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Las concentraciones circulantes de glucosa en plasma se mantienen dentro de un rango relativamente estrecho mediante un sistema complejo de controles neuronales, humorales y celulares interrelacionados. Bajo las condiciones metabólicas habituales, el sistema nervioso central es totalmente dependiente de la glucosa plasmática y contrarresta la disminución de las concentraciones de glucosa en sangre con una respuesta cuidadosamente programada. Esto se asocia a menudo con una sensación de hambre y, como el cerebro recibe glucosa insuficiente para satisfacer sus necesidades metabólicas (neuroglucopenia), se desencadena una respuesta autónoma para movilizar depósitos de almacenamiento de glucógeno y grasa. En el estado de posabsorción, las reservas hepáticas de glucógeno y la gluconeogénesis del hígado y el riñón suministran glucosa directamente al sistema nervioso central, la cual se transporta a través de la barrera hematoencefálica mediante un sistema específico de transporte de glucosa, mientras que la movilización de ácidos grasos de los depósitos de triglicéridos proporciona energía para la gran masa de músculo esquelético y cardiaco, el córtex renal, el hígado y otros tejidos que utilizan ácidos grasos como combustible básico, ahorrando así glucosa para el uso de los tejidos del sistema nervioso central.
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El límite inferior normal de la glucosa en plasma en ayunas es típicamente de 70 mg/dL (3.9 mmol/L). Los valores más bajos pueden aparecer durante el ayuno prolongado, el ejercicio extenuante o el embarazo, o pueden ocurrir como un artefacto de laboratorio. En hombres normales, la glucosa en plasma no cae por debajo de 55 mg/dL (3 mmol/L) durante un ayuno de 72 horas. Sin embargo, por razones que no están claras, las mujeres normales pueden experimentar ...