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La enfermedad mamaria en mujeres abarca un espectro de trastornos benignos y malignos que se manifiestan muy a menudo con dolor mamario, secreción por el pezón o una masa palpable. Las causas específicas de estos síntomas varían con la edad de la paciente. Los trastornos benignos predominan en las premenopáusicas jóvenes, mientras que las tasas de malignidad aumentan conforme la edad avanza. Para valorar los trastornos mamarios casi siempre es indispensable la combinación de una anamnesis cuidadosa, exploración física, estudios de imagen y, cuando está indicada, biopsia.
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La parte glandular de la mama está formada por 12 a 15 sistemas ductales independientes y por cada uno drenan cerca de 40 lobulillos (figura 13–1). Cada lobulillo consiste en 10–100 acinos productores de leche que se vacían en pequeños conductos terminales (Parks, 1959). Desde el punto de vista histológico, los acinos y los conductos terminales están revestidos por un epitelio cuboidal y una capa exterior de células mioepiteliales. Los conductos terminales drenan en conductos colectores más grandes que se fusionan en conductos aún más grandes, los cuales muestran una dilatación sacular justo debajo del pezón, que se denomina seno galactóforo.
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En general, sólo hay 6 a 8 aberturas visibles en la superficie del pezón, las cuales drenan los sistemas ductales dominantes, que representan alrededor de 80% del volumen glandular de la mama (Going, 2004). Los conductos menores terminan justo bajo la superficie del pezón o se abren en la areola, cerca de la base del pezón. La areola contiene numerosas glándulas sebáceas lubricantes, las glándulas de Montgomery, que a menudo son visibles como prominencias punteadas.
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Además de las estructuras epiteliales, la mama se compone de proporciones variables de estroma colagenoso y grasa. La distribución y abundancia de estos componentes explica la consistencia mamaria cuando se palpa y sus características en las imágenes.
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El drenaje linfático aferente de la mama se realiza mediante los sistemas dérmico, subdérmico, interlobular y prepectoral (figura 13–3) (Grant, 1953). Cada uno de ellos puede considerarse como una celosía de conductos sin válvula que se interconectan con los otros sistemas y que al final drenan en 1 o 2 ganglios ...