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ESTRUCTURA FUNCIONAL DEL HÍGADO

El estudio de la estructura del hígado muestra que este órgano está preparado para facilitar los intercambios metabólicos entre la sangre de los sinusoides y las células hepáticas. Éstas se hallan dispuestas de forma que gran parte de su superficie está en estrecho contacto con la sangre. Los hepatocitos se disponen ordenadamente formando tabiques (trabéculas) entre los cuales se sitúan los sinusoides (figura 61–1A). Dos de las seis caras que poseen las células hepáticas se orientan de manera directa hacia los sinusoides, son las denominadas paredes basales (figura 61–1B).

Figura 61–1

Estructura funcional del hígado. A. Lobulillo hepático en el que se reconocen los tabiques formados por hepatocitos y los sinusoides ocupando los espacios libres entre las trabéculas. Entre la pared de los sinusoides y las células hepáticas se interpone una trama fina de reticulita muy laxa. B. Representación esquemática de una trabécula hepática con los canalículos biliares, espacio de Disse, pared sinusoidal con fenestraciones y fibras de reticulina. C. Uniones herméticas (tight junctions) entre hepatocitos. La proteína transmembranosa ocludina contribuye a sellar la unión entre ambas células vecinas. Este cierre se produce al entrelazarse las porciones extracelulares de las proteínas ocludina de ambas células. Estas proteínas se encuentran ancladas a otras intracitoplásmicas ZO-1 y ZO-2.

Entre esos tabiques celulares circula la sangre que llega al hígado por la porta y por las arterias hepáticas. Para que las células hepáticas puedan tomar de la sangre todo lo que necesitan, es preciso que entre ellas y la sangre se interpongan pocas barreras. Por ello, las paredes de los sinusoides son muy finas y carecen de membrana basal. Las células endoteliales que los recubren están reducidas a una fina lámina formada por sus membranas plasmáticas en las que existen algunas fenestraciones. En lugar de estar rodeados por membrana basal, los sinusoides lo están sólo por algunas fibras aisladas de reticulina. Entre los sinusoides y las paredes de los hepatocitos se sitúa el espacio de Disse. Gracias a esas características estructurales, es posible el paso no sólo de pequeñas moléculas, sino también de proteínas e incluso de quilomicrones.

En las paredes basales de las células hepáticas y sus extensiones laterales intercelulares (paredes laterales) (figura 61–4) se sitúan numerosos receptores (de glucoproteínas, inmunoglobulina A, sialoproteína, insulina, glucagón, etc.) y proteínas transportadoras que son esenciales para que puedan pasar a las células los metabolitos que llegan con la sangre sinusoidal. Así, por ejemplo, en esas paredes hay una Na+/K+-ATPasa, un transportador de sales biliares, otros de aniones orgánicos (sales biliares no conjugadas, esteroides, eicosanoides, digoxina y otros fármacos, bilirrubina) (OATP, Organic Anion Transporting Polypeptides; OATP, OATP2, OATP-B, OATP8) y otros transportadores de pequeños cationes orgánicos, como fármacos, colina, neurotransmisores monoamínicos, ...

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