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INTRODUCCIÓN

La lepra, descrita por primera vez en los antiguos textos indios del siglo VI a.C., es una enfermedad infecciosa crónica no letal debida a Mycobacterium leprae, cuyas manifestaciones clínicas se localizan principalmente en la piel, el sistema nervioso periférico, las vías respiratorias altas, los ojos y los testículos. El peculiar tropismo de M. leprae por los nervios periféricos (desde los grandes troncos nerviosos hasta las fibras cutáneas microscópicas) y ciertos estados de reacción inmunitaria, son los principales factores causales de la morbilidad de la lepra. La tendencia de la enfermedad no tratada a producir deformidades características y la idea común de casi todas las culturas de que la enfermedad se contagia de persona a persona han marcado históricamente a la lepra con un fuerte estigma social. Hoy en día, con el diagnóstico precoz y la antibioticoterapia adecuada y eficaz, los pacientes pueden disfrutar de una vida productiva en la sociedad y se puede evitar gran parte de las deformidades y demás manifestaciones visibles.

ETIOLOGÍA

M. leprae es un bacilo intracelular estricto (de 0.3 a 1 μm de ancho y 1 a 8 μm de longitud) que está confinado a seres humanos, armadillos de determinados lugares, así como musgo esfagnáceo. El microorganismo es acidorresistente, indistinguible de otras micobacterias en el análisis microscópico y en condiciones ideales se detecta en cortes de tejido mediante una tinción de Fite modificada. Se identificó variabilidad entre cepas de este microorganismo. M. leprae no produce toxinas identificadas y se ha adaptado de manera adecuada para penetrar y residir dentro de los macrófagos, si bien puede vivir meses fuera del cuerpo. Los pacientes no tratados sólo albergan cerca de 1% de los organismos viables de M. leprae. El índice morfológico (MI, morfologic index), una medida del número de bacilos acidorresistentes (AFB, acid-fast bacilli) que se tiñen intensamente en las muestras de raspado de la piel, guarda relación con esa viabilidad. El índice bacteriológico (BI, bacteriologic index), una medida logarítmica de la densidad de M. leprae en la dermis, puede ser de 4+ a 6+ en los pacientes no tratados y desciende una unidad por año de tratamiento eficaz; la velocidad de ese descenso no depende de la potencia relativa del tratamiento antibiótico. Una elevación del BI o del MI debe propiciar la sospecha de una recidiva y si el paciente está en tratamiento, quizá sea un dato de resistencia farmacológica. La resistencia a fármacos se puede confirmar o descartar en el modelo murino de lepra y se corrobora la resistencia a la dapsona y la rifampicina por la identificación de genes mutantes. Sin embargo, está muy limitada la disponibilidad de tales métodos.

image Como resultado de la evolución reductiva, casi la mitad del genoma de M. leprae contiene genes no funcionales; sólo 1 605 genes codifican proteínas y 1 439 genes se comparten con Mycobacterium tuberculosis. En cambio, M. tuberculosis utiliza 91% de ...

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