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INTRODUCCIÓN

El daño cognitivo vascular (VCI, vascular cognitive impairment) y la demencia vascular (VaD, vascular dementia) se refieren a los déficits cognitivos y al comportamiento en un espectro de gravedad que se relaciona con la enfermedad vascular cerebral (CVD, cerebrovascular disease). Un síndrome de demencia se produce cuando la CVD es lo bastante grave para causar déficits significativos en las capacidades laborales, sociales y funcionales. La VaD está entre las formas más frecuentes de demencia en ancianos, aunque hay debate sobre su prevalencia. La enfermedad vascular puede alterar las redes cognitivas estructurales con lesiones como microinfartos, microhemorragias, macroinfartos, hemorragias grandes y degeneración progresiva crónica de la sustancia blanca, además de alteración de la hemodinámica cerebral, como hipoperfusión, autorregulación vascular cerebral alterada (cap. 301), desacoplamiento neurovascular (pérdida de las respuestas hemodinámicas normales a la actividad neuronal) y disfunción de la barrera hematoencefálica. Los principios fisiopatológicos del VCI-VaD todavía son un área activa de investigación.

La edad se mantiene como el factor de riesgo más importante para la CVD y el accidente vascular cerebral. Para los 70 años de edad, el 70% de la población tiene trastorno de la sustancia blanca y lesiones en las neuroimágenes, con pequeños infartos (infartos lacunares) en 11 a 24% de la población. Además de la predisposición genética, los factores de riesgo que contribuyen en forma directa a la CVD incluyen hipertensión crónica, hiperlipidemia, diabetes y tabaquismo. La enfermedad cardiaca, como la fibrilación auricular o insuficiencia cardiaca, también puede causar daño cognitivo por infartos embólicos e hipoxemia secundaria al flujo sanguíneo cerebral insuficiente.

Una revisión de los datos mundiales aporta buena evidencia de la variabilidad en el riesgo de CVD y accidente vascular cerebral. Por ejemplo, la aterosclerosis intracraneal es más frecuente en asiáticos, hispanos y negros estadounidenses que en blancos europeos y norteamericanos, mientras que los blancos tienen mayor incidencia de enfermedad extracraneal. Todavía se investigan las causas de estas disparidades, pero es probable que incluyan aspectos genéticos, estilo de vida y acceso a la atención médica.

La VaD tiene una marcada relación con los accidentes vasculares cerebrales hemorrágicos e isquémicos; se calcula que un tercio de los sobrevivientes a estos episodios tiene demencia o deterioro cognitivo posterior a la apoplejía. Las hemorragias, incluidas las subdurales, intraparenquimatosas y subaracnoideas, representan cerca del 20% de todos los accidentes vasculares cerebrales. La interrupción de las redes cerebrales causada por la hemorragia depende en cierta medida de su tamaño y localización. La hemorragia subaracnoidea (SAH, subarachnoid hemorrhage) tiene una relación más intrincada con los déficits cognitivos. Por ejemplo, un antecedente de SAH triplica el riesgo de por vida de desarrollar un síndrome de demencia; en este momento se realiza una investigación activa de las bases moleculares de esta observación. Hay que señalar que las hemorragias cerebrales pueden ser resultado del daño a la pared de un vaso y de la inflamación relacionada con la angiopatía amiloide cerebral (CAA, ...

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