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El pie plano puede ser o no sintomático. El dolor coincide de forma variable con la gravedad o avance de la deformidad. El paciente puede quejarse de dolor en el arco, dolor en el tobillo medial, el talón o dolor pretibial, además de dolor lateral en el tobillo debido a pinzamiento lateral (seno del tarso y peroné-calcáneo), que se observa con el tiempo a medida de avanza la deformidad. Cuando aparecen síntomas, los pacientes refieren con frecuencia dolor sordo en el arco o el tobillo mediales. Por lo general tienen una sensación de “debilidad muscular” o fatiga con el ejercicio o al estar de pie por periodos prolongados.
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La exploración clínica debe incluir una descripción generalizada del tipo de pie, un análisis de la marcha y una revisión del pie y el tobillo, con y sin carga. La presentación es variable, desde flexible hasta rígido. Durante la inspección, el pie puede tener arco mientras no soporta peso, pero se aplana al hacerlo. El arco se puede reconstituir al caminar de puntillas, con la dorsiflexión del hallux en la primera articulación metatarsofalángica (activación del mecanismo de Windlass) o al colgar el pie en flexión plantar. Tras el análisis de la marcha y la carga de peso, puede haber colapso del arco longitudinal medial, el signo de “demasiados dedos”, deformidad en valgo del retropié y abducción del antepié. La revisión debe incluir una valoración de los límites de movimiento de la articulación del tobillo y la articulación subastragalina. En una deformidad flexible, el clínico puede corregir pasivamente la deformidad de un pie plantígrado. En una deformidad rígida, no es posible corregir la deformidad. El talón puede tener una contractura (articulación del tobillo en equino) con desviación lateral del tendón de Aquiles al soportar peso. La contractura aquílea grave se relaciona con caída del mediopié.
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Si el paciente se queja de dolor en el tobillo medial o dolor durante la exploración posterior al maléolo medial, debe sospecharse con solidez una disfunción del tendón del tibial posterior. La valoración debe incluir una elevación del talón simple, con elevación del talón del suelo e inversión (fig. e5–8). Si los pacientes no pueden realizar la elevación simple del talón o sienten dolor con este movimiento, el tendón del tibial posterior se halla débil e inflamado. La fuerza del tendón del tibial posterior se debe explorar mediante la revisión manual muscular al colocar el pie en flexión plantar e inversión completa. Si el paciente no puede mantener esta posición del pie cuando el examinador aplica fuerza de eversión, el tendón del tibial posterior tiene poca potencia.
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B. Estudios de imagen
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Las radiografías simples se utilizan para determinar la gravedad de la deformidad del pie plano o descartar otras afecciones que lo simulen. Las radiografías anteroposterior, oblicua y lateral con soporte de peso son las imágenes más útiles (fig. e5–9). En la vista anteroposterior del pie con soporte de peso se valora lo siguiente: cobertura de la cabeza del astrágalo, aumento del ángulo astrágalo-calcáneo, ángulo de abducción del cuboides y eje astrágalo-primer metatarsiano. La proyección oblicua contribuya a descartar una coalición tarsal. Otra vista denominada de Harris-Beath puede descartar la coalición tarsal. La radiografía lateral con carga de peso puede valorar la disminución del ángulo de inclinación del calcáneo, aumento del ángulo de declinación del astrágalo, ángulo mayor de declinación del primer metatarsiano, rotura anterior en la línea de Cyma y el ángulo de Meary.
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La MRI en fases tardías de esta deformidad puede mostrar una cantidad variable de cambios artríticos y degeneración del tendón tibial posterior en las articulaciones talocalcaneonavicular, subastragalina y tibiotalar.