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HISTORIA E INTRODUCCIÓN
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La primera incursión en el campo de la electrofisiología cardiaca correspondió al desarrollo del electrocardiograma (ECG, electrocardiogram) por Einthoven a finales del siglo XX. El registro subsecuente de las corrientes de la membrana celular demostró que el ECG de la superficie corporal es la suma cronometrada de los potenciales de acción celular en las aurículas y en los ventrículos. A finales de la década de 1960, el desarrollo del registro intracavitario y en particular electrogramas del haz de His marcó el principio de la electrofisiología clínica contemporánea. La adopción de las técnicas de radiofrecuencia para producir ablación del tejido cardiaco a principios del decenio de 1990 fue el preludio del surgimiento de la electrofisiología cardiaca intervencionista.
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El problema clínico de la muerte súbita causada por arritmias ventriculares, por lo general en el contexto de una obstrucción coronaria, se reconoció desde finales del siglo XIX. El problema era complejo y dio lugar al desarrollo de tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, como los desfibriladores transtorácicos, el masaje cardiaco y en tiempos más recientes, desfibriladores implantables. Con el tiempo, las limitaciones de la farmacoterapia antiarrítmica una y otra vez se han resaltado en los estudios clínicos, de manera que la ablación y los dispositivos constituyen el tratamiento de primera opción en diversas arritmias cardiacas.
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En las últimas dos décadas se ha dilucidado el fundamento genético de diversas arritmias hereditarias, al revelar importantes conceptos sobre los mecanismos no sólo de estas arritmias raras, sino también de trastornos del ritmo que son similares y que se observan en formas de cardiopatías más comunes.
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FISIOLOGÍA DESCRIPTIVA
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El impulso cardiaco normal es generado por las células de marcapasos en el nódulo sinoauricular situado en la unión de la aurícula derecha y la vena cava superior (fig. 235-1). Este impulso se transmite con lentitud a través del tejido nodal hacia las aurículas anatómicamente complejas, donde se conduce con más rapidez al nódulo auriculoventricular (AVN, atrioventricular node) que inscribe la onda P del ECG (fig. 235-2). Hay un retardo perceptible en la conducción a través del AVN anatómico y funcionalmente heterogéneo. El tiempo necesario para la activación de las aurículas y el AVN se retarda y se representa como el intervalo PR del ECG. El AVN es la única conexión eléctrica entre las aurículas y los ventrículos en el corazón sano. El impulso eléctrico surge del AVN y se transmite al sistema de His-Purkinje, de manera específica el haz de His común, luego a las ramas izquierda y derecha y de ahí a la red de Purkinje, lo que facilita la activación del músculo ventricular. En circunstancias normales, los ventrículos se activan con rapidez de una forma bien definida que está determinada por el trayecto de la red de Purkinje e inscribe el complejo QRS (fig. 235-2). La recuperación de la ...