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El nuevo coronavirus, o COVID-19, que comenzó en diciembre en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, se ha extendido con gran celeridad a casi todos los países del mundo, con más de 214 890 casos confirmados, según los datos notificados hasta la fecha. Las poblaciones de mayor edad parecen sufrir las peores consecuencias de la enfermedad, a diferencia de las más jóvenes. Se considera que los ancianos vulnerables, es decir, quienes también tienen afecciones subyacentes, como padecimientos cardiacos, diabetes, enfermedades pulmonares o un sistema inmunitario debilitado debido al cáncer u otras afecciones, se encuentran en mayor riesgo de sufrir una enfermedad grave derivada de este contagio. Hasta ahora, 8 de cada 10 muertes por COVID-19 en Estados Unidos ocurrieron en personas de 65 años o más (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/specific-groups/high-risk-complications/older-adults.html).
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HOGAR DE ANCIANOS LIFE CARE CENTER, KIRKLAND, WASHINGTON
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Este virus se propaga con gran rapidez, lo que coloca a los residentes de hogares de ancianos y centros de atención a largo plazo en un riesgo muy alto. Un brote de COVID-19 se informó por primera vez en febrero de 2020 en el Life Care Center, un hogar de ancianos del área de Seattle, y la primera muerte por COVID-19 de Estados Unidos acaeció en uno de sus residentes masculinos que tenía alrededor de 50 años y presentaba comorbilidades subyacentes. Al menos 30 muertes relacionadas con el COVID-19 han sucedido en dicha instalación.
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Los U.S. Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos proporcionaron un informe detallado el pasado 18 de marzo de 2020 sobre la proliferación del brote a través del Life Care Center en Kirkland, Washington (https://www.cdc.gov/mmwr/volumes/69/wr/mm6912e1.htm?s_cid=mm6912e1_x). Las autoridades de salud pública en el área de Seattle llevaron a cabo la vigilancia de hogares de ancianos locales y centros de atención a largo plazo; descubrieron que el personal llegaba a trabajar con síntomas de enfermedad, a menudo laboraba en múltiples instalaciones y no seguía los protocolos para protegerse cuando cuidaba a un enfermo residente. Las inspecciones de las instalaciones revelaron una escasez de equipo de protección personal (PPE, personal protective equipment) y desinfectante para manos a base de alcohol. Al principio, el personal administrativo no creía que el brote de la enfermedad correspondía al coronavirus y cuando al fin lo sospecharon enfrentaron la situación de una capacidad limitada para confirmarlo mediante pruebas.
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PREVENIR LA INTRODUCCIÓN DEL COVID-19 EN HOGARES DE ANCIANOS
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En la última semana se impusieron nuevas restricciones a las visitas a centros de atención a largo plazo en todo Estados Unidos, en un esfuerzo por evitar que esta población tan vulnerable se infecte con el COVID-19. Se prohíbe a todos los trabajadores de salud no esenciales y visitantes externos ingresar a las instalaciones de hogares de ancianos hasta nuevo aviso. Cabe hacer excepciones para visitas de cuidado compasivo durante situaciones de fin de ...