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Este trastorno, reconocido al menos desde el siglo XVIII, es una enfermedad neuroparalítica secundaria a la toxina botulínica, una de las sustancias más tóxicas conocidas. Si al principio se creía que era efecto sólo del consumo de esta toxina en alimentos contaminados (botulismo alimentario), en la actualidad se reconocen en todo el mundo tres formas adicionales causadas por la producción in situ de toxinas después de la germinación de esporas, ya sea en una herida o en el intestino: botulismo de las heridas, botulismo del lactante y botulismo por colonización intestinal en el adulto. Además de presentarse en estas formas naturales reconocidas de la enfermedad, se han notificado síntomas de botulismo en pacientes que recibieron inyecciones de toxina botulínica con fines estéticos o terapéuticos (botulismo yatrógeno). Además, se ha observado botulismo después de la inhalación de toxina botulínica en laboratorios. Todas las formas de botulismo se manifiestan como síndromes clínicos relativamente distintos, con parálisis simétrica de los pares craneales seguida de parálisis flácida bilateral descendente de los músculos estriados, que puede progresar a insuficiencia respiratoria y muerte. Los pacientes que tienen contacto con el mismo alimento contaminado padecen una constelación variable de parálisis de los pares craneales y la gravedad de la enfermedad también es diversa. Algunos casos se han diagnosticado mal o sospechado muy tarde durante una estancia hospitalaria. Las bases del tratamiento son los cuidados intensivos meticulosos y la administración de antitoxina al principio de la evolución clínica mientras se descartan otros diagnósticos. Para tener un resultado favorable es fundamental sospechar el botulismo e instituir tratamiento empírico.
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ETIOLOGÍA Y PATOGENIA
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Se ha confirmado la existencia de siete serotipos serológicos diferentes de la toxina botulínica (A a G). Cuatro especies reconocidas de clostridios la producen: Clostridium botulinum y las raras cepas de Clostridium argentinense, Clostridium baratii y Clostridium butyricum. Todos son microorganismos grampositivos anaerobios formadores de esporas. Las esporas sobreviven a condiciones ambientales y procedimientos habituales de cocción. Sin embargo, la producción de toxinas requiere una rara combinación de condiciones de almacenamiento del producto: entorno anaerobio, pH >4.5, bajas concentraciones de sal y azúcar, y temperaturas >3 °C. Aunque se consumen con frecuencia, las esporas no germinan casi nunca ni producen toxinas en el intestino de los adultos.
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El botulismo trasmitido por alimentos se presenta por el consumo de alimentos contaminados con toxina botulínica; en la enfermedad no se han identificado factores específicos del hospedador. La toxina que origina la germinación de esporas de C. botulinum causa el botulismo de las heridas. El botulismo del lactante es consecuencia de la toxina que producen in situ los clostridios toxigénicos que colonizan el intestino de niños menores de un año de edad. La colonización parece ocurrir porque la microbiota intestinal normal no se ha establecido por completo; esta teoría se sustenta en estudios en animales. El botulismo por colonización intestinal del adulto es una forma muy infrecuente ...