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Hay un periodo de latencia de unas 3 semanas (1 a 5 semanas) entre la infección por estreptococo del grupo A desencadenante y la aparición de las manifestaciones clínicas de la ARF. Las excepciones son corea y carditis indolente, que pueden presentarse tras periodos de latencia prolongados que persisten hasta por 6 meses. Si bien muchos pacientes refieren una faringitis previa, el grupo precedente de infecciones por estreptococos del grupo A no suele ser sintomático; en estos casos, sólo se confirma con pruebas de anticuerpo estreptocócico. La característica clínica más común de la ARF es la poliartritis (se presenta en 60-75% de los casos) y la carditis (50-60%). La prevalencia de la corea en la ARF varía mucho con la población y fluctúa <2-30%. En la actualidad, el eritema marginal y los nódulos subcutáneos son raros y se observan en <5% de los casos.
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Hasta 60% de los pacientes con fiebre reumática aguda evoluciona a la cardiopatía reumática. El endocardio, el pericardio o el miocardio resultan afectados. La lesión valvular es el dato distintivo de la carditis reumática. La válvula mitral casi siempre está afectada, algunas veces junto con la válvula aórtica; la alteración sola de la válvula aórtica es rara. El daño de las válvulas pulmonar o tricúspide es consecuencia por lo regular de las mayores presiones pulmonares que a su vez son resultado de la valvulopatía izquierda. El comienzo del daño valvular origina insuficiencia y, con el paso de los años, casi siempre como consecuencia de episodios recurrentes, hay engrosamiento, cicatrices y calcificación de valvas y estenosis valvular (fig. 352-2). Véanse los videos 352-1 y 352-2. Por tanto, la manifestación característica de la carditis en personas que no estaban afectadas es la insuficiencia mitral que en ocasiones se acompaña de insuficiencia aórtica. La inflamación del miocardio puede afectar las vías de conducción eléctrica y prolongar el intervalo P-R (bloqueo auriculoventricular de primer grado o, en raras veces, un bloqueo de mayor grado), y amortiguamiento del primer ruido cardiaco.
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Muy a menudo los pacientes con RHD no tienen síntomas durante muchos años antes de que evolucione la valvulopatía al grado de provocar insuficiencia cardiaca. Además, sobre todo en entornos de escasos recursos, por lo regular no se establece el diagnóstico de ARF y, por tanto, niños, adolescentes y adultos jóvenes pueden tener RHD sin saberlo. Dichos casos se diagnostican por medio de ecocardiografía; la auscultación es poco sensible e inespecífica para el diagnóstico de RHD en personas asintomáticas. Se ha vuelto una práctica más generalizada la detección ecocardiográfica sistemática de escolares en poblaciones con tasas altas de RHD, y se ha facilitado con los adelantos tecnológicos en aparatos portátiles de ecocardiografía y la disponibilidad de guías por consenso para el diagnóstico ecocardiográfico de RHD (cuadro 352-1). Si bien el diagnóstico confirmado de RHD en la ecocardiografía de detección debe llevar a instituir profilaxis secundaria, no se ha determinado la importancia clínica de RHD dudosa.
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La forma más frecuente de afectación articular en la ARF es la artritis, es decir, evidencia objetiva de inflamación, con articulaciones calientes, hinchadas, enrojecidas o dolorosas al tacto, y la afectación de varias articulaciones (esto es, poliartritis). Este último signo casi siempre es migratorio y se desplaza de una articulación a otra en un lapso de horas. Por lo general, la ARF afecta a grandes articulaciones, muy a menudo rodillas, tarso, caderas y codos, y es asimétrica. El dolor es intenso y muchas veces discapacitante, hasta que inicia la administración de fármacos antiinflamatorios.
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También es relativamente frecuente la afectación articular menos grave, y se ha reconocido como una posible manifestación importante en poblaciones de alto riesgo, según la revisión más reciente de los criterios de Jones. La artralgia sin signos objetivos de inflamación articular se localiza en articulaciones grandes con las mismas características migratorias que la poliartritis. En algunas poblaciones, el signo inicial de ARF puede ser la monoartritis aséptica, que a su vez es resultado del inicio temprano del consumo de fármacos antiinflamatorios, antes de que se defina el patrón migratorio típico.
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Las manifestaciones articulares de la ARF responden muy bien a los salicilatos y a otros antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti-inflammatory drugs). En realidad, es improbable que la afectación articular que persiste más de uno o dos días después de iniciar la administración de salicilatos se deba a ARF.
