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Tan pronto como aparezca la cabeza en la vulva, el médico debe estar preparado para frenar su progreso. Debe sostener su mano de tal manera que sea capaz de ponerla inmediatamente en acción, ya que en muchos casos la resistencia de la vulva es superada de forma inesperada, y un solo dolor puede ser suficiente para empujar la cabeza de repente a través de ella con el consiguiente desgarre perineal.
—J. Whitridge Williams (1903)
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Como lo describe Williams, la culminación natural de la segunda fase del parto es el parto vaginal controlado de un neonato sano sin que la madre sufra muchos traumatismos. El parto vaginal es la vía de parto preferida para la mayoría de los fetos, aunque varios entornos clínicos pueden favorecer el parto por cesárea. De las vías de parto, el parto espontáneo de vértice presenta el menor riesgo de comorbilidad materna y las comparaciones con el parto por cesárea se describen en el capítulo 30 (Riesgos del parto por cesárea). El parto es generalmente espontáneo, aunque algunas complicaciones maternas o fetales pueden justificar el parto vaginal quirúrgico, descrito en el capítulo 29 (Indicaciones). Por último, un feto con mala presentación o una gestación multifetal, en muchos casos pueden ser objeto de parto vaginal, pero se requieren técnicas especiales que aparecen descritas en los capítulos 28 (Manejo del trabajo de parto y parto) y 45 (Evaluación de la presentación fetal).
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PREPARACIÓN PARA EL PARTO
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El final de la segunda etapa del parto se anuncia cuando el perineo comienza a dilatarse, la piel que recubre se estira, y el cuero cabelludo fetal se ve a través de los labios de separación. El aumento de la presión perineal ejercida por la cabeza del feto crea esfuerzos de apoyo reflexivo, que son estimulados cuando es apropiado. Es este el momento en que se hacen los preparativos para el parto. Si la vejiga está distendida, la cateterización puede ser necesaria. También se presta atención continua a la supervisión de la frecuencia cardiaca fetal. Como ejemplo, el cordón de la nuca a menudo se tensa con el descenso y puede llevar a la profundización de desaceleraciones variables.
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Durante la segunda etapa del parto, las posiciones de empuje pueden variar, pero para el parto, la posición de litotomía dorsal es la más común y muchas veces la más satisfactoria. Para alcanzar una mejor exposición se utilizan sostenes o estribos para las piernas. Corton y asociados (2012) no observaron incrementos en las tasas de laceraciones perineales con o sin el uso de éstos. Con el posicionamiento, las piernas no se separan demasiado, ni se colocan una más alta que la otra. Dentro del soporte de la pierna, la región poplítea debe descansar cómodamente en la porción proximal y el talón en la porción distal. Las piernas no se atan a los estribos, lo que ...