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Las infecciones de las vías respiratorias bajas son aún un problema de salud grave a pesar del progreso en los tratamientos antimicrobianos. Aún existe controversia en cuanto a las técnicas diagnósticas óptimas y las posibilidades terapéuticas que se seleccionan contra la neumonía.
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Típicamente, la neumonía se ha considerado en términos del patógeno infectante (cuadro 9–8), (eFigs. 9–8, 9–9, 9–10 y 9–11), lo que facilita el análisis de sus manifestaciones clínicas, pero es una guía limitada en cuanto al tratamiento del paciente porque rara vez se dispone en la primera visita del paciente, de información microbiológica específica. Los esquemas de clasificación más recientes ponen énfasis en los factores epidemiológicos que pronostican las causas y orientan el tratamiento inicial. La neumonía se puede clasificar en las de origen extrahospitalario (CAP, community-acquired pneumonia) o la hospitalaria, y dentro de este último está la neumonía hospitalaria (HAP, hospital-acquired pneumonia) y la neumonía por uso de respirador mecánico (VAP, ventilator-associated pneumonia). Estas categorías se basan en entornos distintos y microorganismos infecciosos diversos y exigen intervenciones diagnósticas y terapéuticas diferentes. La neumonía y los abscesos pulmonares por microorganismos anaerobios pueden ser tanto de origen hospitalario como extrahospitalario, y justifican un análisis independiente.
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