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El lupus eritematoso generalizado (LEG) es una enfermedad autoinmune crónica, potencialmente fatal, multisistémica, que típicamente afecta a mujeres en edad reproductiva. Pueden existir defectos a múltiples niveles en el sistema inmune, lo cual resulta en una importante heterogeneidad de presentaciones clínicas. La complejidad de este padecimiento se refleja en las diversas manifestaciones clínicas, las anormalidades en los estudios de laboratorio y las comorbilidades que presentan un porcentaje alto de los pacientes. El retraso en el diagnóstico y en el inicio de tratamiento se relacionan con un mayor daño a órganos. Además, hay que tomar en cuenta que dentro de las principales causas de morbilidad y mortalidad en los pacientes con lupus no solo se encuentra la actividad de la enfermedad, sino también las infecciones y la aterosclerosis temprana. La mortalidad va de la mano con el daño acumulado a órganos, en lo cual participan tanto la inflamación crónica como los efectos adversos de los diferentes tratamientos, en particular los glucocorticoides. Por esta razón, es indispensable dar un tratamiento oportuno, apropiado e individualizado según las distintas manifestaciones de los pacientes.
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En relación al tratamiento del LEG, existen varios objetivos a considerar. En primer lugar, se deben controlar los síntomas del paciente para prevenir consecuencias inmediatas y mejorar su calidad de vida. Además, es fundamental minimizar el daño por la actividad de la enfermedad, las comorbilidades y la potencial toxicidad de los medicamentos. Se considera que la meta primordial en el tratamiento del LEG es la remisión de los síntomas sistémicos, así como de las manifestaciones en órganos individuales. En caso de que la remisión no pueda ser alcanzada, se debe buscar la mínima actividad posible. Además, siempre se debe considerar prevenir y tratar las potenciales complicaciones cardiovasculares, infecciosas y metabólicas.
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El tratamiento del LEG, al igual que la propia enfermedad, es complejo, debido, precisamente, a la heterogeneidad de manifestaciones, respuestas individuales a las diferentes intervenciones terapéuticas, comorbilidades y potenciales efectos adversos de los fármacos. Es por esto que es fundamental tener un enfoque individualizado y multidisciplinario al tratar a estos pacientes. Aun así, los objetivos previamente planteados no se pueden cumplir en todos los pacientes y distintos escenarios clínicos. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, existen guías y pautas de tratamiento aceptadas para el LEG en general y para presentaciones clínicas específicas. Las guías mexicanas para el tratamiento de lupus consideran los aspectos previamente mencionados y son referencia para el tratamiento de los pacientes con lupus en México.
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En este capítulo describiremos primero los principales grupos de fármacos empleados en esta enfermedad, incluyendo glucocorticoides, antimaláricos, inmunosupresores (ciclofosfamida, azatioprina y mofetil micofenolato) y biológicos (belimumab y rituximab). Después, abordaremos el tratamiento de distintas manifestaciones del lupus, haciendo énfasis en la nefropatía, una de las manifestaciones en las que se cuenta con una terapéutica mejor establecida.
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Los glucocorticoides son ...