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El abuso de sustancias tiende a ser una enfermedad crónica y progresiva. El inicio del uso se ha convertido en una característica tan común de un adulto estadounidense que muchas autoridades lo llaman “comportamiento normativo”. En esta etapa, el uso de sustancias se limita por lo general a la experimentación con tabaco o alcohol (las llamadas “sustancias de entrada”). Durante la adolescencia, se espera que los jóvenes establezcan una identidad independiente y autónoma, de modo que ponen a prueba una variedad de comportamientos dentro de la seguridad de las familias y los amigos. A menudo este proceso implica la experimentación con sustancias psicoactivas, por lo regular en entornos cuya cultura lo considera como aceptable; sin embargo, continuar con el abuso es un comportamiento de riesgo no normativo que tiene el potencial de comprometer el desarrollo del adolescente.
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La American Psychiatric Association señaló criterios para juzgar la gravedad de los trastornos por uso de sustancias (SUD, substance use disorders). La versión más reciente del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el DSM-5 (5ª edición), pasó de los términos anteriores “abuso de sustancias” y “dependencia de sustancias” a trastornos por uso de sustancias leve, moderado y grave. Hay 11 características descritas en el DSM-5. Los pacientes con la forma leve tienen 2 o 3 características, mientras que aquellos con la moderada tienen 4 o 5 sin pérdida de control o características compulsivas. Los pacientes con la forma grave tienen más de 6 características, incluida la pérdida de control o características compulsivas.
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Los efectos fisiológicos y síntomas de intoxicación comunes (que pueden ocurrir en cualquier etapa del uso de sustancias) y abstinencia (un síntoma de dependencia) para las clases principales de sustancias se muestran en los cuadros 5–1 y 5–2.
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