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Los trastornos de la médula espinal pueden ser devastadores, pero muchos son tratables si se reconocen en una fase inicial (cuadro 191–1). El conocimiento de la anatomía de la médula espinal es a menudo decisivo para establecer un diagnóstico correcto (fig. 191–1).
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Los síntomas sensitivos comprenden con frecuencia parestesias y pueden comenzar en uno o ambos pies y ascender. El grado sensitivo a la percepción de un alfiler o a la vibración a menudo se correlaciona bien con la ubicación de las lesiones transversales. Puede haber pérdida aislada de la sensación al dolor y la temperatura sobre los hombros (distribución en “capa” o “siringomiélica”), o pérdida de la sensación de vibración y la posición en un lado del cuerpo y pérdida de la percepción del dolor y la temperatura en el otro (síndrome de hemisección medular de Brown-Séquard).
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Los síntomas motores son secundarios a lesiones de las vías corticoespinales que originan cuadriplejia o paraplejia con aumento del tono muscular, reflejos tendinosos profundos hiperactivos y respuestas plantares extensoras. En las lesiones agudas graves puede haber flacidez inicial y arreflexia (choque medular).
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La disfunción autónoma incluye principalmente retención urinaria; debe aumentar la sospecha de enfermedad de la médula espinal cuando se asocia con dorsalgia o dolor de cuello, debilidad y/o un grado sensitivo.
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El dolor interescapular puede ser el primer signo de compresión de la médula en la ...