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Ocho de cada 1 000 neonatos nacen con un defecto cardiaco congénito. Los avances en la atención médica y quirúrgica permiten que más de 90% de estos niños progresen a la edad adulta. La atención cardiaca pediátrica incluye no sólo el diagnóstico y el tratamiento de la cardiopatía congénita, sino también la prevención de los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular del adulto: obesidad, tabaquismo e hiperlipidemia. Las enfermedades cardiacas adquiridas y familiares, como la enfermedad de Kawasaki, la miocarditis viral, las miocardiopatías y la cardiopatía reumática también son una causa importante de morbilidad y mortalidad en los niños.
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EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
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Los síntomas relacionados con defectos cardiacos congénitos varían, en primer lugar, según la alteración del flujo sanguíneo pulmonar (cuadro 20–1). La presencia de otros síntomas cardiovasculares, como palpitaciones y dolor torácico, debe determinarse por los antecedentes en el niño mayor, y prestar especial atención al momento (en reposo o relacionado con la actividad), el inicio y la terminación (gradual o repentina), así como a factores precipitantes y de alivio.
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El examen comienza con una evaluación visual del estado mental, signos de angustia, perfusión y color de la piel. Es esencial documentar la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la presión arterial (en las cuatro extremidades) y la saturación de oxígeno. Muchos defectos cardiacos congénitos ocurren como parte de un síndrome genético (cuadro 20–2) y la evaluación completa incluye la evaluación de las características dismórficas que pueden ser indicios del defecto cardiaco que se presenta.
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Examen cardiovascular