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El tratamiento exitoso del dolor pélvico crónico requiere a menudo un abordaje multidisciplinario que reconozca su efecto en la calidad de vida, salud psicológica, relaciones y trabajo de la paciente. Los psicólogos clínicos, psiquiatras, especialistas en dolor y fisioterapeutas pueden tener una función importante al ayudar a la paciente a controlar sus síntomas y maximizar su funcionamiento y bienestar diarios.
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El tratamiento médico puede ser general (enfocado en el tratamiento del dolor) o específico para la enfermedad (aplicado a causas subyacentes específicas del dolor). La elección del tratamiento médico debe considerar los perfiles de efectos colaterales, así como el interés de la paciente en el embarazo.
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Los tratamientos generales incluyen fármacos utilizados con frecuencia para tratar síndromes dolorosos crónicos. El tratamiento inicial debe incluir analgésicos simples, como acetaminofeno y antiinflamatorios no esteroideos (NSAID). Algunas mujeres también se benefician de los neuromoduladores, incluidos antidepresivos tricíclicos, duloxetina, gabapentina y pregabalina. Las guías reconocen que es limitada la evidencia de la efectividad de estos tratamientos para controlar el dolor pélvico crónico; la posibilidad de efectos secundarios (como los efectos GI y renales de los NSAID) puede limitar el uso prolongado de algunos tratamientos.
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Los tratamientos hormonales se indican sobre todo para causas ginecológicas del dolor pélvico crónico. Las mujeres con sospecha de endometriosis pueden someterse a tratamiento empírico hormonal antes de practicar la laparoscopia diagnóstica. Los anticonceptivos orales combinados, progestinas (orales, inyectables e intrauterinas), análogos de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) y danazol tienen eficacia para tratar la dismenorrea relacionada con endometriosis, si bien los efectos secundarios son variables. Los efectos sobre la densidad mineral ósea vinculados con el tratamiento con análogos de GnRH pueden mitigarse con el tratamiento “complementario” con dosis hormonales bajas (noretindrona, dosis bajas de estrógenos o una combinación de estrógenos y progesterona), que también mejoran los bochornos y los síntomas vaginales relacionados con el tratamiento. El danazol puede acompañarse de efectos secundarios androgénicos graves, como hirsutismo, acné y cambios ponderales; por lo tanto, no se usa como tratamiento de primera línea. Para mujeres con endometriosis y que desean un embarazo, los NSAID pueden proporcionar alivio sintomático.
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Una revisión sistemática y un metaanálisis Cochrane investigaron la efectividad de los tratamientos no invasivos para el dolor pélvico crónico no relacionado con endometriosis, dismenorrea primaria, enfermedad pélvica inflamatoria crónica o síndrome de intestino irritable. El tratamiento con medroxiprogesterona, en comparación con placebo, se acompañó de una reducción del dolor que se mantuvo hasta nueve meses después del tratamiento; los efectos secundarios incluyeron aumento de peso y distensión.
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Las fuentes musculoesqueléticas de dolor pélvico crónico incluyen mialgia del piso pélvico, que se relaciona con espasmos de los músculos elevadores del ano, y puntos desencadenantes mioaponeuróticos. Los tratamientos incluyen referencia para fisioterapia pélvica y, en caso necesario, inyecciones en los puntos desencadenantes con un anestésico local o toxina botulínica A.
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El tratamiento del síndrome de intestino irritable y la cistitis intersticial se describen en los capítulos 15-05, 15-06 y 23-04.
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A las mujeres con endometriosis se les puede ofrecer la destrucción quirúrgica laparoscópica de los implantes; la lisis de las adherencias puede considerarse si también existen adherencias graves y densas. Está demostrado que la ablación de la arteria uterina es efectiva como tratamiento de la adenomiosis y la embolización de la vena pélvica mejora el dolor en pacientes con congestión venosa pélvica.
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Las guías señalan que las técnicas quirúrgicas adicionales para el tratamiento del dolor pélvico crónico incluyen neurectomía presacra, ablación laparoscópica del nervio uterino, histerectomía y salpingooforectomía.