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Acné juvenil, acné común, acné polimorfo.
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Proveniente del griego acmé (que sale a la superficie, que hace punta), el término acné vulgar (vulgaris, común) corresponde a la inflamación crónica de la unidad pilosebácea producida por retención del sebo. Aparece en la pubertad en personas con piel seborreica; predomina en la cara (99%), espalda (60%) y el tórax (15%). Las lesiones son comedones, pápulas y pústulas; puede haber abscesos, quistes y cicatrices.
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Datos epidemiológicos
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Su distribución es universal; afecta a la mayoría de los adolescentes y tiende a desaparecer hacia los 20 a 25 años de edad, aunque muchas veces se prolonga a la edad adulta. Predomina ligeramente en varones donde el cuadro suele ser más grave y más prolongado. La frecuencia en la consulta dermatológica es de 15 a 30%. El máximo de incidencia y gravedad se ubica entre los 14 y 17 años en mujeres y 16 a 19 años en varones. El acné infantil se presenta alrededor de los tres meses de edad y puede durar hasta los cinco años.
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El tipo de herencia es autosómica dominante y los datos epidemiológicos y familiares sugieren una base poligénica. Hay un polimorfismo en el citocromo humano, resultado de una mutación en P-450 1A1 (CYP1A1) y en el gen de mucina epitelial polimorfa (MUC1) y la molécula codificada por él. Los factores patógenos fundamentales son: queratinización folicular anormal, secreción sebácea aumentada, colonización bacteriana e inflamación local (esquema 2–1). El acné es una enfermedad inflamatoria crónica, de patogénesis multifactorial y morfología altamente variable, que va desde los comedones hasta lesiones intensamente inflamatorias como los abscesos y las fistulas. Tradicionalmente se ha señalado que la alimentación no tiene influencia significativa; sin embargo, estudios recientes sugieren que una dieta baja en carbohidratos y grasas saturadas, y alta en ácidos grasos omega-3 y fibra se relaciona con una mejoría del acné, vinculada con la reducción de peso, cambios en la resistencia a la insulina y reducción en las concentraciones de andrógenos. Hoy día se estudia el consumo de probióticos como factores de protección para el desarrollo de acné.
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Es importante identificar el impacto del exposoma de cada enfermo con acné. Las influencias acumulativas multifactoriales, y sus respuestas biológicas, asociadas durante toda la vida útil, incluidas las exposiciones al medio ambiente, dieta, procesos endógenos, nutrición, medicación, factores ocupacionales, agentes contaminantes, factores climáticos, psicosociales y de estilo de vida, pueden influir en el curso y la gravedad del acné, así como en la eficacia del tratamiento. Al llegar la pubertad, las hormonas andrógenas (dihidrotestosterona, testosterona) generan agrandamiento de las glándulas sebáceas e incremento de su secreción (adrenarquia); esto, aunado a la hiperqueratosis ...