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La fisiología del ejercicio es una parte de la fisiología que integra conocimientos de la función de cada órgano y sistema durante una actividad común a cualquier animal: el movimiento. Así, en realidad, la fisiología del ejercicio no tiene entidad como disciplina independiente. De hecho, no es casualidad que en este texto de fisiología humana, el capítulo correspondiente a la fisiología del ejercicio se encuentre dentro de la Parte X, Integración y adaptación del organismo; sin embargo, el lector no debe perder la perspectiva de que cuanto más conozca sobre el tema de la fisiología, más fácil le resultará aplicar esos conocimientos para comprender la respuesta del organismo al ejercicio. Al mismo tiempo, cuanto más quiera explicarse, por ejemplo, los fenómenos de adaptación que se producen a través del entrenamiento, más deberá acudir a la raíz que es la fisiología. Por tanto, el lector completará la información con la lectura principalmente de los capítulos correspondientes a la Parte VI, Fisiología del sistema cardiovascular y a la Parte VII, Fisiología del sistema respiratorio.
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Para comprender la fisiología del ejercicio es necesario señalar dos cuestiones previas: 1) diferencia entre respuesta y adaptación, y 2) naturaleza del ejercicio.
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CONCEPTOS ELEMENTALES DE RESPUESTA DEL ORGANISMO Y ADAPTACIÓN AL ENTRENAMIENTO
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Cuando se intenta explicar los efectos que provoca el ejercicio físico sobre el organismo, es necesario distinguir entre dos fenómenos:
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La respuesta o ajuste, consiste en el conjunto de cambios funcionales transitorios que determinan un cambio de la homeostasis. En el sentido que Cannon definió el término homeostasis, la respuesta implicaría un nuevo estado de equilibrio determinado por el incremento de las necesidades metabólicas. Un ejemplo muy intuitivo es el incremento proporcional del gasto cardiaco en relación con la intensidad del ejercicio (véase figura 88–3).
La adaptación, consecuencia de la repetición sistemática y sistematizada del ejercicio físico (entrenamiento), se produce cuando las variaciones permanecen en el tiempo, bien sea consecuencia de una modificación de la estructura, de la función o de ambos, ya sea de un órgano concreto o del organismo en su conjunto. La consecuencia de la adaptación es que facilita una mejor respuesta frente a un mismo estímulo. Un ejemplo elemental es la bradicardia que se observa en los atletas de alta resistencia (véase figura 88–1), donde se aprecia cómo la frecuencia cardiaca de una persona es menor después de un periodo de entrenamiento.
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Si para el fisiólogo resulta interesante estudiar la respuesta de un órgano, sistema o del organismo en su conjunto, la imaginación se desborda cuando se pretende explicar el límite del proceso de adaptación que consigue el campeón en un momento dado. Para explicar de forma elemental el proceso de adaptación, es necesario centrarse en el corazón. Uno de los fenómenos que justifican la adaptación al proceso del entrenamiento es la bradicardia. La figura 88–1 representa la respuesta de la ...