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La corea de Sydenham se presenta sin ninguna otra manifestación, aparece tras un periodo de latencia prolongado después de una infección por estreptococos del grupo A y se observa sobre todo en mujeres. Los movimientos coreiformes afectan en especial la cabeza (lo cual produce movimientos característicos de la lengua) y las extremidades superiores (cap. 428). Éstos pueden ser generalizados o estar restringidos a un lado del cuerpo (hemicorea). En los casos leves se pone de manifiesto sólo con la exploración cuidadosa, en tanto que en los casos más graves los individuos afectados no pueden realizar actividades cotidianas. A menudo se acompaña de labilidad emocional o rasgos obsesivo-compulsivos que pueden durar más que los movimientos coreiformes (por lo regular muestran resolución en 6 semanas, pero en ocasiones duran hasta 6 meses).
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MANIFESTACIONES CUTÁNEAS
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El exantema típico de la ARF es el eritema marginal (cap. 16), el cual comienza como máculas rosadas que tienen un aspecto claro en la parte central y que dejan un borde difuso serpiginoso. El exantema es evanescente, aparece y desaparece ante los ojos del examinador. Por lo general se presenta en el tronco, algunas veces en las extremidades, pero casi nunca en la cara.
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Los nódulos subcutáneos consisten en masas indoloras móviles y pequeñas (0.5 a 2 cm) bajo la piel superpuesta a prominencias óseas, en particular en manos, pies, codos, occipucio y, en ocasiones, vértebras. Constituyen una manifestación tardía que aparece entre 2 a 3 semanas después de iniciada la enfermedad, dura sólo algunos días a 3 semanas y casi siempre se vincula con carditis.
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OTRAS MANIFESTACIONES
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En gran parte de los casos de ARF hay fiebre, aunque raras veces en pacientes con corea pura. Si bien la fiebre alta (≥39°C) es la regla, no son infrecuentes los aumentos menores en la temperatura. En muchos casos se encuentran elevados los reactantes de fase aguda.
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EVIDENCIA DE UNA INFECCIÓN PREVIA POR ESTREPTOCOCOS DEL GRUPO A
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Con excepción de la corea y la carditis leve, las cuales se manifiestan muchos meses más tarde, es esencial el dato de una infección previa por estreptococos del grupo A para establecer el diagnóstico de fiebre reumática aguda. Dado que en muchos casos no se dispone de un cultivo positivo de frotis faríngeo o una prueba de antígeno rápida, por lo general se necesitan datos serológicos. Las pruebas serológicas más comunes son las concentraciones de antiestreptolisina O (ASO) y anti-DNasa B (ADB). Cuando sea posible, se determinan los intervalos de referencia específicos de edad en una población local de personas sanas que no tengan una infección reciente por estreptococos del grupo A.
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CONFIRMACIÓN DEL DIAGNÓSTICO
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Dado que no hay una prueba definitiva, el diagnóstico de ARF se basa en la presencia de una combinación de manifestaciones clínicas típicas junto con datos de una infección previa por estreptococos del grupo A y la exclusión de otros diagnósticos. Tal incertidumbre llevó en 1944 al Dr. T. Duckett Jones a elaborar un conjunto de criterios (conocidos más adelante como criterios de Jones) para facilitar el diagnóstico. La revisión más reciente de los criterios de Jones (cuadro 352-2) exige que el médico determine si el paciente proviene de una población que se sabe que experimenta tasas bajas de ARF. Para este grupo, hay un ajuste de criterios de “bajo riesgo”; para todos los demás, hay una serie de criterios más sensibles.
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TRATAMIENTO Fiebre reumática aguda
En los pacientes con posible ARF se establece una vigilancia ulterior constante para asegurar la confirmación del diagnóstico, el tratamiento de la insuficiencia cardiaca y otros síntomas, además del inicio de medidas preventivas que comprendan profilaxis secundaria, incluidos un registro de ARF y la educación para la salud. Se solicita ecocardiografía en todos los casos posibles con el propósito de ayudar a establecer el diagnóstico y determinar la gravedad al inicio de cualquier carditis. En el cuadro 352-3 se enumeran otros estudios que deben realizarse.
No hay ningún tratamiento para la ARF que modifique la probabilidad de aparición o agravamiento de la cardiopatía reumática. Con la excepción del tratamiento de la insuficiencia cardiaca, que puede salvar la vida en caso de carditis grave, el tratamiento de la ARF es sintomático.
