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El paciente se queja de dolor precordial intenso y repentino, se pone pálido y presenta síntomas de disnea profunda y, finalmente, falta de aire. Estos embolismos, sin embargo, no siempre son fatales, una pequeña proporción de los pacientes se recupera. El tratamiento es puramente paliativo.
—J. Whitridge Williams (1903)
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Durante el siglo pasado, la frecuencia de tromboembolismo venoso (VTE, venous thromboembolism) durante el puerperio disminuyó de forma notable, en la medida en que se practicó ampliamente la deambulación temprana. Sin embargo, a pesar de este y otros avances en la prevención y el tratamiento, el tromboembolismo sigue siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad materna. De hecho, el tromboembolismo pulmonar representó en Estados Unidos 9.2% de las muertes relacionadas con el embarazo entre 2011 y 2013 (Creanga, 2017).
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Es baja la incidencia absoluta de VTE durante el embarazo, de 1 o 2 casos por cada 1 000 embarazos. Sin embargo, el riesgo es unas cinco veces mayor que entre las mujeres que no están embarazadas (Greer, 2015). Se identifica casi el mismo número de casos antes y después del parto. La trombosis venosa profunda, por sí sola, es más frecuente antes del parto, mientras que el embolismo pulmonar es más común en las primeras 6 semanas posteriores (Jacobsen, 2008). Se estima que la incidencia de una complicación tromboembólica durante el puerperio es de 22 eventos por cada 100 000 partos. Y aunque esta cifra aún resulta elevada, el riesgo se reduce a unos 3 casos por cada 100 000 durante las 6 semanas del segundo periodo posparto (Kamel, 2014).
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Rudolf Virchow (1856) postuló que la estasis, el traumatismo local en la pared del vaso y la hipercoagulabilidad predisponían a la trombosis venosa. Durante un embarazo normal, aumenta el riesgo de ocurrencia de cada uno de estos eventos. El agrandamiento del útero provoca una compresión de las venas pélvicas y de la vena cava inferior, y hace que el sistema venoso de la extremidad inferior sea particularmente vulnerable a la estasis. De su propia revisión, Marik y Plante (2008) han citado que se produce una reducción de 50% en la velocidad del flujo venoso de las piernas, y que esta reducción dura, desde el inicio del tercer trimestre, hasta 6 semanas después del parto. La estasis es el más constante factor que predispone al riesgo de una trombosis venosa. Además, tanto la estasis venosa como el parto pueden contribuir a una lesión de las células endoteliales. Por último, como se indica en el Apéndice (Suero y componentes de la sangre.), la síntesis de la mayoría de los factores de coagulación aumenta notablemente durante el embarazo y favorece la coagulación.
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En el cuadro 52-1 se muestran las condiciones que propician el desarrollo de un tromboembolismo durante el embarazo. La más importante es ...