetaciones. Dadas las proyecciones tomográficas irrestrictas y las imágenes tridimensionales en múltiples planos, la CMR y CT pueden complementar a la ecocardiografía mediante la identificación de las características físicas de la tumoración cardiaca. A diferencia de la CT, la CMR tiene la ventaja de mayor diferenciación y contraste entre los tejidos, imágenes en movimiento más adecuadas y el uso de técnicas de múltiples facetas en la misma sesión de imagen para determinar las características fisiológicas de la tumoración. La administración de gadolinio como medio de contraste refuerza los patrones de perfusión capilar y puede ayudar a confirmar la presencia y extensión de la vascularidad en la tumoración, relevante para diferenciar un tumor de un trombo. Las estructuras que se sabe simulan una tumoración cardiaca incluyen: 1) variantes anatómicas como la válvula de Eustaquio, red de Chiari, cresta sagital o cresta terminal y la banda moderadora del ventrículo derecho y 2) "pseudotumores" como el aneurisma del tabique interauricular, aneurisma coronario o aórtico, hipertrofia lipomatosa del tabique interauricular, hernia hiatal o un catéter o derivación de marcapaso. Las anormalidades coexistentes que elevan la probabilidad de un trombo cardiaco (fig. 236-33) incluyen alteraciones en el movimiento regional de la pared por un infarto o aneurisma ventricular, fibrilación auricular que causa flujo lento en la orejuela auricular izquierda y presencia de catéteres venosos o lesión endovascular reciente. La CMR tiene la ventaja de permitir la valoración de la cinética parietal regional y el infarto o aneurisma ventricular en planos de imagen similares, adyacentes al trombo cardiaco, utilizando imágenes con movimiento y LGE, respectivamente. Para el trombo ventricular, las imágenes de LGE con gadolinio pueden detectar trombos con mayor sensibilidad que la ecocardiografía al mostrar diferencia de alto contraste entre el trombo de color oscuro y las estructuras adyacentes y mediante la obtención de imágenes tridimensionales. Además, los trombos murales no se hacen más aparentes con la perfusión de primer paso y a menudo tienen un aspecto característico en "realzado" (borde oscuro que rodea a un centro brillante) en las imágenes LGE, con lo que se proporciona mayor especificidad diagnóstica que la simple información anatómica (fig. 236-34). Al comparar las intensidades de las señales de la tumoración antes y después de la inyección de medio de contraste puede confirmarse la falta de vascularidad hística (trombo) por la falta de reforzamiento de la señal después de la administración del medio de contraste. Al igual que el trombo intracardiaco, las regiones de obstrucción microvascular también adquieren un color oscuro, pero la obstrucción microvascular se confina al miocardio y está rodeada por tejido de infarto, por lo que puede diferenciarse de un trombo intracardiaco. Las imágenes por CT cardiaca son ideales para trombos pequeños en la orejuela auricular izquierda, sobre todo en casos en los que la TE no es óptima o factible.
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La mayor parte de los casos de cáncer cardiaco son metastásicos; este tipo de cáncer es más común que las tumoraciones cardiacas primarias. Esta afección metastásica del corazón es consecuencia de invasión directa (p. ej., pulmón y mama), germinación linfática (linfomas y melanoma) o diseminación hematógena (adenocarcinoma renal). Los tumores cardiacos benignos primarios se observan sobre todo en niños y adultos jóvenes; incluyen el mixoma auricular, rabdomioma, fibroma y fibroelastoma endocárdico (fig. 236-35). Los mixomas auriculares a menudo se observan como tumoraciones redondeadas, multilobulares en la aurícula izquierda (75%), aurícula derecha (20%) o en los ventrículos o en distribución mixta en las cavidades cardiacas (5%). Por lo general tienen una brillantez poco homogénea en el centro en una serie de imágenes en movimiento por su contenido gelatinoso y pueden tener inserciones pedunculadas a la fosa oval. Los tumores cardiacos malignos primarios son extremadamente poco comunes e incluyen angiosarcoma, fibrosarcoma, rabdomiosarcoma y liposarcoma.
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PARTICIPACIÓN DE LOS ESTUDIOS DE IMAGEN EN ENFERMEDADES INFECCIOSAS INFLAMATORIAS
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Los pacientes con sospecha de endocarditis a menudo son sometidos a ecocardiografía para identificar vegetaciones o abscesos intramiocárdicos. En general, las vegetaciones son estructuras muy móviles que más a menudo se unen a las válvulas o se presentan en áreas con flujo cardiaco turbulento. La ausencia de vegetaciones en la ecocardiografía no descarta la endocarditis, porque puede haber vegetaciones pequeñas por debajo de la resolución de las técnicas de imagen. La ecocardiografía es la mejor técnica para valorar vegetaciones porque su elevada resolución temporal permite la visualización del movimiento oscilatorio típico, aunque pueden observarse grandes vegetaciones con otras técnicas (fig. 236-36). El tamaño y ubicación de las vegetaciones no necesariamente proporciona información específica sobre el tipo de infección. Los abscesos, en particular alrededor del anillo aórtico y mitral, son motivo de preocupación en pacientes con endocarditis y deben sospecharse en pacientes con prolongación de los intervalos cardiacos en casos de endocarditis. La visualización de las vegetaciones y de posibles abscesos se realiza mejor por ecocardiografía transesofágica, en particular en pacientes con válvulas protésicas. La TE es la primera prueba de elección en pacientes con válvulas aórtica o mitral mecánicas y sospecha de endocarditis (fig. 236-36). Las vegetaciones deben medirse porque su tamaño tiene importancia pronóstica que puede utilizarse para decidir la intervención quirúrgica.
