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Las exposiciones a riesgos ambientales durante el servicio militar no son infrecuentes; ocurren como parte de las actividades de entrenamiento, desempeño de muchas especialidades laborales militares, así como en el despliegue y en los entornos de combate. Muchos veteranos tienen inquietudes con respecto a las posibles repercusiones de tales exposiciones en la salud. Los riesgos laborales y ambientales pueden encontrarse de muchas formas: combustibles, petroquímicos, solventes, líquidos hidráulicos, arena, polvo, pesticidas, herbicidas, así como armas biológicas/químicas, además de diversas formas de radiación. El servicio militar en general es un factor de riesgo para las exposiciones pulmonares a riesgos tóxicos ambientales.
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En la Primera Guerra Mundial se utilizaron armas químicas a gran escala como gas mostaza y gas cloro. En los conflictos recientes en la región del Golfo Pérsico, al parecer se han utilizado agentes nerviosos inhibidores de la colinesterasa aunque no está claro el grado del uso y las posibles exposiciones a tales armas químicas; también hubo inquietudes con respecto a los preparados elaborados para responder a las armas biológicas de uso potencial, específicamente carbunco y viruela.
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La guerra del Golfo Pérsico de 1990-1991 (Operación Escudo del Desierto/Tormenta del Desierto), después de que Iraq invadiera Kuwait, condujo a debates considerables con respecto a las causas del síndrome de la guerra del Golfo Pérsico, también conocido como enfermedad multisistémica crónica. Los veteranos estuvieron expuestos a numerosos agentes ambientales potencialmente tóxicos (p. ej., incendios de petróleo, uranio disminuido, plaguicidas, múltiples vacunaciones, medicamentos profilácticos), el estrés psicológico del despliegue en una zona de guerra donde hubo una previsión prolongada del combate, alertas repetidas sobre armas químicas y biológicas, y el uso de uniformes protectores impermeables de todo el cuerpo (hechos de caucho, vinil, poliuretano impregnado de carbono y otros materiales) bajo condiciones de desierto a temperaturas extremas. Aunque aún no se ha identificado de forma definitiva algún síndrome clínico singular con una causa claramente establecida entre el casi millón de miembros de servicio de las fuerzas de coalición que se desplegaron en 1990-1991, los estudios una y otra vez revelaron que el personal militar que prestó sus servicios en el golfo experimentó tasas significativamente elevadas de síntomas multisistémicos no diagnosticados que repercutieron en todos los dominios de la salud (p. ej., físico, cognitivo, neurológico, psíquico) en comparación con los miembros de servicio que se desplegaron en otras partes o que no se desplegaron. Además, se dispone de buena evidencia de que el despliegue en la región del Golfo Pérsico durante este periodo se relacionó con el desarrollo subsiguiente de trastorno por estrés postraumático; otros trastornos psiquiátricos como el trastorno por ansiedad generalizada, depresión y trastornos por uso de sustancias adictivas (cap. 445, 446, 447 448); y síntomas digestivos funcionales como el síndrome de intestino irritable (cap. 320); y el síntoma de fatiga crónica (cap. 442).
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Las armas nucleares, muy específicamente las bombas atómicas utilizadas a finales de la Segunda Guerra Mundial, produjeron una destrucción a gran escala tanto por los efectos explosivos como por los efectos de la radiación residual sobre la población y los entornos afectados. El personal militar estacionado en estas áreas, así como los que intervinieron en pruebas adicionales de armas nucleares en las décadas subsiguientes, tuvieron más riesgo de múltiples enfermedades malignas relacionadas con la radiación.
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Una exposición ambiental destacada durante la guerra de Vietnam (1962-1971) implicó defoliante, incluso uno al que se le conocía como "agente naranja" (porque fue transportado en tambos de 208 L pintados en color naranja). El defoliante estaba contaminado con dioxina (2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina o TCDD) que después resultó contribuir potencialmente a múltiples efectos en la salud. Los resultados de la investigación de diversas fuentes, inclusive VA, los Centers for Disease Control (CDC), la National Academy of Medicine, que analizaron los impactos potenciales de la exposición a la dioxina en la salud son publicados cada dos años. Los trastornos que se han identificado como con una posible relación con la exposición al agente naranja son amiloidosis, leucemia crónica de linfocitos B, acné clórica, diabetes mellitus de tipo 2, enfermedad de Hodgkin, cardiopatía isquémica, mieloma múltiple, linfomas no hodgkinianos, enfermedad de Parkinson, neuropatía periférica, porfiria cutánea tardía, cáncer de próstata, cánceres respiratorios y sarcomas de tejidos blandos. Los servicios y beneficios están disponibles para todos los veteranos estadounidenses con posibles exposiciones al agente naranja a los que se diagnostiquen cualquiera de estos trastornos.
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Los medicamentos profilácticos y las vacunaciones (a menudo múltiples y concomitantes) asociados al despliegue también conllevan posibles efectos secundarios y pueden ser problemáticos para veteranos. En conflictos recientes en la región del Golfo Pérsico, fueron comunes las vacunaciones contra armas biológicas como carbunco y viruela. Durante el despliegue para la guerra del Golfo de 1990-1991, mucho personal militar tomó bromuro de piridostigmina como un agente profiláctico contra los agentes bloqueadores de colinesterasa de los nervios. A menudo fue necesario tomar profilaxis contra el paludismo durante los despliegues a regiones endémicas de ese trastorno; las inquietudes sobre los efectos secundarios neuropsiquiátricos de mefloquina en veteranos con trauma de combate y PTSD surgieron durante la guerra del Golfo de 1990-1991 y se han mantenido como un problema constante.
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Además de la exposición que puede ocurrir durante el despliegue, hay exposiciones esporádicas a sustancias químicas toxicas que ocurren cuando el personal militar está acuartelado (con sede en instalaciones militares en Estados Unidos). De la década de 1950 hasta la de 1980, las personas que vivían o trabajaban en el Campo de la Base del Cuerpo de Marina de Estados Unidos Lejeune, Carolina del Norte, estuvieron potencialmente expuestas a beber agua contaminada con solventes industriales (percloroetileno y tricloroetileno), benzeno y otras sustancias químicas toxicas. Ha habido inquietudes similares relacionadas con las posibles exposiciones a sustancias químicas tóxicas en otras bases militares e instalaciones en Estados Unidos.
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El servicio de VA ha creado varios programas de registro para responder a los trastornos médicos y problemas de salud de veteranos expuestos al agente naranja, radiación ionizante, exposiciones en la guerra del Golfo Pérsico y otras del tipo ambiental a sustancias toxicas relacionadas con el despliegue. Estos programas proporcionan a veteranos información y acceso a servicios, recursos y otros beneficios disponibles para ellos como resultado de estas exposiciones. Las estrategias de DoD y VA para valorar y estudiar tales exposiciones se han vuelto mucho más proactivas en el transcurso de los años, como se evidencia en el Airbone Hazard and Open Burn Pit Registry para el personal militar y veteranos que intervinieron en los conflictos en el Golfo Pérsico a partir de agosto de 1990.