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… Los dolores se vuelven menos frecuentes y menos intensos, aunque dan lugar a tanto o incluso más sufrimiento que antes. Al mismo tiempo, el cuello uterino que se estaba obliterando y dilatando de manera satisfactoria, deja de progresar y el parto aparentemente se detiene.
—J. Whitridge Williams (1903)
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El término distocia tal como lo describe Williams en la primera edición de este texto todavía se aplica. Literalmente significa trabajo de parto difícil y se caracteriza por un progreso anormalmente lento del trabajo de parto. De manera similar a los factores descritos por Williams, la distocia surge de tres categorías distintas de anomalías. En primer lugar, las contracciones uterinas pueden ser insuficientemente fuertes o coordinadas de manera inadecuada para dilatar el cuello uterino de forma eficaz: disfunción uterina. Además, el esfuerzo muscular voluntario de la madre durante la segunda etapa del trabajo de parto puede ser inadecuado. En segundo lugar, las anomalías fetales de presentación, posición o anatomía pueden retardar el progreso. Por último, los cambios estructurales pueden contraer la pelvis ósea materna. O bien, las anomalías de los tejidos blandos del tracto reproductivo pueden constituir un obstáculo para el descenso fetal. Más simplemente, estas alteraciones pueden simplificarse mecánicamente en tres categorías que incluyen anomalías de la fuerza: contractilidad uterina y el esfuerzo de expulsión materna; del producto, el feto; y del canal: la pelvis y el tracto reproductivo inferior.
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Las anomalías que se muestran en el cuadro 23-1 a menudo interactúan individualmente o en combinación para producir un parto disfuncional. Las expresiones de uso común en la actualidad, como la desproporción cefalopélvica y la falta de progreso, se utilizan para describir trabajos ineficaces. De estos, la desproporción cefalopélvica es un término que entró en uso antes del siglo xx para describir el trabajo de parto obstruido que resulta de la disparidad entre el tamaño de la cabeza fetal y la pelvis materna. Pero, el término se originó en un momento en que la principal indicación para el parto por cesárea era una contractura pélvica manifiesta debido al raquitismo (Olah, 1994). Tal desproporción absoluta es ahora rara, y la mayoría de los casos se debe a una mala posición de la cabeza fetal dentro de la pelvis (asinclitismo) o por contracciones uterinas ineficaces. La verdadera desproporción es un diagnóstico tenue porque muchas mujeres que se someten a cesárea por este motivo posteriormente dan a luz recién nacidos aún más grandes en embarazos posteriores. Una segunda frase, la falta de progreso en el trabajo espontáneo o estimulado, se ha convertido en una descripción cada vez más popular del trabajo ineficaz. Este término refleja la falta de dilatación cervical progresiva o la falta de descenso fetal. Ninguno de estos dos términos es específico.
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