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La disfunción renal, en particular el síndrome hepatorrenal (SHR), continúa siendo una complicación importante de la cirrosis descompensada. Su presencia se asocia con un incremento en la mortalidad en ausencia de trasplante hepático. El SHR comprende dos patrones clínicos: el SHR tipo 1, que se caracteriza por deterioro de la función renal de inicio agudo, y el SHR tipo 2, en el cual el deterioro es crónico. Estos pacientes cumplen con los criterios de daño renal agudo (FRA) del Kidney Disease Improvement Global Outcomes (KDIGO), por lo que actualmente se ha introducido una nueva terminología y al SHR tipo 1 se le llama (FRA)-SHR y al SHR tipo 2 se le conoce como síndrome hepatorrenal crónico (FRC)-SHR.
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Este síndrome es una forma de falla renal que se presenta como consecuencia de diversas alteraciones funcionales hemodinámicas en los pacientes con enfermedad hepática crónica potencialmente reversible, alteraciones debidas al incremento de la presión sanguínea dentro del sistema venoso portal. Los principales desencadenantes de (FRA)-SHR son infecciones bacterianas, en particular la peritonitis bacteriana espontánea, pero también puede presentarse, aunque menos frecuentemente, como consecuencia de la disfunción circulatoria después de la evacuación de grandes volúmenes de ascitis y en eventos de sangrado del tubo digestivo.
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Es un síndrome caracterizado por vasodilatación arterial esplácnica, lo que produce una disminución en el volumen circulante efectivo, llevando a la activación de los sistemas vasoconstrictores endógenos, en particular a nivel renal. A medida que la enfermedad progresa, hay mayor deterioro de la vasodilatación, lo cual activa sistemas vasopresores como el eje renina-angiotensina-aldosterona y el sistema nervioso simpático. El (FRA)-SHR siempre se desarrolla en el contexto de disfunción circulatoria avanzada y viene acompañado de ascitis y generalmente también de hiponatremia.
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La incidencia del (FRA)-SHR en cirrosis y ascitis es de 27 y 53% al primer y quinto año, respectivamente. Su pronóstico es pobre, con un promedio de expectativa de vida del 50% dentro de las dos semanas del diagnóstico.
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El diagnóstico de falla renal aguda en el contexto de cirrosis es un reto debido a la ausencia de herramientas diagnósticas específicas. Anteriormente la falla renal se definía como el incremento en los niveles de creatinina sérica (Crs) ≥ de 1.5 mg/dl (133 µmol/l). El SHR es un diagnóstico de exclusión, ya que no hay marcadores de laboratorio específicos. El diagnóstico diferencial entre SHR y necrosis tubular aguda (NTA) es un reto debido a que ambas alteraciones se presentan en el escenario del paciente cirrótico crítico. Los biomarcadores típicos, como el Na urinario, la fracción excretada de Na y la osmolaridad urinaria, tienen sus limitaciones. Los nuevos biomarcadores urinarios NGAL e IL-18 son de utilidad en el diagnóstico diferencial de FRA, pues ayudan a diferenciar el SHR de la NTA. Otro biomarcador promisorio es la Cistatina C, sin embargo, es necesario realizar estudios prospectivos para evaluar el punto óptimo en el tiempo en que los biomarcadores deben ser medidos, ...