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Una convulsión es un episodio paroxístico de signos o síntomas debidos a una actividad neuronal anormal excesiva o sincrónica en el cerebro. La epilepsia se diagnostica cuando existe un riesgo de convulsiones recurrentes debido a un proceso subyacente crónico.
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ABORDAJE DEL PACIENTE
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ABORDAJE DEL PACIENTE Convulsión
Clasificación de las convulsiones: Aspecto esencial para el diagnóstico, tratamiento y el pronóstico (cuadro 184–1). Las convulsiones son focales o generalizadas: las convulsiones focales se originan en redes limitadas a un hemisferio cerebral, y las convulsiones generalizadas involucran rápidamente redes distribuidas en ambos hemisferios. Las convulsiones focales se dividen aún más según la presencia o ausencia de deterioro cognitivo.
Las convulsiones generalizadas pueden ocurrir como un trastorno primario o como resultado de la generalización secundaria de una convulsión focal. Las convulsiones tónico-clónicas (gran mal) causan pérdida súbita de la conciencia, pérdida del control postural y contracciones musculares tónicas, lo que produce que el paciente apriete los dientes y rigidez en la extensión (fase tónica), seguido de sacudidas musculares rítmicas (fase clónica). Durante la convulsión puede producirse incontinencia y mordedura de la lengua. La recuperación de la conciencia suele ser gradual y tardar de varios minutos a horas. La cefalea y la confusión son fenómenos posictales frecuentes. En las convulsiones llamadas crisis de ausencia (pequeño mal) hay un deterioro repentino y breve de la conciencia sin pérdida del control postural. Los eventos rara vez duran más de 5 a 10 s, pero pueden repetirse muchas veces al día. Los síntomas motores leves son comunes, mientras que los automatismos complejos y la actividad clónica no lo son. Otros tipos de convulsiones generalizadas incluyen convulsiones tónicas, atónicas y mioclónicas.
Etiología: El tipo de crisis y la edad del paciente aportan indicios etiológicos importantes (cuadro 184–2).
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