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En la práctica neurológica en hospitales y servicios de urgencias se requiere a menudo el análisis clínico de personas arrefléxicas y en estado de coma. Siempre es una necesidad urgente identificar la enfermedad subyacente una disminución del estado de consciencia y la dirección en la que evoluciona para proteger al cerebro de un daño más grave e irreversible. Debido a ello, cuando se solicita su asistencia, el médico debe estar preparado para iniciar una investigación sistemática rápida del paciente en estado de coma; la necesidad de acción terapéutica y diagnóstica inmediata no concede tiempo para una investigación detenida y razonada.
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Es posible prefigurar la magnitud del coma con base en la revisión de las estadísticas publicadas. Ochenta años antes se calculó en dos grandes hospitales generales que 3% de todos los internamientos en servicios de urgencias correspondía a enfermedades causantes de coma. Alcoholismo, traumatismo craneoencefálico y enfermedades vasculares cerebrales era los factores más comunes y representaban el 82% de los casos de pacientes en estado de coma ingresados en el Boston City Hospital (Solomon y Aring). La epilepsia, intoxicación por fármacos, diabetes e infecciones graves fueron las otras causas principales del ingreso. Quizá sea sorprendente que las cifras más recientes de los grandes hospitales urbanos son casi las mismas; la intoxicación, el accidente cerebrovascular y el traumatismo craneal son aún las “tres grandes” alteraciones que producen un estado de coma. Por ejemplo, en la serie de Plum y Posner (cuadro 16–1), la mayoría era resultado de intoxicaciones exógenas (sobredosis de fármaco) y endógenas (metabólicas) e hipoxia, 25% de los casos correspondió a enfermedad cerebrovascular y masas intracraneales como tumores, abscesos y hemorragias, que conformaban casi un tercio de los casos. La hemorragia subaracnoidea, meningitis y encefalitis representaron otro 5% del total. En algunas series también es frecuente el coma consecutivo a las crisis epilépticas o la reanimación del paro cardiaco, aunque previsible y casi siempre transitorio.
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