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El impresionante desarrollo de la inmunología como ciencia y su impacto en la medicina clínica, ha sido de vital importancia para el conocimiento y control de muchas enfermedades, tanto en animales como en los seres humanos. La selección natural ha desarrollado un sistema inmunitario para garantizar la protección de las especies aptas para la reproducción, y su evolución se ha trazado sobre la base de este reto.
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La propiedad del sistema inmunitario de identificar y distinguir una molécula de otra y de responder sólo ante una de ellas se denomina especificidad. Una molécula reconocida específicamente por el sistema inmunitario como “extraña” es un antígeno o inmunógeno. La antigenicidad es una propiedad primordial de las macromoléculas complejas como las proteínas o los polisacáridos de alto peso molecular. La inmunogenicidad es la propiedad de un antígeno que determina la intensidad de la respuesta inmunitaria hacia él. Dicha respuesta aumenta de forma directamente proporcional a la distancia filogenética entre un organismo y el agente invasor.
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El sistema inmunitario es muy complejo, debido a la necesidad de contar con mecanismos de destrucción eficaces, pero también con un elevado poder de discriminación, de forma que se activa sólo al entrar en contacto con elementos extraños al organismo. Está dotado además de una gran capacidad reguladora, necesaria para mantenerse siempre en el grado de intensidad acorde con la dimensión de la agresión.
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A la fecha, se ha demostrado que el sistema inmunitario es capaz de generar una respuesta contra cualquier agente que existió, existe y existirá en el futuro, además de contar con el potencial para generar memoria contra futuros encuentros por más de 70 años.
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ÓRGANOS Y TEJIDOS DEL SISTEMA INMUNITARIO
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Las células que participan en la respuesta inmunitaria se encuentran ordenadas dentro de órganos que derivan del mesénquima. Dichos órganos contienen estroma y tejido linfoide y están estructurados para favorecer los contactos celulares que permiten a las células inmunitarias llevar a cabo sus funciones de manera más eficiente. En forma general, los órganos linfoides cumplen tres funciones. Primero, proporcionan los nichos estromales adecuados para el desarrollo de las células linfoides requeridas para producir señales extrínsecas de las cuales dependen las células linfoides progenitoras para la definición de su linaje, esto consiste en una función esencialmente hematopoyética, no inmunológica. En segundo lugar, y quizá más importante desde el punto de vista inmunológico, es la capacidad de los órganos linfoides para orquestar una serie de pasos o eventos de control de calidad que aseguran la elaboración de un repertorio de receptores para antígenos para autotolerancia, en este caso sí, una función inmunológica. Y tercero, los órganos linfoides funcionan para regular la eficiencia y precisión de las respuestas inmunitarias, las cuales dependen finalmente de la interacción regulada de varios tipos de células linfoides (Simon, Hillion, 2016).
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Los órganos linfoides se clasifican como primarios y secundarios. ...