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La menopausia es la interrupción permanente de la menstruación por pérdida de la función folicular de los ovarios. Se diagnostica de manera retrospectiva después de 12 meses de amenorrea. La edad promedio en la que ocurre es a los 51 años en mujeres estadounidenses. El término perimenopausia se refiere al lapso que precede a la menopausia, cuando disminuye la fecundidad y aumentan las irregularidades del ciclo menstrual, hasta el primer año después de que se interrumpe la menstruación. La perimenopausia inicia 2 a 8 años antes de la última menstruación, y tiene una duración media de 4 años. El tabaquismo acelera 2 años la transición a la menopausia.
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Si bien la perimenopausia y la posmenopausia tienen muchos síntomas en común, su fisiología y el manejo clínico son diferentes. Los anticonceptivos orales en dosis bajas se han convertido en el pilar del tratamiento de la perimenopausia, en tanto que el tratamiento hormonal (HT, hormonal therapy) posmenopáusico ha sido un método común para aliviar los síntomas después de que cesa la menstruación.
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La masa ovárica y la fecundidad declinan de manera abrupta después de los 35 años de edad y de manera aún más precipitada durante la perimenopausia; la reducción de los folículos primarios, un proceso que comienza antes del nacimiento, ocurre de manera estable hasta la menopausia (cap. 385). Durante la perimenopausia, los intervalos intermenstruales se acortan de forma significativa (por lo general 3 días) como resultado de una fase folicular acelerada. La concentración de hormona foliculoestimulante (FSH, follicle-stimulating hormone) aumenta por la alteración de la formación de folículos y la disminución de la secreción de inhibina. A diferencia de las concentraciones altas de FSH y bajas de estradiol que se observan durante la menopausia de manera consistente, la perimenopausia se caracteriza por concentraciones hormonales “irregularmente irregulares”. La propensión a experimentar ciclos anovulatorios en ocasiones genera un ambiente con exceso de estrógenos y exigüidad de progestágenos, que puede tener que ver con el aumento de la incidencia de carcinoma o hiperplasia endometrial, pólipos uterinos y miomas, que se observa en algunas mujeres en edad perimenopáusica. En la figura 388-1 se exponen los niveles séricos medios de algunas hormonas ováricas e hipofisarias durante la transición a la menopausia. En esta etapa, las concentraciones de estradiol disminuyen de manera pronunciada, en tanto que las de estrona se preservan de manera relativa, un patrón que refleja la aromatización periférica de los andrógenos ováricos y suprarrenales. Los niveles de FSH aumentan más que los de la hormona luteinizante, quizá por la pérdida tanto de inhibina como de la retroalimentación estrogénica.
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