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El aparato reproductor masculino regula la diferenciación sexual, la virilización y los cambios hormonales que acompañan a la pubertad, lo cual conduce finalmente a la espermatogenia y la fertilidad. Bajo el control de las hormonas hipofisarias (hormona luteinizante [LH, luteinizing hormone] y hormona foliculoestimulante [FSH, follicle-stimulating hormone]), las células de Leydig de los testículos producen testosterona y las células reproductoras (germinales) son reguladas por las células de Sertoli en su división, diferenciación y maduración hasta transformarse en espermatozoides. Durante el desarrollo embrionario, la testosterona y la dihidrotestosterona (DHT, dihydrotestosterone) inducen la formación del conducto de Wolff y la virilización de los genitales externos. En la pubertad, la testosterona favorece el crecimiento somático y la aparición de las características sexuales secundarias. El adulto necesita testosterona para la espermatogénesis, la libido y la función sexual normal, además de que conserva las masas muscular y ósea. En este capítulo, se revisa la fisiología de los testículos y los trastornos relacionados con menor producción de andrógenos, lo cual quizá se deba a deficiencia de gonadotropina o a disfunción primaria de los testículos. Hoy día, diversos compuestos de testosterona permiten una restitución de andrógenos más fisiológica. Ocurre infertilidad en casi 5% de los varones y ésta es cada vez más sensible al tratamiento con reemplazo hormonal o mediante técnicas de transferencia de semen. En los capítulos 390, 83 y 84, se revisa en forma detallada la disfunción sexual, los trastornos de la próstata y el cáncer testicular, respectivamente.
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DESARROLLO Y ESTRUCTURA DE LOS TESTÍCULOS
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El testículo fetal se desarrolla a partir de la gónada indiferenciada después de la expresión de una secuencia genética que es iniciada por el gen relacionado con el género situado en el cromosoma Y (SRY, sex-related gene on the Y chromosome) (cap. 383). El gen SRY induce la diferenciación de las células de Sertoli, las cuales rodean a las células reproductoras y que, con las células mioides peritubulares, forman los cordones del testículo que más tarde se desarrollan para formar los túbulos seminíferos. Las células de Leydig fetales y las células endoteliales migran hacia la gónada desde el mesonefros adyacente, pero también se originan en las células intersticiales que residen entre los cordones del testículo. Las células de Leydig fetales se atrofian antes del nacimiento y no contribuyen al origen de las células de Leydig del adulto, que provienen de células progenitoras indiferenciadas que aparecen en los testículos después del nacimiento y adquieren su función esteroidogénica completa durante la pubertad. Las células de Leydig producen testosterona, la cual sustenta el crecimiento y la diferenciación de las estructuras del conducto de Wolff que se desarrollan para formar el epidídimo, el conducto deferente y las vesículas seminales. La testosterona también es convertida en DHT (véase más adelante), que influye en la formación de la próstata y los genitales externos del varón, incluidos pene, uretra y escroto. El ...