El tipo de tratamiento depende de la extensión del prolapso y de los síntomas asociados, el impacto en la calidad de vida de la paciente, su edad y deseos en cuanto a la menstruación, embarazo y coito.
Las medidas de sostén incluyen una dieta rica en fibra y laxantes para el alivio del estreñimiento. En pacientes obesas se recomienda la pérdida de peso, evitar el pujo y no levantar objetos. El entrenamiento de los músculos pélvicos (ejercicios de Kegel) es una intervención fácil no invasiva que mejora la función pélvica y aporta un beneficio comprobado a las mujeres con síntomas urinarios y fecales, en particular la incontinencia. Los pesarios pueden reducir el cistocele, rectocele o enterocele y son útiles en mujeres que rechazan la cirugía o no son elegibles para la misma (eFigs. 18–11 y 18–12).
El procedimiento quirúrgico más realizado es la histerectomía vaginal o abdominal que también es útil para restaurar el apoyo apical después de extraer el útero, incluidas suspensión por fijación uterosacra o sacroespinosa por vía vaginal o colpopexia sacra abdominal. La incontinencia de esfuerzo es común después de métodos de suspensión de bóveda y por ello es necesario pensar en la realización de una técnica contra esta complicación. La malla quirúrgica colocada por vía transvaginal para la reparación del prolapso pélvico se introdujo en la práctica clínica en 2002, pero en 2011 la FDA emitió advertencias sobre las preocupaciones por complicaciones graves asociadas con esta práctica (incluyendo la erosión causada por la malla y dolor). Más tarde disminuyó significativamente el uso de estos métodos. En abril de 2019, la US FDA retiró la aprobación previa (2016) de clase III (alto riesgo) de la malla quirúrgica destinada a la reparación transvaginal por prolapso del compartimiento anterior. Las pacientes que planean tener reparación quirúrgica de prolapso pélvico deben analizar con su médico todas las opciones de tratamiento, incluyendo los riesgos y los beneficios de usar la malla quirúrgica. Si la mujer desea embarazarse, se puede efectuar el mismo método de suspensión vaginal sin histerectomía, aunque son escasos los datos de los resultados en el embarazo en cuanto al prolapso. Por lo general, la reparación quirúrgica del prolapso pélvico se reserva hasta después de la terminación de la edad fértil. En ancianas que no desean el coito, la colpocleisis, que es la obliteración parcial de la vagina, es una intervención quirúrgica eficaz y sencilla. La suspensión uterina con cervicocolpopexia sacroespinosa puede ser una medida eficaz en mujeres mayores que desean evitar la histerectomía sin perder la función coital. Las mujeres que han recibido malla transvaginal para la reparación quirúrgica del prolapso pélvico pero que no tienen síntomas o complicaciones relacionadas con él deben continuar con sus revisiones anuales y otras medidas de vigilancia. Deben informar a su médico que tienen un implante de malla quirúrgica, en especial si planean someterse a otra cirugía pélvica o a un procedimiento médico relacionado. Además, deben notificar a su médico si presentan síntomas como sangrado vaginal persistente o flujo, dolor pélvico o inguinal o dispareunia.