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La visión binocular se caracteriza por una relación armoniosa entre los sistemas sensorial y motor de ambos ojos. Esta relación permite dirigir los ejes visuales hacia el objeto observado simultáneamente, fusionando imágenes de los dos ojos y permitiendo el sentido de tridimensionalidad. El desarrollo de la binocularidad se inicia muy tempranamente y depende de muchos factores; existe evidencia de que a los cuatro meses de edad ya hay algún grado de esta.
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Cuando existe una alteración en esta relación se produce estrabismo, el cual se define como la pérdida de paralelismo de los ejes visuales (ojos desviados) con daños en los mecanismos de visión binocular. Dependiendo de las series consultadas, este puede presentarse en aproximadamente 3–8% de la población general.
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La visión binocular es la capacidad de ver con los dos ojos al mismo tiempo. El objeto que percibe un individuo cae en la fóvea de cada ojo; este fenómeno se conoce como percepción simultánea. Posteriormente, a través de mecanismos electrofisiológicos, el cerebro lo percibe como una imagen única (fusión), y, finalmente, se establece la percepción de profundidad, denominada estereopsis. En dependencia del momento en que el estrabismo se presenta, los mecanismos de visión binocular se ven afectados, lo que genera, en estrabismos de instalación muy temprana o congénitos, la capacidad de “anular” la imagen del ojo desviado: un mecanismo compensatorio denominado supresión. En estrabismos que se presentan más tarde o en adultos, esta capacidad de anular la imagen del ojo desviado es más difícil, por lo que el principal síntoma del paciente es la diplopía (visión doble). Es por ello que la presencia o ausencia de diplopía nos permite suponer el momento de establecimiento del estrabismo.
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Otra alteración sensorial es la ambliopía, que se define como la diferencia de al menos dos líneas de visión entre un ojo y otro, sin alteración orgánica; se presenta aproximadamente en 30% de los estrabismos. La ambliopía generalmente se asocia a estrabismos congénitos y monoculares, donde en un ojo permanentemente desviado no llega el estímulo necesario para desarrollar su máxima agudeza visual.
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En bebés, una causa relativamente frecuente de consulta por estrabismo es el pseudoestrabismo, que es la percepción de que los ojos están desviados cuando en realidad no lo están. La forma más común es cuando aparentan endodesviación. Esto se presenta porque, en los bebés, los huesos del cráneo y de la cara aún no están completamente desarrollados, de manera que la piel del puente nasal forma un pliegue en la parte interna de los ojos que se denomina epicanto. Este pliegue deja más esclera descubierta del lado temporal que del lado nasal dando la apariencia de que los ojos están desviados hacia adentro (Fig. 9–1). Conforme los huesos de la cara y el cráneo crecen, el puente nasal se va desarrollando y entonces el epicanto disminuye ...