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La función clave del sistema endocrino es mantener la homeostasis en todo el organismo. Esta se lleva a cabo a través de la coordinación de las vías de señalización hormonal que regulan la actividad celular en órganos blanco a través de todo el organismo. Los mecanismos endocrinos también se relacionan con la capacidad de reproducción de los seres humanos y la maduración sexual necesaria para esta función. Las glándulas endocrinas clásicas están dispersas por todo el organismo y secretan hormonas hacia el sistema circulatorio, generalmente mediante la secreción hacia el líquido intersticial sin mediar conductos. Los órganos blanco expresan los receptores que se unen a la hormona específica iniciando una respuesta celular. El sistema endocrino puede contrastarse con la regulación neural de la función fisiológica, la cual fue el tema principal de la sección anterior. Los efectores endocrinos usualmente proporcionan una regulación “transmitida” de múltiples tejidos y órganos en forma simultánea, mediante la especificidad que proporciona la expresión de receptores relevantes. Un cambio en el medio ambiente, por ejemplo, a menudo precisa una respuesta integrada a través de muchos sistemas y órganos. La regulación neural, por otra parte, a menudo tiene una exquisita delimitación espacial, como la capacidad de contraer un solo músculo. Sin embargo, ambos sistemas deben trabajar en colaboración para permitir minuto a minuto y a largo plazo una mayor estabilidad del medio interno del organismo.
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Las hormonas son los mensajeros solubles de los sistemas endocrinos y se clasifican en esteroides, péptidos y aminas (véanse capítulos 1 y 2). Las hormonas esteroides pueden atravesar la membrana plasmática de las células que contienen lípidos y, por lo general, se unen a receptores intracelulares. Las hormonas peptídicas y las aminas se unen a los receptores presentes en la superficie de la célula. Las hormonas esteroides se producen por la corteza suprarrenal (capítulo 19), los ovarios (capítulo 22) y las gónadas, los testículos (capítulo 23), además de las hormonas esteroides que se producen por la placenta durante el embarazo (capítulo 22). Las hormonas aminas se derivan del aminoácido tirosina y se producen por la glándula tiroides (capítulo 20) y la médula suprarrenal (capítulo 19). Curiosamente, la hormona tiroidea derivada de la tirosina se comporta más como un esteroide que como una hormona peptídica, porque se une a un receptor intracelular. La mayoría de las hormonas, sin embargo, son péptidos y, por lo general, se sintetizan como preprohormonas antes de ser escindidas primero a preprohormonas en el retículo endoplásmico y luego en la hormona activa en las vesículas secretoras.
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Las enfermedades del sistema endocrino son numerosas. De hecho, los trastornos endocrinos y metabólicos están entre los padecimientos más comunes en los países desarrollados, en particular cuando la nutrición y el acceso a los cuidados de la salud son amplios y los individuos de alto riesgo se identifican por detección regular. Al menos 11 trastornos ...