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QUISTES OVÁRICOS COMO GRUPO
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Las tumoraciones en ovarios constituyen un hallazgo frecuente en la práctica ginecológica general y muchas de ellas son quísticas (figura 10–1). Desde el punto de vista histológico, los quistes ováricos suelen dividirse en los que provienen de proliferación neoplásica, las neoplasias quísticas ováricas, y los originados por la perturbación de la ovulación normal, que son los quistes ováricos funcionales. No siempre es evidente, con base en signos clínicos, diferenciar entre una y otra entidades con los estudios de imagen o marcadores tumorales. Por tal razón, los quistes ováricos pueden ser tratados como una sola entidad clínica compuesta, y en las secciones siguientes se describirá este enfoque general; también más adelante se abordan los cuadros patológicos de cada variedad.
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No hay certeza de los mecanismos exactos que culminan en la formación de quistes. La angiogénesis es un componente esencial de las fases folicular y luteínica del ciclo ovárico. También es un componente de diversos cuadros patológicos de ovarios, que incluyen la formación de quistes foliculares, síndrome ovárico poliquístico (PCOS, polycystic ovarian syndrome), el síndrome de hiperestimulación ovárica y neoplasias ováricas benignas y malignas.
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La incidencia de los quistes ováricos varía poco con los aspectos demográficos de las pacientes y va de 5% a 15% (Dorum, 2005; Millar, 1993). Los quistes ováricos funcionales componen una gran porción del trastorno. Las neoplasias constituyen casi todo el resto y son predominantemente de tipo benigno. Whiteman y colaboradores (2010), en su revisión de personas hospitalizadas en 2010 en Estados Unidos, indicaron que cerca de 7% de las admisiones por trastornos ginecológicos correspondían a quistes ováricos benignos.
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Los objetivos de tratamiento incluyen identificar cáncer maligno y atender los síntomas mientras se preserva la función ovárica, cuando es posible, y minimizar el sobretratamiento. No obstante, a pesar de la mejoría incesante de los métodos diagnósticos, a menudo es imposible diferenciar, sobre bases clínicas, entre cuadros benignos y malignos. Por tal causa, el tratamiento debe sopesar entre la preocupación de practicar una escisión de una lesión que probablemente sea inofensiva y el riesgo de no extirpar una neoplasia maligna ovárica.
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Gran parte de las mujeres con quistes ováricos no presentan síntomas y, en caso de que sí los muestren, el dolor es frecuente. En ocasiones la dismenorrea denota la presencia de endometriosis y de un endometrioma acompañante. El dolor intenso, agudo o intermitente con vómito suele asociarse con torsión de ovario. Otras causas de dolor agudo incluyen rotura del quiste o un absceso ...