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Las imágenes metabólicas con PET están surgiendo como imágenes potencialmente útiles para identificar la fuente de la infección en pacientes con válvulas protésicas, injertos vasculares y marcapasos/desfibriladores implantables, sobre todo en pacientes en quienes son negativos la ecocardiografía, los hemocultivos o ambos. Hay publicaciones que documentan la utilidad potencial de las imágenes metabólicas dirigidas a los macrófagos con PET con la administración de 18F-FDG (fig. 236-37). De la misma forma, la PET con FDG también es útil para identificar inflamación vascular y vigilar la respuesta al tratamiento inmunodepresor (fig. 236-38).
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VALORACIÓN DE ANOMALÍAS CONGÉNITAS COMUNES EN EL ADULTO
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La revisión de las cardiopatías congénitas complejas rebasa los objetivos de este capítulo, si bien varias anomalías congénitas comunes se presentan en los adultos y las imágenes cardiacas son esenciales para el diagnóstico y tratamiento de estas alteraciones. Las anomalías del tabique interauricular representan la anomalía cardiaca congénita más común en adultos. La persistencia del agujero oval (PFO, patent foramen ovale) puede identificarse en casi 25% de los pacientes. Por lo regular, en esos pacientes se mantiene un colgajo de flujo unidireccional en la región de la fosa oval, que se mantiene cerrada por acción de la presión en la aurícula izquierda, que suele ser más elevada que la presión en la aurícula derecha durante la mayor parte del ciclo cardiaco. Sin embargo, puede ocurrir PFO con cortocircuito de derecha a izquierda en cualquier momento en que la presión auricular derecha exceda la presión en la aurícula izquierda, lo que incluye las maniobras o enfermedades en las cuales la presión intratorácica se incrementa. La presencia de PFO puede incrementar la probabilidad de embolia paradójica y, por tanto, la presencia de PFO debe determinarse en pacientes con apoplejía o embolia sistémica de causa desconocida. Como la PFO de flujo unidireccional permanece cerrada durante la mayor parte del ciclo cardiaco, el Doppler de flujo a color por lo general no revela PFO. La mejor forma de valorar PFO o comunicación interauricular es el estudio con solución salina agitada (estudio de burbujas). La solución salina se agita y se inyecta por vía periférica hasta alcanzar la aurícula derecha. Si no existe cortocircuito, sólo las cavidades derechas del corazón se opacifican, porque las burbujas de aire son muy pequeñas para atravesar los pulmones. Como la PFO es un colgajo de flujo unidireccional, deben utilizarse maniobras para incrementar de manera transitoria la presión en la aurícula derecha. La maniobra de Valsalva y el estornudo pueden ser eficaces.
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Las comunicaciones interauriculares más a menudo ocurren en la región de la fosa oval, lo que se conoce como defectos de tipo ostium secundum (fig. 236-39). Defectos adicionales del tabique auricular incluyen defectos del seno venoso y atrium primum. La ecocardiografía Doppler con flujo a color suele ser suficiente para el diagnóstico de comunicaciones interauriculares del tipo del ostium secundum, pero suele ser necesaria la administración de solución salina agitada para el diagnóstico de otros tipos de comunicaciones interauriculares.
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Por lo general, las comunicaciones interventriculares se observan en el Doppler con flujo a color como chorros turbulentos de alta velocidad del LV al derecho. En casos en que es poco claro el origen del chorro, el Doppler de onda continua puede calcular las velocidades. Sería de esperar que velocidades extremadamente elevadas reflejen un gradiente de presión entre los ventrículos izquierdo y derecho. Pueden ocurrir defectos en las porciones muscular y membranosa del tabique ventricular.
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En pacientes con comunicaciones interauriculares o interventriculares, el cálculo de la gravedad del cortocircuito de izquierda a derecha es esencial y puede ser importante para confirmar las decisiones terapéuticas. Los cortocircuitos por lo general se valoran por ecocardiografía al considerar la relación entre el flujo pulmonar y aórtico, la razón Qp/Qs. Los cortocircuitos y la anatomía cardiaca de la mayor parte de las cardiopatías congénitas también pueden valorarse con precisión con CMR (fig. 236-40).
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