Skip to Main Content

INTRODUCCIÓN

Desde hace más de treinta años se emplea el término “micosis oportunistas”, para designar a un grupo de infecciones por hongos que viven normalmente como saprobios en el ambiente o en cavidades naturales de humanos. Son termotolerantes y tienen la propiedad de presentar cambios bioquímicos y morfológicos cuando están en contacto con personas que tienen defectos inmunitarios. Los hongos clásicos son Candida, Aspergillus, Cryptococcus neoformans y los mucorales, pero, en un momento dado, cualquier hongo saprofito puede transformarse en patógeno secundario.

La incidencia de estas infecciones muestra un incremento constante en presencia de anomalías de la inmunidad, sea celular (caquexia, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, SIDA) o humoral (leucemia, mieloma); por alteraciones de la fagocitosis (lupus, diabetes); granulocitopenia (citotóxicos, radioterapia) o en inmunodepresión consecutiva a uso de glucocorticoides y quimioterapia, principalmente en receptores de trasplante; también se observan en quienes sufren quemaduras graves, así como en pacientes con hiperalimentación parenteral y con catéteres intravasculares. Algunas de estas micosis no se diagnostican hasta el momento de la necropsia.

Esta curva seguirá en aumento debido a los siguientes factores: incremento de la esperanza de vida y, como consecuencia, de las enfermedades geriátricas; uso de inmunosupresores cada vez más potentes y con más efectos colaterales, así como utilización de antibióticos de amplio espectro y biológicos como los inhibidores (infliximab y rituximab) del factor de necrosis tumoral (TNF, del inglés tumor necrosis factor); complicaciones de las técnicas quirúrgicas modernas o que sobrevienen en unidades de cuidado intensivo; y presencia de SIDA, en el cual se ha observado la proporción que sigue: neumocistosis, 32%, candidosis (candidiasis), 31.1%, criptococosis, 29%, e histoplasmosis, 9.6%.

Las micosis oportunistas pueden ser cutáneas, subcutáneas y sistémicas. Estas últimas generan alta mortalidad y se observan del 10% al 50% de los pacientes neutropénicos o con trasplante de médula ósea. Por este motivo, es prioritario tomar medidas profilácticas generales que incluyan actividades higiénicas personales estrictas, así como ambientales. Sin embargo, el diagnóstico de estas micosis invasivas sigue siendo difícil, dada la baja sensibilidad de los hemocultivos aun para infecciones frecuentes, como candidemia, y, sobre todo, para infecciones por hongos filamentosos, como en la aspergilosis, salvo en infecciones por Fusarium. En presencia de fiebre persistente, neutropenia y sospecha de infección micótica, por lo regular se ofrece terapéutica antifúngica empírica. La emergencia de las nuevas micosis oportunistas se demuestra con la publicación en 1998 del primer aislamiento de Emmonsia pasteurina, en un paciente de SIDA con una micosis diseminada, y la comunicación en el año 2013 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica de 13 casos en 3 años de una micosis descrita como emmonsiosis que afecta pulmón y da lesiones moluscoides en la piel. Hasta el momento se dispone de anfotericina B, isavuconazol, itraconazol, voriconazol, posaconazol, fluconazol; equinocandinas, como caspofungina, micafungina y anidulafungina, y nuevos antifúngicos que parecen prometedores.

Pop-up div Successfully Displayed

This div only appears when the trigger link is hovered over. Otherwise it is hidden from view.