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Cuando era joven, mi padre, Gordon Morton, fue a la escuela de arte. Adquirió una copia de Gray’s Anatomy para ayudarlo a dibujar la forma humana; ese libro estuvo en nuestro librero familiar toda mi vida y continuamente veía sus páginas maravillándome de la complejidad y el milagro del cuerpo humano. Cuando terminé la preparatoria mi padre me dio ese libro que he conservado en mi oficina desde entonces. Me gustaría reconocer y agradecer a mi padre y mi madre (Gabriella Morton) por su influencia en mi vida para llevar el presente libro hasta su publicación. Gracias a mis coautores, el Dr. Foreman y Dr. Albertine —es un placer trabajar con ellos y espero que colaboremos muchos años.
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Expreso un sentido agradecimiento a Michael Weitz: su dedicación, ayuda, estímulo, visión, liderazgo y amistad fueron clave para la finalización exitosa del presente título. También deseo agradecer a Susan Kelly, fue un placer trabajar con ella durante los últimos años bajo la lluvia, el sol, la nieve, competiciones de tenis, Juegos Olímpicos y la vida en general (le doy las gracias por su vista de águila y estimulantes conversaciones telefónicas y mensajes de correo electrónico). Gracias a Karen Davis, Armen Ovsepyan, Brian Kearns, John Williams y la gente en Dragonfly Media Group por el cuidado y la atención que brindaron al crear las imágenes para este título. Finalmente, un sentido agradecimiento a mi esposa y mejor amiga Celine, su apoyo y estímulo inquebrantables durante largas noches de escribir siempre estuvieron ahí para animarme. La adoro.
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Agradezco a mis padres, Ken Foreman y Lynn Christensen, así como a mi mentor y amigo, el Dr. Albertine. Un agradecimiento especial a Cyndi Schluender y a mis estudiantes por sus contribuciones a mis esfuerzos educativos. También expreso mi gratitud al Dr. Morton por su estímulo y apoyo continuos en la redacción de este libro.
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Muchos educadores médicos y científicos biomédicos contribuyeron a mi formación y ayudaron a conducirme a escribir libros de educación médica como este. Mis mentores notables son CCC O'Morchoe, S. Zitzlsperger y N.C. Staub, sin embargo, en lo relacionado con este texto quiero agradecer a mis coautores, el Dr. Morton y el Dr. Foreman. Ser coautor de este libro con ellos ha sido extraordinario, porque ahora mis estudiantes de grado doctoral son mis colegas en conocimiento educativo original. ¿Qué mejor emblema de éxito podría pedir un mentor? De modo que, David y Bo, ¡gracias! Espero ver florecer sus carreras como educadores médicos.
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