ANTIBIÓTICOS Todos los pacientes con fiebre reumática aguda deben recibir antibióticos suficientes para tratar la infección desencadenante por estreptococos del grupo A (cap. 143). La penicilina es el fármaco de elección y se administra por vía oral (como fenoximetilpenicilina, 500 mg [250 mg para niños ≤27 kg] VO c/12 h, o amoxicilina, 50 mg/kg [máximo 1 g] por día durante 10 días) o en una sola dosis de 1.2 millones de unidades (600 000 unidades para niños ≤27 kg) IM de penicilina G benzatínica.
SALICILATOS Y ANTIINFLAMATORIOS NO ESTEROIDEOS Pueden utilizarse para tratar la artritis, la artralgia y la fiebre, una vez que se confirma el diagnóstico. No son de utilidad en el tratamiento de la carditis o la corea. El ácido acetilsalicílico es el fármaco más indicado, en dosis de 50 a 60 mg/kg de peso al día hasta un máximo de 80 a 100 mg/kg al día (4 a 8 g/día en adultos) en cuatro a cinco fracciones. Con dosis mayores, es importante vigilar al paciente en busca de síntomas de salicilismo, como náusea, vómito o acúfenos; si aparecen tales manifestaciones es necesario reducir la dosis. Cuando los síntomas agudos se resuelven de forma importante, por lo regular en las primeras 2 semanas, pueden disminuirse las dosis altas a 50 a 60 mg/kg al día durante 2 a 4 semanas más. Después de 3 semanas de interrumpir el fármaco, algunas veces reaparecen la fiebre, los signos articulares y los reactivos de fase aguda altos; ello no implica una recurrencia y puede comenzarse de nuevo el uso de salicilatos por un lapso breve. En vez del ácido acetilsalicílico, una alternativa útil es el naproxeno en dosis de 10 a 20 mg/kg al día, con la ventaja adicional de que se administra dos veces al día.
INSUFICIENCIA CARDIACA CONGESTIVA Glucocorticoides El empleo de glucocorticoides en la fiebre reumática aguda es todavía controvertido. Dos metaanálisis no han logrado demostrar un beneficio de los glucocorticoides en comparación con placebo o salicilatos para mejorar el pronóstico de la carditis a corto o más largo plazo. Sin embargo, los estudios incluidos en estos metaanálisis tuvieron lugar hace >40 años y no se emplearon los fármacos administrados con regularidad en la actualidad. Muchos médicos tratan los casos de carditis grave (que producen insuficiencia cardiaca) con glucocorticoides porque consideran que pueden reducir la inflamación aguda y favorecer una curación más rápida de la insuficiencia. Sin embargo, los beneficios potenciales de este tratamiento deben equilibrarse con los posibles efectos adversos. Si se recetan, se recomienda la prednisona o la prednisolona en dosis de 1 a 2 mg/kg por día (máximo, 80 mg), y a menudo sólo se necesitan durante algunos días o hasta por un máximo de 3 semanas.
TRATAMIENTO DE LA INSUFICIENCIA CARDIACA Véase el capítulo 253.
REPOSO EN CAMA Las recomendaciones habituales del reposo en cama a largo plazo, alguna vez parte fundamental del tratamiento, ya no suelen ponerse en práctica. Más bien, el reposo en cama se prescribe según se necesite mientras haya artritis y artralgia, y en los pacientes con insuficiencia cardiaca. Una vez que se controlan bien los síntomas, puede iniciarse la movilización según se tolere.
COREA Los fármacos para controlar los movimientos anormales no alteran la duración o el desenlace de la corea. En los casos más leves se recomienda proporcionar un ambiente tranquilo. En los enfermos con corea grave, la carbamazepina o el valproato sódico son preferibles al haloperidol. Es posible que no se observe una respuesta durante 1 a 2 semanas, y los fármacos deben continuarse durante al menos 1 a 2 semanas luego de la desaparición de los síntomas. Hay evidencias recientes de que los corticosteroides son eficaces y permiten una atenuación más rápida de los síntomas en la corea. Deben considerarse en casos graves o resistentes. Es posible comenzar la administración de prednisona o prednisolona en dosis de 0.5 mg/kg de peso al día e iniciar de modo gradual la disminución de las dosis, de preferencia después de una semana, si los síntomas desaparecen, aunque si empeoran es necesaria en ocasiones la disminución más lenta o el aumento temporal de las dosis.
INMUNOGLOBULINA INTRAVENOSA Estudios a pequeña escala han sugerido que la inmunoglobulina intravenosa (IVIg, intravenous immunoglobulin) puede conducir a una supresión más rápida de la corea, pero no han demostrado un beneficio en el pronóstico a corto o largo plazo de la carditis en la fiebre reumática aguda sin corea. Ante la falta de mejores datos, no se recomienda la IVIg, excepto en casos de corea grave resistente a otros tratamientos.
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