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El citomegalovirus (CMV), que inicialmente se aisló en pacientes con enfermedad congénita de inclusión citomegálica, se identifica como un patógeno importante en todos los grupos de edad. Además de provocar defectos congénitos graves, en niños mayores y en adultos causa una amplia variedad de trastornos de características diversas, desde la infección subclínica asintomática, hasta un síndrome de mononucleosis en sujetos sanos y una enfermedad diseminada en pacientes inmunodeprimidos. El CMV humano es uno de los diversos virus emparentados con especificidad de especie que causan enfermedades similares en distintos animales. Todos ellos producen células características aumentadas de tamaño; de ahí el nombre de citomegalovirus.
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El CMV, un herpesvirus β, cuenta con DNA de doble hebra, cuatro clases de mRNA, una cápside proteínica y una cubierta lipoproteínica. Como otros virus herpéticos, presenta una simetría icosaédrica, se replica en el núcleo celular y puede originar una infección lítica y productiva o una infección latente; puede distinguirse de otros virus herpéticos por propiedades biológicas determinadas, como la variedad de hospedadores que infecta y el tipo de citopatología que provoca. Su replicación se acompaña de la producción de inclusiones intranucleares grandes y citoplásmicas más pequeñas. Parece replicarse in vivo en diversos tipos de células; en cultivos hísticos crece preferentemente en los fibroblastos. Aunque existen pocas pruebas de que sea oncógeno in vivo, en raras ocasiones es capaz de transformar los fibroblastos y se han identificado fragmentos de la transformación genómica.
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El CMV presenta una distribución mundial. En muchas regiones del mundo la gran mayoría de los adultos es seropositiva para CMV, mientras que sólo 50% de los adultos en Estados Unidos y Canadá es seropositivo. En las regiones donde la prevalencia de anticuerpos anti-CMV es elevada, es más probable que los adultos inmunodeprimidos sufran reactivación que infección primaria. La información que proviene de ciertas regiones se debe contemplar siempre que sea posible en el contexto de los índices locales de seropositividad.
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En Estados Unidos aproximadamente el 1% de los recién nacidos está infectado con CMV; este porcentaje es más elevado en muchos países menos desarrollados. El hacinamiento y la deficiente higiene personal favorecen una propagación rápida. Las infecciones perinatales y al principio de la infancia son frecuentes. El virus puede hallarse en leche, saliva, heces y orina. Se ha comprobado la transmisión entre los niños pequeños de guarderías y se ha podido seguir su pista desde un niño pequeño infectado hasta una embarazada y de ahí al feto. Cuando un niño infectado introduce el CMV en el hogar, el 50% de los miembros de la familia predispuestos experimenta una seroconversión en los primeros 6 meses.
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El CMV no se propaga fácilmente por contacto fortuito, sino que requiere de una exposición íntima repetida o prolongada para su transmisión. Al final de la adolescencia y en los adultos jóvenes, el CMV a ...