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Dermatosis crónica de origen desconocido y fisiopatología incierta; en la cara se localiza en nariz, mejillas, mentón y frente. Se caracteriza por un componente vascular que da lugar a un eritema persistente y accesos de tipo acneiforme que muchas veces terminan en una forma hipertrófica llamada fima y suele acompañarse de afección ocular. Los tipos clínicos son eritematotelangiectásico, papulopustular, fimatoso y ocular.
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DATOS EPIDEMIOLÓGICOS
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La frecuencia varía de 0.1 a 1% de la consulta dermatológica. Se estima que en Estados Unidos hay 14 millones de pacientes. En Suecia afecta a 10% de la población, pero no es más frecuente en Australia, donde la exposición solar es intensa y un porcentaje alto de la población es de raza blanca. Predomina en mujeres de raza blanca de 30 a 50 años de edad, con una proporción de 3:1 a 5:1; en jóvenes afecta más a varones.
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Se considera un síndrome, si bien se desconoce la causa; se ha relacionado con alteraciones de la respuesta inmune innata. Hay informes de casos familiares, predisposición genética y factores ambientales. Su presencia en áreas faciales fotoexpuestas indica influencia a exposición a la luz solar (UV), el calor y el frío, así como los episodios de rubor facial. La barrera cutánea puede estar alterada y suele haber signos de irritación.
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Esta enfermedad se ha asociado con factores endocrinos (diabetes), gastrointestinales (se ha encontrado relación con úlcera gástrica o gastritis, enfermedad de Crohn, colitis ulcerativa, colon irritable, sobrecrecimiento bacteriano intestinal y presencia de Helicobacter pylori), o vasculares (hipertensión, dislipidemia), psiquiátricos (depresión, ansiedad), neurológicos (migraña y demencia), alimentarios, infecciosos o seborreicos; sólo en 20% de los enfermos hay antecedentes de acné y al parecer no existe afección de las glándulas sebáceas. Se acepta que se trata de una inflamación crónica con cambios vasculares secundarios a factores subyacentes como la sustancia P, serotonina, prostaglandinas, endorfinas y encefalinas. También se invoca una expresión aberrante de catelicidinas, elevación de calicreína 5 (KLK5), actividad proteolítica y alteración de receptores Toll-2 (TLR2) que permiten la liberación de citocinas proinflamatorias; además, se señala la participación de canales potenciales de receptores transitorios asociados a los factores desencadenantes, ya que pueden activarse por alteraciones de la temperatura y ciertos alimentos (capsaicina del chile y especias, cinamaldehído en canela, citrícos, tomate y chocolate).
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Las formas granulomatosas o papulopustulares pueden representar una reacción a cuerpo extraño a estructuras queratinizadas, o de hipersensibilidad al ácaro Demodex folliculorum o a Propionibacterium acnes; la sensación de picazón se relaciona con Demodex; se observa mejoría con la humectación de la piel. Se ha señalado que la presencia de blefaritis en niños predice rosácea en adultos.
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Aunque los factores psicológicos no son importantes, se produce vasodilatación de origen neurológico o emocional, por lo que ...