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Una pequeña proporción de mujeres que sufrían nefritis crónica tenían eclampsia. En su mayor parte, la autopsia revelará la presencia de cambios renales generalmente en la nefritis aguda, aunque en ocasiones se pueden establecer en un proceso crónico.
—J. Whitridge Williams (1903)
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En el momento de la primera edición de Williams Obstetricia, se prestaba poca atención a los cambios en la presión sanguínea, incluso con “toxemia”. En ese momento, la hipertensión crónica se denominaba “senil” y se pensaba que sólo se desarrollaba en las personas mayores (Lindheimer, 2015). De hecho, la hipertensión crónica no se menciona, per se, en el libro de texto de Williams de 1903, excepto por alguna deferencia dada a los cambios renales anatómicos crónicos asociados ocasionalmente con la eclampsia.
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Ahora es evidente que la hipertensión crónica es una de las complicaciones graves más comunes que se presentan durante el embarazo. Esto no es sorprendente porque, según la encuesta nacional sobre el examen de salud y nutrición (NHANES, National Health and Nutrition Examination Survey) de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, 2011), la prevalencia de la hipertensión en las mujeres de 18 a 39 años se aproxima a 7%.
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La incidencia de la hipertensión crónica que complica el embarazo varía dependiendo de las vicisitudes de la población. En un estudio de más de 56 millones de nacimientos de muestras de pacientes a nivel nacional, la incidencia fue 1.8% (Bateman, 2012). Y, en más de 878 000 embarazos del extracto analítico del Medicaid, 2.3% se complicó con la hipertensión crónica (Bateman, 2015). A pesar de esta prevalencia sustantiva, el manejo óptimo no ha sido bien estudiado. Se sabe que la hipertensión crónica generalmente mejora durante el embarazo temprano. A esto le sigue un comportamiento variable más adelante en el embarazo y, lo que es más importante, el desarrollo impredecible de la preeclampsia superpuesta. Esta última incrementó los riesgos de morbilidad y mortalidad materna y perinatal.
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CONSIDERACIONES GENERALES
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Para definir la hipertensión crónica, primero se debe establecer el rango de presión sanguínea normal. Esta no es una tarea simple porque, como todas las variantes biológicas determinadas poligénicamente, las normas de la presión sanguínea difieren entre las poblaciones. Y dentro de estas normas, se encuentran amplias variaciones entre los individuos. Además, numerosos factores epigenéticos influyen en la presentación. Por ejemplo, la presión sanguínea no sólo varía entre las razas y los sexos, sino que las presiones, especialmente las sistólicas, aumentan directamente con el aumento de la edad y el peso. Por tanto, de manera pragmática, los adultos normales tienen una amplia gama de presiones sanguíneas, pero también quienes tienen hipertensión crónica. Y finalmente, los valores de la presión sanguínea en reposo no reflejan los de las actividades diarias.
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