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CASO DE ESTUDIO

CASO DE ESTUDIO

El paciente es un afroamericano de 37 años que vive en San José, California. Recientemente fue encarcelado cerca de Bakersfield, California, y regresó a Oakland hace unos 3 meses. Actualmente está experimentando fuertes dolores de cabeza y visión doble, desde hace un mes. Tiene una temperatura de 38.6 °C (101.5 °F) y el examen físico revela rigidez en la nuca y parálisis del sexto par craneal derecho. La resonancia magnética de su cerebro es normal y la punción lumbar revela 330 de leucocitos con 20% de eosinófilos, proteína 75 y glucosa 20. La prueba del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) (HIV, human inmunodeficiency virus) es negativa, la prueba de la tuberculina cutánea es negativa, el antígeno de criptococos es negativo, y el gram del líquido cefalorraquídeo es negativo. El paciente recibe terapia empírica para la meningitis bacteriana con vancomicina y ceftriaxona, y no mejora después de 72 horas de tratamiento. A los 3 días se identifica un moho blanco que crece a partir del cultivo de su líquido cerebroespinal. ¿Qué terapia médica sería ahora la más adecuada?

En los últimos años las infecciones fúngicas humanas se han incrementado dramáticamente en incidencia y severidad, debido principalmente a los avances en la cirugía, el tratamiento del cáncer, el tratamiento de pacientes con trasplante de órganos sólidos y médula ósea, la epidemia de VIH y el uso creciente de terapias antimicrobianas de amplio espectro en pacientes con enfermedades críticas. Estos cambios han resultado en un aumento del número de pacientes que sufren infecciones micóticas.

Durante muchos años, la anfotericina B fue el único fármaco fungicida eficaz disponible para uso sistémico. Si bien es muy eficaz en muchas infecciones graves, también es bastante tóxico. En las últimas décadas, la farmacoterapia de la enfermedad fúngica se ha revolucionado con la introducción de medicamentos azoles, relativamente no tóxicos (formulaciones orales y parenterales) y las equinocandinas (sólo disponibles para administración parenteral). Los nuevos agentes en estas clases ofrecen una terapia más dirigida, y menos tóxica, que los agentes más antiguos —como la anfotericina B— para pacientes con infecciones fúngicas sistémicas graves. Se están reconsiderando terapias combinadas y están disponibles nuevas formulaciones de agentes antiguos. Desafortunadamente, la aparición de organismos resistentes a las equinocandinas y los azoles, así como también la cantidad de pacientes con riesgo de infecciones micóticas, han creado nuevos desafíos.

Los medicamentos antifúngicos actualmente disponibles se clasifican en las siguientes categorías: medicamentos sistémicos (orales o parenterales) para infecciones sistémicas, medicamentos sistémicos orales y medicamentos tópicos para infecciones mucocutáneas.

DROGAS ANTIFÚNGICAS SISTÉMICAS PARA INFECCIONES SISTÉMICAS

ANFOTERICINA B

Las anfotericinas A y B son antibióticos antifúngicos producidos por el Streptomyces nodosus. La anfotericina A no está en uso clínico.

Química y farmacocinética

La anfotericina B es un macrólido de polieno ...

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