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El sistema motor se organiza de manera jerárquica y en paralelo. La corteza cerebral forma el estamento superior de dicha superestructura. El diencéfalo y tronco del encéfalo, forman el segmento intermedio y las motoneuronas, en la médula espinal, construyen el nivel inferior. De allí parten las prolongaciones neuronales que contactarán a las células musculares a través de la placa neuromuscular. Es común la subdivisión de la estructura jerárquica, la cual parte de la corteza motora, en dos circuitos paralelos. Uno de ellos atraviesa el tronco del encéfalo, donde contacta los núcleos encargados de la postura y luego finaliza en las motoneuronas espinales (vías corticoespinales y corticobulbares, capítulo 20), para conformar el “circuito piramidal”. El otro, llamado “circuito extrapiramidal”, hace relevo en el cerebelo por un lado y en los ganglios de la base por el otro, para retornar a la corteza cerebral, atraviesa el tálamo, sin contactar de manera directa a la médula espinal (figura 10–1). En la actualidad esta clasificación se ha dejado de lado, ya que en primer lugar, no toma en cuenta que otras regiones del encéfalo, entre las que se encuentran diversos núcleos del tronco encefálico, también participan en los movimientos voluntarios; por otro lado, existe cierto grado de interconexión y cooperación entre ambos circuitos, tan importante que imposibilita su descripción como entidades separadas.
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El cerebelo y los ganglios de la base tienen funciones motoras y no motoras. Las funciones motoras se relacionan con la planificación y el control del movimiento, mientras que las funciones no motoras están relacionadas con la cognición, la memoria, el aprendizaje, la motivación, el estado de ánimo, la regulación del sueño y el funcionamiento del sistema nervioso autónomo. Por ello, los trastornos del movimiento, resultantes de la lesión de estas estructuras, se caracterizan no sólo por la presencia de movimientos involuntarios aberrantes, alteraciones de la coordinación, del equilibrio y de la postura, sino también por la ocurrencia de alteraciones cognitivas, estados depresivos y, muchas veces, por trastornos autonómicos y del sueño.
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El cerebelo (que en latín significa “cerebro pequeño”) constituye el 10% del volumen encefálico y sin embargo contiene más de la mitad de la totalidad de las neuronas del encéfalo. Su organización funcional es muy regular, ya que está formada por circuitos neuronales básicos que se repiten a lo largo de toda su extensión.
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El cerebelo recibe un volumen de información superior, por mucho, al caudal de sus eferencias, lo cual indica que es un centro importante ...