El glaucoma agudo primario de ángulo cerrado (crisis aguda de ángulo cerrado) surge solo cuando se cierra un ángulo estrecho preexistente en la cámara anterior. Los factores predisponentes del ángulo cerrado son una cámara anterior poco profunda, que algunas veces se observa con la hipermetropía o un ojo pequeño; el agrandamiento del cristalino con el envejecimiento, además de mecanismos de herencia, dado que tiene particular prevalencia en los esquimales (inuits) y los asiáticos. El ángulo cerrado puede ocurrir por dilatación pupilar y por ello se identifica en ocasiones cuando la persona se halla en un salón oscuro, durante lapsos de estrés, después de administrar anticolinérgicos o simpaticomiméticos en un solo ojo (como broncodilatadores nebulizados, atropina como fármaco preoperatorio, antidepresivos, antiespasmódicos de intestino o vejiga, descongestivos nasales o tocolíticos), o de modo ocasional por midriasis farmacológica (véase Precauciones en el tratamiento de trastornos oculares, más adelante). El glaucoma primario subagudo de ángulo cerrado puede presentarse en la forma de cefalea recurrente.
El glaucoma secundario de ángulo cerrado, cuyo mecanismo difiere de un caso a otro, no requiere un ángulo estrecho preexistente; puede aparecer en la uveítis anterior, luxación del cristalino, con la hemodiálisis o por diversos fármacos (véase más adelante Efectos oculares adversos de fármacos sistémicos). Sus manifestaciones son idénticas a las del glaucoma agudo primario de ángulo cerrado, pero es importante diferenciarlos porque sus tratamientos son distintos.