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En los últimos meses de embarazo, la desaparición de los movimientos del feto suele dirigir la atención del paciente a la posibilidad de la muerte fetal. El diagnóstico de esta condición, sin embargo, puede considerarse absoluto sólo después de exámenes repetidos, cuando uno no ha podido escuchar el corazón fetal o percibir los movimientos del niño.
—J. Whitridge Williams (1903)
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En la época de Williams, la confirmación absoluta de la muerte fetal era frustrante tanto para el paciente como para el obstetra. Ahora, la ecografía proporciona una confirmación rápida, lo que permite una inducción conveniente del trabajo de parto y el parto. Sin embargo, epidemiológicamente, definir y reportar las muertes fetales fue —y sigue siendo— un desafío. En respuesta, los esfuerzos para estandarizar la definición de la muerte fetal y analizar las variantes de la información para su aplicación en la práctica clínica y la política de la salud pública ahora se están poniendo de relieve. Además, la investigación y la prevención de la muerte fetal en Estados Unidos y en el extranjero se han ampliado. Los esfuerzos globales de la salud pública fueron estimulados en parte por una serie de seis partes en The Lancet. Esta compilación se consideró un llamado a la acción después del reconocimiento de que alrededor de 2.65 millones de muertes fetales ocurren cada año y que 98% de los fetos nacidos muertos procede de países de ingresos medios y bajos (The Lancet’s Stillbirth Series Steering Committee, 2011a–f: Comité Directivo de la Serie de The Lancet Muerte Fetal, 2011a–f). Desafortunadamente, el progreso en la mejoría de estas tasas ha sido lento, como se describió en las siguientes cinco partes del informe de The Lancet sobre el progreso, que enfatizó la necesidad de un liderazgo dedicado, de medir los efectos de las intervenciones y de la investigación de las brechas del conocimiento (The Lancet’s Ending Preventable Stillbirths Series Study Group, 2016a–e: Grupo de Estudio de la Serie Final de la Muerte Fetal Prevenible de The Lancet, 2016a–e).
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En Estados Unidos, se reportan alrededor de 1 millón de pérdidas fetales cada año, y la mayoría ocurre antes de las 20 semanas de gestación. Los datos de mortalidad fetal del sistema de estadísticas vitales nacionales por lo general se presentan para las muertes fetales después del umbral de las 20 semanas (MacDorman, 2015). Utilizando esta definición, el número de muertes fetales en Estados Unidos en 2013 superó ligeramente el número de muertes infantiles (figura 35-1). Como se muestra en la figura 35-2, las tasas de mortalidad fetal aumentan en las edades gestacionales más tempranas y más tardías, lo que sugiere diferencias etiológicas.
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