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DISNEA

La disnea es la experiencia subjetiva de dificultad para respirar y puede ser señalada por el paciente como sensación de opresión torácica, falta de aire, incapacidad para respirar o sensación de sofocación. Hasta 50% de las personas al final de la vida pueden experimentar disnea grave.

El tratamiento de la disnea se dirige en primer lugar a la causa (cap. 9) si el estudio diagnóstico es compatible con los objetivos del paciente. Al final de la vida, la disnea responde a los opioides, que han demostrado ser eficaces en múltiples estudios clínicos con asignación al azar. Las dosis iniciales suelen ser más bajas de las que serían necesarias para el alivio del dolor moderado. La morfina de liberación inmediata administrada por vía oral (VO) (2 a 4 mg cada 4 h) o por vía intravenosa (1 a 2 mg cada 4 h) trata la disnea de manera eficaz. La morfina de liberación sostenida administrada por VO en dosis diaria de 10 mg es segura y eficaz para la mayor parte de los pacientes con disnea continua. El oxígeno complementario puede ser de utilidad para pacientes disneicos con hipoxia. Sin embargo, los catéteres nasales y las mascarillas faciales en ocasiones no son bien toleradas y el aire fresco de una ventana o ventilador puede proporcionar alivio para pacientes sin hipoxia. El uso juicioso de ventilación no invasiva y las técnicas de relajación no farmacológica, como la meditación e imaginación guiada pueden ser beneficiosas para algunos pacientes. Las benzodiazepinas pueden ser métodos auxiliares útiles para el tratamiento de la ansiedad relacionada con la disnea.

NÁUSEA Y VÓMITO

La náusea y vómito son síntomas comunes y angustiantes. Al igual que con el dolor, el tratamiento de la náusea puede ser optimizado con dosificación regular y a menudo requiere múltiples fármacos dirigidos a los cuatro centros principales del vómito (cap. 15).

Más adelante se revisa el vómito relacionado con opioides. La aspiración nasogástrica puede proporcionar alivio rápido a corto plazo al vómito asociado con estreñimiento (además de la administración de laxantes), gastroparesia obstrucción pilórica o intestinal. Los fármacos procinéticos, como la metoclopramida (5 a 20 mg por VO o IV cada 6 h) o la domperidona (no disponible en Estados Unidos) puede ser útil en el caso de obstrucción gástrica parcial. La escopolamina transdérmica (parche de 1.5 mg cada tres días) puede reducir la peristalsis y el dolor cólico mientras que los fármacos antagonistas H2 pueden reducir la secreción gástrica. Los corticoesteroides en dosis altas (p. ej., dexametasona, 20 mg por VO o IV al día en dosis divididas) pueden utilizarse para casos resistentes al tratamiento de náusea y vómito o cuando son ocasionados por obstrucción intestinal o por hipertensión intracraneal. La obstrucción intestinal maligna en personas con cáncer avanzado se acompaña de mal pronóstico y rara vez es de utilidad la cirugía.

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